El Papa recibe a los embajadores de los Emiratos Árabes Unidos y de Mongolia y alienta
el diálogo entre religiones, culturas y pueblos, impulsando la justicia y la paz para
toda la humanidad
Jueves, 20 may (RV).- «El amor —‘caritas’— es una fuerza extraordinaria, que mueve
a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia
y de la paz». Con estas palabras de su Encíclica Caritas in Veritate (n.1), Benedicto
XVI ha dado su bienvenida, esta mañana, a la embajadora de los Emiratos Árabes Unidos,
Hissa Abdulla Ahmed Al-Otaiba, para el acto de presentación de las cartas credenciales
del primer embajador de este país ante la Santa Sede, puesto que el establecimiento
de relaciones diplomáticas es reciente.
Tras recordar que durante una ceremonia
conjunta, con otros embajadores (15 de abril de 2008) «el Presidente de los Emiratos
Árabes Unidos señaló que el representante pontificio, desarrolla una misión particular,
que es, sobre todo, la de preservar la fe en Dios y la promoción del diálogo intercultural
e interreligioso», el Papa ha hecho hincapié en «la misión de la Iglesia católica
de estar al servicio de la comunidad internacional».
«En el ámbito de las relaciones
diplomáticas, la Iglesia católica promueve la paz, los derechos humanos y el desarrollo
integral, y, por lo tanto, se esfuerza por lograr el auténtico progreso de todos,
sin distinción de raza, color y credo», ha recordado el Santo Padre, destacando asimismo
que la Santa Sede y la misma Iglesia católica se esmeran «en poner de relieve la dignidad
del hombre, a fin de mantener una visión clara y auténtica de la humanidad, en el
escenario internacional, y con el fin de reunir nuevas energías al servicio de lo
que es mejor para el desarrollo de los pueblos y de las naciones».
Benedicto
XVI ha elogiado la apertura de los Emiratos Árabes Unidos, a los numerosos inmigrantes,
que llegaron a esta nación para trabajar, con el anhelo de encontrar una vida digna.
No se trata sólo de un enriquecimiento laboral para el estado, sino también de una
enriquecedora posibilidad de ‘encuentro entre religiones, culturas y pueblos’, ha
señalado el Papa, manifestando luego su satisfacción por la construcción de varias
iglesias católicas, en terrenos donados por las autoridades públicas.
En este
contexto, el Pontífice ha renovado el deseo de la Santa Sede de seguir colaborando,
para poder prosperar también en lo que respecta a las crecientes necesidades pastorales
de la población católica, que vive en los Emiratos Árabes Unidos. Pues, «la libertad
de culto contribuye de manera significativa al bien común y promueve la armonía social
en todas las sociedades donde se practica». Una vez más, Benedicto XVI ha asegurado
la voluntad de los católicos de «contribuir al bienestar de la sociedad, en el respeto
de Dios y de la dignidad de todos los pueblos y las religiones».
También esta
mañana, el Santo Padre ha recibido al nuevo embajador de Mongolia, Luvsantersen Orgil.
Expresando su solidaridad y preocupación por las numerosas personas y familias que
sufrieron las trágicas consecuencias del frío, las lluvias torrenciales y las inundaciones
del año pasado, Benedicto XVI ha señalado la importancia de que se aúnen esfuerzos
en ámbito global para afrontar las cuestiones medioambientales. En particular, las
relativas al cambio climático.
Con el anhelo de que el vigésimo aniversario
de democracia que celebra este país, siga consolidando «un orden social, que promueve
el bien común de sus ciudadanos, y, al mismo tiempo, sus legítimas aspiraciones
para el futuro», el Papa se ha referido a las palabras de este embajador sobre el
establecimiento de relaciones diplomáticas entre Mongolia y la Santa Sede. Después
de los grandes cambios sociales y políticos - de hace dos décadas – como signo del
compromiso de este país para impulsar un intercambio en el enriquecimiento de la comunidad
internacional en general.
El Papa ha recordado también la importancia de la
religión y la cultura, para impulsar las aspiraciones espirituales más profundas de
la humanidad. Y la necesidad de impulsar el diálogo y la cooperación entre los pueblos,
al servicio de la paz y del verdadero desarrollo humano.
En este contexto,
el Santo Padre ha expresado su gratitud por el apoyo constante del Gobierno de Mongolia,
con el fin de garantizar la libertad religiosa. Y ha puesto de relieve que el establecimiento,
en este país, de una comisión, encargada de la aplicación de la ley, de la tutela
de los derechos de conciencia y del ejercicio libre de la religión, es «un reconocimiento
de la importancia de las comunidades religiosas en la sociedad y en la promoción de
un futuro de armonía y prosperidad».
«La misión principal de la Iglesia es
la de predicar el Evangelio de Jesucristo», ha reiterado Benedicto XVI. Y, asegurando
el deseo de los ciudadanos católicos de Mongolia de contribuir al bien común, ha renovado
la voluntad de la Iglesia de colaborar en lo que respecta a los problemas sociales.
Desempeñando su misión en la formación intelectual y humana; educando a los jóvenes
en los valores del respeto y la solidaridad y en el servicio a los menos afortunados.
Pues, de esta manera, la Iglesia se esmera en servir al Señor, mostrando la caridad
de Cristo hacia los necesitados, por el bien de toda la familia humana.