2010-05-21 15:30:36

El Papa reitera a las Obras Misionales Pontificias la urgencia de anunciar el evangelio para construir una sociedad más justa y solidaria


Viernes 21 may (RV).- Pasado el mediodía, Benedicto XVI ha recibido también en la Sala Clementina a los participantes a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias. El Papa ha dicho que “la evangelización es una misión inmensa, especialmente en nuestro tiempo, donde la humanidad sufre una cierta falta de pensamiento reflexivo y sapiencial y se difunde un humanismo que excluye a Dios”.

RealAudioMP3 “Por eso es aún más urgente y necesario iluminar los nuevos problemas que emergen con la luz del Evangelio que no cambia. Al inicio de mi ministerio como Sucesor del Apóstol Pedro he afirmado con fuerza: nosotros existimos para mostrar Dios a los hombres. Y sólo allí donde se ve a Dios, empieza la vida, verdaderamente”.

“La predicación del Evangelio es un inestimable servicio que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad entera que camina en la historia”, ha subrayado el Pontífice hablando del mensaje de Cristo que “proclama los valores inalienables de la persona, con el anuncio y el testimonio del plan salvífico de Dios”.

RealAudioMP3 “La predicación del Evangelio es la llamada a la libertad de los hijos de Dios, para la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Quien participa en la misión de Cristo debe afrontar inevitablemente tribulaciones, contrastes y sufrimientos, porque se enfrenta con las resistencias y los poderes de este mundo”.

“Como el apóstol Pablo -ha señalado el Santo Padre- nuestras únicas armas son la palabra de Cristo y su cruz”. La misión ad gentes requiere de los misioneros: “la pobreza evangélica, la no violencia y la disponibilidad a dar la propia vida en nombre de Cristo y por amor a los hombres”. Y ha recordado el Papa que el Evangelio “toma cuerpo en las conciencias y en los corazones humanos y se expande en la historia sólo en la potencia del Espíritu Santo”.RealAudioMP3 “La evangelización tiene necesidad de cristianos con los brazos levantados hacia Dios en actitud de oración, cristianos concientes de que la conversión del mundo a Cristo no se produce por nosotros, sino que nos viene dada”.







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