Benedicto XVI recuerda durante el Ángelus a todos los cristianos perseguidos en el
mundo y hace un llamamiento por la paz y la seguridad en Kirguizistán
Domingo, 20 jun (RV).- Como cada domingo a mediodía, el Papa Benedicto XVI ha presidido,
desde la ventana de su despacho privado en el Vaticano, el rezo mariano del Ángelus,
durante el cual ha evocado la ceremonia de esta mañana en la que ha ordenado presbíteros
a catorce diáconos para la Diócesis de Roma, ha evidenciado el significado de la Cruz
recordando en especial a los cristianos perseguidos por el mundo, y ha realizado un
llamamiento por la paz en Kirguizistán.
Deteniéndose en primer lugar en la
ceremonia de esta mañana, el Santo Padre ha recordado el significado del sacramento
del orden presbiteral, que “manifiesta por parte de Dios, su cercanía a los hombres,
y por parte de quien lo recibe, la plena disponibilidad a transformarse en instrumento
de esta cercanía, con un amor radical a Cristo y a la Iglesia”. “También a nosotros
–ha señalado el Papa- Jesús nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario
apropiarnos del poder de su Cruz”.
En este sentido, Benedicto XVI ha evocado
las palabras de san Máximo el Confesor, que decía: “el signo que identifica el poder
de nuestro Señor Jesucristo es la Cruz que Él ha llevado a sus espaldas”. “Coger la Cruz significa
comprometerse para derrotar el pecado que obstaculiza el camino emprendido hacia Dios,
acoger cotidianamente la voluntad del Señor, y ampliar la fe sobre todo ante los problemas,
las dificultades y los sufrimientos”.
El Santo Padre ha recordado en concreto
la figura de la santa carmelita Edith Stein que testimonió este ejemplo en tiempo
de persecuciones. Precisamente a todos los perseguidos en la época actual el Papa
ha dirigido unas palabras de aliento:“También en nuestros
días son muchos los cristianos en el mundo que, animados por el amor hacia Dios, cargan
cada día con la Cruz tanto de las pruebas cotidianas, como de las procuradas por la
barbarie humana, que a veces solicita el valor del extremo sacrificio. Que el Señor
done a cada uno de nosotros la confianza en la esperanza en Él, seguros que, siguiéndole,
llevando nuestra Cruz, lograremos con Él la luz de la Resurrección”.
Por último
el Pontífice ha confiado a la materna protección de la Virgen María a los nuevos sacerdotes,
para que sean siempre discípulos fieles, valientes testigos de la Palabra de Dios,
y administradores de sus Dones de salvación. Y tras el rezo mariano del Ángelus y
el responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI ha realizado un apremiante llamamiento
por la paz y la seguridad en Kirguizistán, uniéndose a cuantos sufren la tragedia,
y asegurándoles su oración.“Invito además, a todas
la comunidades étnicas del país a renunciar a cualquier provocación o violencia, y
pido a la comunidad internacional que se movilice para que las ayudas humanitarias
puedan llegar a las poblaciones afectadas”.
Asimismo Benedicto XVI ha recordado
que hoy Naciones Unidas celebra la Jornada Mundial del Refugiado, con el fin de llamar
la atención sobre los problemas de cuantos dejan su tierra de manera forzada, y llegan
a lugares donde esperan que se les reconozca su dignidad y sus derechos fundamentales,
ofreciendo al mismo tiempo su contribución a la sociedad de acogida."Recemos para que, en
una reciprocidad justa, se responda de manera adecuada a estas expectativas y muestren
el respeto que nutren por la identidad de las comunidades que les reciben”.
Como
es tradicional el Papa ha finalizado el Ángelus saludando en diferentes idiomas a
todos los presentes. En polaco el Santo Padre ha recordado en su oración el Capítulo
de Varmia, que celebra el jubileo de su fundación hace 750 años. Mientras que en español,
éstas han sido sus palabras.“Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que se unen a esta plegaria mariana, también a
través de la radio y la televisión. La liturgia de hoy nos llega con la pregunta de
Jesús a sus discípulos: ¿Quién decís que soy yo? A ella se puede dar una respuesta
acertada sólo tras haberla aprendido de Él, escuchando su palabra, imitando su vida,
encontrándolo personalmente en los sacramentos y en la oración. Que la Virgen María
nos ayude en esta apasionante búsqueda para descubrir a quien es nuestra alegría y
nuestra salvación. Feliz Domingo”.