2010-06-25 14:17:27

Jornada Mundial del Mar 2010: Mensaje del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes


Viernes, 25 jun (RV).- En el marco de la conmemoración del 90 Aniversario de la Fundación del Apostolado del Mar y al celebrar el Año del Marino, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes -cuyo presidente es el arzobispo Antonio Maria Vegliò, y Mons. Agostino Marchetto Secretario-, ha publicado el mensaje para el “Domingo del Mar 2010” próximo a celebrarse el 11 de julio.



Este importante mensaje, dirigido a los capellanes voluntarios, amigos y benefactores del Apostolado del Mar, alude a que la Organización Marítima Internacional (OMI) ha declarado que el año en curso sea el “Año del Marino”, al fin de rendir homenaje a los marinos por su extraordinaria aportación a la sociedad, y para sensibilizar sobre las difíciles situaciones, generadas por la naturaleza, pero también a menudo por las personas, que muchos de ellos viven navegando por los mares del mundo.



El mensaje parte de la premisa de que habitualmente se define a los marinos como “personas invisibles”, cuyo tránsito por los puertos es muy rápido, por lo que la celebración anual del Domingo del Mar invita también a las comunidades cristianas a ver y reconocer a dichos marinos como “personas reales” que, gracias al duro trabajo y a los sacrificios que realizan, hacen nuestra vida más cómoda y recuerda que los marinos no son trabajadores como los que se encuentran en tierra firme, son diferentes, también porque no les vemos acudir al trabajo todos los días. Su contrato les exige dejar durante un largo período de tiempo a sus mujeres, a sus hijos, y a sus familias y amigos. Navegan de puerto en puerto, a menudo en lugares aislados y con poco tiempo a disposición para bajar a tierra antes de embarcarse nuevamente y hacerse a la mar.



El perímetro de la embarcación es el límite de su mundo, se lee en el mensaje, y comparten el trabajo con personas de diferentes nacionalidades y religiones, empleando a menudo una “Babel de idiomas” para comunicar. Para los marinos, la soledad es un compañero constante y las injusticias son algo frecuente.



El mensaje alude a los tiempos de crisis económica en la que se abandona con extrema facilidad a las tripulaciones en puertos extranjeros, los ataques de piratas son cada vez más frecuentes y cuando se produce un accidente la criminalización y la detención son a veces el precio que los marinos tienen que pagar en nombre del armador o del chárter. Por otra parte se menciona que el progreso tecnológico ha aportado, muchos cambios al mundo marítimo, mejorando la seguridad y la fiabilidad de las embarcaciones y reduciendo el tiempo de descarga y carga en el puerto, sin embargo las necesidades humanas de los marinos y de los pescadores han cambiado poco.



El Apostolado del Mar fue fundado por un pequeño grupo de personas generosas en Glasgow, el 4 de octubre de 1920, cuyo objetivo era el de proporcionar ayuda espiritual y material a los marinos católicos “abandonados” y atender a sus necesidades. A partir de aquel momento, el Apostolado del Mar ha crecido más allá de cualquier expectativa, y volviendo la vista atrás, a sus humildes inicios, podemos ver la mano providencial de Dios, puesto que el Apostolado se ha difundido por todo el mundo, y tiene el cometido de proporcionar cuidado pastoral, sobre todo a través de las visitas de barcos, a los marinos y a los pescadores sigue siendo nuestra principal preocupación, tal y como lo fue en los inicios de este Apostolado. Por consiguiente, nos gustaría animarles a seguir apoyando esta “Obra”, con la esperanza de que las Iglesias locales se involucren cada vez más en esta pastoral.



El mensaje para el “Domingo del Mar 2010” a celebrarse el 11 de julio recuerda también que el Apostolado del Mar, mediante su red “Stella Maris” y Centros en todo el mundo, está siempre disponible para responder a las necesidades de los marinos, acogiéndolos en “una casa lejos de su casa” y haciendo que su vida sea un poco más fácil. Los capellanes y voluntarios, en muchos puertos del mundo, visitan centenares de barcos, a la vez que acogen a miles de marinos de todas las religiones y nacionalidades ofreciendo asesoría, ropa, tarjetas telefónicas, dinero y brindándoles ‘un puerto seguro’ en tiempos de crisis y, en último lugar, pero no por ello es cosa menos importante, ayudan también a mantener en sus vidas la apertura hacia los valores transcendentes.








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