Dos dicasterios vaticanos piden la reunificación familiar de inmigrantes irregulares
Sábado, 15 may (RV).- Los Pontificios Consejos para la Pastoral de Emigrantes e Itinerantes
y el de la Familia han realizado un llamamiento conjunto para pedir las reunificaciones
familiares y permitir a los inmigrantes ‘irregulares’ “salir de situaciones de anonimato
y de precariedad” y garantizar “el derecho de todos a la participación y a la corresponsabilidad
social y civil, incluso a través del reconocimiento del derecho a la ciudadanía”.
El llamamiento de ambos Consejos Pontificios tiene lugar en coincidencia con
el ‘Día Internacional de la familia’ que se celebra hoy bajo la égida de la ONU, con
el tema “El impacto de la migración sobre las familias en el mundo”. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos –dice la nota firmada por los presidentes de ambos
dicasterios vaticanos, el arzobispo Antonio Maria Vegliò y el cardenal Ennio Antonelli–
“reconoce que la familia es ‘el elemento natural y fundamental de la sociedad’ y el
Papa Benedicto XVI afirmó que ella es ‘lugar y recurso de la cultura de la vida y
factor de integración de valores’, por lo cual debe ser objeto de la ‘más amplia protección
y asistencia posibles’.
También con ocasión del Día Internacional de la familia,
concretamente bajo el lema de “El impacto de la migración sobre las familias en el
mundo”, en Roma se promueve un Forum de las asociaciones familiares con un congreso
titulado “Familias de colores: el futuro de Italia es intercultural”. La iniciativa
tuvo lugar esta mañana en el Palacio Rospigliosi, y contó con la intervención, entre
otros, del arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio para los
emigrantes e itinerantes; el ministro italiano del Trabajo y de las Políticas Sociales,
Maurizio Sacconi y el sacerdote Antonio Sciortino, director de Familia Cristiana.
La
intervención del arzobispo Marchetto en este Forum se ha centrado sobre el tema: “La
familia migrante; la visión eclesial”, y en la misma el prelado ha enumerado una serie
de problemas a los que se enfrentan las familias emigrantes como la lengua, vehículo
de comunicación, que “se convierte en una barrera divisoria entre la primera generación
y las sucesivas”.
Otro de los aspectos al que se ha referido Mons. Marchetto
es la imagen que generalmente se tiene en la sociedad de los refugiados “muchas veces
descritos de forma negativa y vistos como una amenaza o un fastidio político, sin
considerarse sus valores y la potencial contribución que pueden ofrecer al país de
acogida”.
En cuanto a la situación de las personas desplazadas al interno de
su propio país, el prelado ha descrito un panorama aún más difícil “ya que para ellas
no existe todavía una legislación internacional vinculante. Además “los desplazados
dentro de su propio país se suelen encontrar con una situación más difícil que la
de los refugiados”, porque de ellos son responsables los gobiernos locales que, a
menudo, son la causa misma de los desplazamientos.
Por último Mons, Marchetto
ha denunciado que en los países llamados industrializados, los refugiados son cada
vez peor vistos, por lo que se ponen en marcha las más variadas técnicas para limitar
las solicitudes de asilo. Un ejemplo de esto es la duración del procedimiento para
obtener asilo que puede durar varios años durante los cuales la persona no tiene derecho
a trabajar y muchas veces está obligada a vivir encerrada en ‘centros de acogida’
superpoblados.