El Papa reitera a las Obras Misionales Pontificias la urgencia de anunciar el evangelio
para construir una sociedad más justa y solidaria
Viernes 21 may (RV).- Pasado el mediodía, Benedicto XVI ha recibido también en la
Sala Clementina a los participantes a la Asamblea General de las Obras Misionales
Pontificias. El Papa ha dicho que “la evangelización es una misión inmensa, especialmente
en nuestro tiempo, donde la humanidad sufre una cierta falta de pensamiento reflexivo
y sapiencial y se difunde un humanismo que excluye a Dios”.
“Por eso es aún más
urgente y necesario iluminar los nuevos problemas que emergen con la luz del Evangelio
que no cambia. Al inicio de mi ministerio como Sucesor del Apóstol Pedro he afirmado
con fuerza: nosotros existimos para mostrar Dios a los hombres. Y sólo allí donde
se ve a Dios, empieza la vida, verdaderamente”.
“La predicación del Evangelio
es un inestimable servicio que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad entera que
camina en la historia”, ha subrayado el Pontífice hablando del mensaje de Cristo que
“proclama los valores inalienables de la persona, con el anuncio y el testimonio del
plan salvífico de Dios”.
“La predicación del
Evangelio es la llamada a la libertad de los hijos de Dios, para la construcción de
una sociedad más justa y solidaria. Quien participa en la misión de Cristo debe afrontar
inevitablemente tribulaciones, contrastes y sufrimientos, porque se enfrenta con las
resistencias y los poderes de este mundo”.
“Como el apóstol Pablo -ha señalado
el Santo Padre- nuestras únicas armas son la palabra de Cristo y su cruz”. La misión
ad gentes requiere de los misioneros: “la pobreza evangélica, la no violencia y la
disponibilidad a dar la propia vida en nombre de Cristo y por amor a los hombres”.
Y ha recordado el Papa que el Evangelio “toma cuerpo en las conciencias y en los corazones
humanos y se expande en la historia sólo en la potencia del Espíritu Santo”.“La evangelización tiene
necesidad de cristianos con los brazos levantados hacia Dios en actitud de oración,
cristianos concientes de que la conversión del mundo a Cristo no se produce por nosotros,
sino que nos viene dada”.