2010-05-20 16:05:50

El Papa recibe a los embajadores de los Emiratos Árabes Unidos y de Mongolia y alienta el diálogo entre religiones, culturas y pueblos, impulsando la justicia y la paz para toda la humanidad


Jueves, 20 may (RV).- «El amor —‘caritas’— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz». Con estas palabras de su Encíclica Caritas in Veritate (n.1), Benedicto XVI ha dado su bienvenida, esta mañana, a la embajadora de los Emiratos Árabes Unidos, Hissa Abdulla Ahmed Al-Otaiba, para el acto de presentación de las cartas credenciales del primer embajador de este país ante la Santa Sede, puesto que el establecimiento de relaciones diplomáticas es reciente.

Tras recordar que durante una ceremonia conjunta, con otros embajadores (15 de abril de 2008) «el Presidente de los Emiratos Árabes Unidos señaló que el representante pontificio, desarrolla una misión particular, que es, sobre todo, la de preservar la fe en Dios y la promoción del diálogo intercultural e interreligioso», el Papa ha hecho hincapié en «la misión de la Iglesia católica de estar al servicio de la comunidad internacional».

«En el ámbito de las relaciones diplomáticas, la Iglesia católica promueve la paz, los derechos humanos y el desarrollo integral, y, por lo tanto, se esfuerza por lograr el auténtico progreso de todos, sin distinción de raza, color y credo», ha recordado el Santo Padre, destacando asimismo que la Santa Sede y la misma Iglesia católica se esmeran «en poner de relieve la dignidad del hombre, a fin de mantener una visión clara y auténtica de la humanidad, en el escenario internacional, y con el fin de reunir nuevas energías al servicio de lo que es mejor para el desarrollo de los pueblos y de las naciones».

Benedicto XVI ha elogiado la apertura de los Emiratos Árabes Unidos, a los numerosos inmigrantes, que llegaron a esta nación para trabajar, con el anhelo de encontrar una vida digna. No se trata sólo de un enriquecimiento laboral para el estado, sino también de una enriquecedora posibilidad de ‘encuentro entre religiones, culturas y pueblos’, ha señalado el Papa, manifestando luego su satisfacción por la construcción de varias iglesias católicas, en terrenos donados por las autoridades públicas.

En este contexto, el Pontífice ha renovado el deseo de la Santa Sede de seguir colaborando, para poder prosperar también en lo que respecta a las crecientes necesidades pastorales de la población católica, que vive en los Emiratos Árabes Unidos. Pues, «la libertad de culto contribuye de manera significativa al bien común y promueve la armonía social en todas las sociedades donde se practica». Una vez más, Benedicto XVI ha asegurado la voluntad de los católicos de «contribuir al bienestar de la sociedad, en el respeto de Dios y de la dignidad de todos los pueblos y las religiones».

También esta mañana, el Santo Padre ha recibido al nuevo embajador de Mongolia, Luvsantersen Orgil. Expresando su solidaridad y preocupación por las numerosas personas y familias que sufrieron las trágicas consecuencias del frío, las lluvias torrenciales y las inundaciones del año pasado, Benedicto XVI ha señalado la importancia de que se aúnen esfuerzos en ámbito global para afrontar las cuestiones medioambientales. En particular, las relativas al cambio climático.

Con el anhelo de que el vigésimo aniversario de democracia que celebra este país, siga consolidando «un orden social, que promueve el bien común de sus ciudadanos, y, al mismo tiempo, sus legítimas aspiraciones para el futuro», el Papa se ha referido a las palabras de este embajador sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Mongolia y la Santa Sede. Después de los grandes cambios sociales y políticos - de hace dos décadas – como signo del compromiso de este país para impulsar un intercambio en el enriquecimiento de la comunidad internacional en general.

El Papa ha recordado también la importancia de la religión y la cultura, para impulsar las aspiraciones espirituales más profundas de la humanidad. Y la necesidad de impulsar el diálogo y la cooperación entre los pueblos, al servicio de la paz y del verdadero desarrollo humano.

En este contexto, el Santo Padre ha expresado su gratitud por el apoyo constante del Gobierno de Mongolia, con el fin de garantizar la libertad religiosa. Y ha puesto de relieve que el establecimiento, en este país, de una comisión, encargada de la aplicación de la ley, de la tutela de los derechos de conciencia y del ejercicio libre de la religión, es «un reconocimiento de la importancia de las comunidades religiosas en la sociedad y en la promoción de un futuro de armonía y prosperidad».

«La misión principal de la Iglesia es la de predicar el Evangelio de Jesucristo», ha reiterado Benedicto XVI. Y, asegurando el deseo de los ciudadanos católicos de Mongolia de contribuir al bien común, ha renovado la voluntad de la Iglesia de colaborar en lo que respecta a los problemas sociales. Desempeñando su misión en la formación intelectual y humana; educando a los jóvenes en los valores del respeto y la solidaridad y en el servicio a los menos afortunados. Pues, de esta manera, la Iglesia se esmera en servir al Señor, mostrando la caridad de Cristo hacia los necesitados, por el bien de toda la familia humana.








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