En el Monasterio dominico de Sta. María del Rosario, Benedicto XVI agradece a las
religiosas de clausura el apostolado de intercesión que desarrollan por toda la Iglesia
Jueves, 24 jun (RV).- Después de visitar el Centro Don Orione, el Santo Padre se ha
dirigido al Monasterio Dominico de Santa María del Rosario, también en el barrio romano
de Monte Mario, para presidir la celebración de la Hora Intermedia y mantener un encuentro
con la comunidad de las religiosas de clausura a quienes ha elogiado su elección de
vivir en el escondimiento y renuncia a los bienes terrenales. Porque como ha subrayado
Benedicto XVI en su homilía, “vuestra consagración al Señor es rica de frutos, no
sólo con respecto al camino de santificación y purificación personal, sino también
con relación a ese apostolado de intercesión que desarrolláis por toda la Iglesia”.
El
Papa se ha referido especialmente a la forma de vida contemplativa, en la modalidad
concreta de la clausura, que sitúa a estas hermanas en el corazón del cuerpo místico
del Señor, que es la Iglesia; “es como el corazón –ha precisado el Pontífice- que
hace circular la sangre y da la vida a todo el cuerpo. De esta forma, vuestra experiencia
escondida con Cristo, entretejida con trabajo y oración, contribuye a sostener la
Iglesia, instrumento de salvación para cada hombre que el Señor ha redimido con su
Sangre”.
Benedicto XVI ha alabado esa fuente inagotable que es la oración,
con la que las hermanas presentan al Altísimo las necesidades espirituales y materiales
de tantas personas en dificultad, ...porque en todo lo que hacen su corazón está guiado
por el deseo de amar a Dios.
Por último el Papa ha deseado a las monjas de
clausura que cada día puedan pronunciar un sí a los proyectos de Dios, con la misma
humildad con la que lo hizo la Virgen Santa, y que Ella guíe su cotidiana consagración
virginal, “para que puedan experimentar en el escondimiento la profunda intimidad
que vivió con Jesús”.