Jornada Mundial del Mar 2010: Mensaje del Pontificio Consejo para los Migrantes e
Itinerantes
Viernes, 25 jun (RV).- En el marco de la conmemoración del 90 Aniversario de la Fundación
del Apostolado del Mar y al celebrar el Año del Marino, el Pontificio Consejo para
la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes -cuyo presidente es el arzobispo Antonio
Maria Vegliò, y Mons. Agostino Marchetto Secretario-, ha publicado el mensaje para
el “Domingo del Mar 2010” próximo a celebrarse el 11 de julio.
Este
importante mensaje, dirigido a los capellanes voluntarios, amigos y benefactores del
Apostolado del Mar, alude a que la Organización Marítima Internacional (OMI) ha declarado
que el año en curso sea el “Año del Marino”, al fin de rendir homenaje a los marinos
por su extraordinaria aportación a la sociedad, y para sensibilizar sobre las difíciles
situaciones, generadas por la naturaleza, pero también a menudo por las personas,
que muchos de ellos viven navegando por los mares del mundo.
El
mensaje parte de la premisa de que habitualmente se define a los marinos como “personas
invisibles”, cuyo tránsito por los puertos es muy rápido, por lo que la celebración
anual del Domingo del Mar invita también a las comunidades cristianas a ver y reconocer
a dichos marinos como “personas reales” que, gracias al duro trabajo y a los sacrificios
que realizan, hacen nuestra vida más cómoda y recuerda que los marinos no son trabajadores
como los que se encuentran en tierra firme, son diferentes, también porque no les
vemos acudir al trabajo todos los días. Su contrato les exige dejar durante un largo
período de tiempo a sus mujeres, a sus hijos, y a sus familias y amigos. Navegan de
puerto en puerto, a menudo en lugares aislados y con poco tiempo a disposición para
bajar a tierra antes de embarcarse nuevamente y hacerse a la mar.
El
perímetro de la embarcación es el límite de su mundo, se lee en el mensaje, y comparten
el trabajo con personas de diferentes nacionalidades y religiones, empleando a menudo
una “Babel de idiomas” para comunicar. Para los marinos, la soledad es un compañero
constante y las injusticias son algo frecuente.
El mensaje alude a
los tiempos de crisis económica en la que se abandona con extrema facilidad a las
tripulaciones en puertos extranjeros, los ataques de piratas son cada vez más frecuentes
y cuando se produce un accidente la criminalización y la detención son a veces el
precio que los marinos tienen que pagar en nombre del armador o del chárter. Por otra
parte se menciona que el progreso tecnológico ha aportado, muchos cambios al mundo
marítimo, mejorando la seguridad y la fiabilidad de las embarcaciones y reduciendo
el tiempo de descarga y carga en el puerto, sin embargo las necesidades humanas de
los marinos y de los pescadores han cambiado poco.
El Apostolado
del Mar fue fundado por un pequeño grupo de personas generosas en Glasgow, el 4 de
octubre de 1920, cuyo objetivo era el de proporcionar ayuda espiritual y material
a los marinos católicos “abandonados” y atender a sus necesidades. A partir de aquel
momento, el Apostolado del Mar ha crecido más allá de cualquier expectativa, y volviendo
la vista atrás, a sus humildes inicios, podemos ver la mano providencial de Dios,
puesto que el Apostolado se ha difundido por todo el mundo, y tiene el cometido de
proporcionar cuidado pastoral, sobre todo a través de las visitas de barcos, a los
marinos y a los pescadores sigue siendo nuestra principal preocupación, tal y como
lo fue en los inicios de este Apostolado. Por consiguiente, nos gustaría animarles
a seguir apoyando esta “Obra”, con la esperanza de que las Iglesias locales se involucren
cada vez más en esta pastoral.
El mensaje para el “Domingo del Mar
2010” a celebrarse el 11 de julio recuerda también que el Apostolado del Mar, mediante
su red “Stella Maris” y Centros en todo el mundo, está siempre disponible para responder
a las necesidades de los marinos, acogiéndolos en “una casa lejos de su casa” y haciendo
que su vida sea un poco más fácil. Los capellanes y voluntarios, en muchos puertos
del mundo, visitan centenares de barcos, a la vez que acogen a miles de marinos de
todas las religiones y nacionalidades ofreciendo asesoría, ropa, tarjetas telefónicas,
dinero y brindándoles ‘un puerto seguro’ en tiempos de crisis y, en último lugar,
pero no por ello es cosa menos importante, ayudan también a mantener en sus vidas
la apertura hacia los valores transcendentes.