Sábado, 19 jun (RV).- “La marea negra” que se extiende inexorablemente desde la explosión
de una plataforma petrolera de la British Petroleum en el Golfo de México es el tema
del editorial Octava Dies, del padre Federico Lombardi, director de nuestra emisora
y del Centro Televisivo Vaticano.
“Hace ya dos meses que un río de petróleo
se derrama en el Golfo de México desde la perforación que quedó abierta en el fondo
del mar luego de la explosión de la plataforma de la BP. Las dimensiones del desastre
son difícilmente calculables, pero son ciertamente enormes y continúan extendiéndose”.
El
padre Lombardi recuerda en su editorial otros graves desastres ambientales relacionados
con las actividades humanas como el de la fábrica química de Bhopal en India en 1984
o el desastre de la central nuclear de Chernobyl en Ucrania, en 1986, que causaron
un número de muertos y de daños a las personas aún mayores.
“Lo que sorprende
en este caso es el sentido de impotencia y el retraso en la búsqueda de una solución
frente al desastre por parte de una de las multinacionales petroleras más grandes
y técnicamente mejor equipadas del mundo, pero también por parte del país más potente
de la tierra. Esto resulta increíble, pero es un hecho. No se trata de una erupción
de un volcán, sino de un hueco relativamente pequeño hecho por el hombre en el fondo
del mar. Y sin embargo, en dos meses científicos y técnicos super especializados no
han logrado taparlo”.
La pregunta que se plantea el padre Lombardi en su editorial
es si sabremos aprender una lección de prudencia y de atención en el uso de los recursos
de la tierra y de los equilibrios del planeta. Si bien está convencido de que desde
ahora muchas cosas cambiarán en el campo de la extracción petrolífera para lograr
una mayor seguridad, quizás se podría también aprender una lección de humildad.
“La
técnica hará siempre progresos. Pero si en procesos productivos relativamente simples
se manifiesta tan impotente, ¿qué haremos si se nos escapan de las manos procesos
mucho más complejos como los que tienen que ver con la energía custodiada en el núcleo
de la materia o más aún, en los procesos de la formación de la vida? Tenía razón Benedicto
XVI en concluir su última encíclica sobre los grandes problemas de la humanidad de
hoy con un capitulo sobre la responsabilidad en el uso del poder de la técnica”.