El Papa manifiesta su preocupación a los obispos belgas por la disminución de bautizados
y vocaciones, la crisis económica y la integración social de los inmigrantes
Sábado, 8 may (RV).- El Santo Padre recibió esta mañana, en el Palacio Apostólico
a los obispos de Bélgica, al final de su visita ad límina apostolorum, poniendo de
relieve este signo de comunión eclesial que une a la comunidad católica de Bélgica
con la Santa Sede. Sin embargo, el Papa enfatizó en su discurso que a la luz de los
informes de las distintas diócesis es evidente que -tal como sucede también en otros
países europeos- se han acentuado las dificultades que ya habían presentado en su
precedente visita.
“Me refiero a la
disminución del número de bautizados que testimonian abiertamente su fe y su pertenencia
a la iglesia, al aumento progresivo de la media de edad del clero, de los religiosos
y religiosas, a la insuficiencia de personas ordenadas o consagradas abocadas a una
pastoral activa o en las tareas educativas y sociales, al número restringido de candidatos
al sacerdocio y a la vida consagrada”. Benedicto XVI en su repaso
de la situación de la iglesia belga también subrayó que la formación cristiana, sobretodo
de las jóvenes generaciones, sobre el respeto a la vida y a la institución del matrimonio
y la familia constituyen puntos sensibles, unidos también a la compleja situación
creada por la crisis económica, la integración social de los inmigrantes y la coexistencia
de las distintas comunidades lingüísticas y culturales de la nación.
Ante esta
situación, el Papa alentó a los obispos a insistir en una formación religiosa más
sólida y más profunda, especialmente, con iniciativas como la que han emprendido en
la última carta pastoral donde alienta a los fieles a redescubrir la belleza de la
fe cristiana. En este contexto, el Papa recordó la canonización del Padre Damien De
Veuster, un santo que habla a las conciencias de los belgas, por su gran riqueza interior
que alimentada en la oración le permitió donarse totalmente y sin reservas a sus hermanos
leprosos.
“En este
Año Sacerdotal, es bueno proponer su ejemplo sacerdotal y misionero, particularmente
a los sacerdotes y religiosos. La disminución del número de presbíteros no debe ser
percibida como un proceso inevitable. El Concilio Vaticano II afirmó con fuerza que
la iglesia no puede prescindir del ministerio sacerdotal. Es entonces necesario y
urgente que se le de su justo lugar y se reconozca el carácter sacramental irremplazable”. El
Santo Padre en su discurso a los obispos de Bélgica se refirió también a la necesidad
de implementar una amplia y seria pastoral de vocaciones fundada en la ejemplaridad
y la santidad de los presbíteros. Al respecto, el Papa recordó la Constitución Sacrosanctum
concilium que subraya que es por medio de la liturgia que se manifiesta el misterio
de la Iglesia. Por ello, invitó a los sacerdotes a impregnarse de las celebraciones
litúrgicas, en particular de la Eucaristía, porque ellas les permiten una comunión
profunda con el Dios Vivo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por último, Benedicto
XVI se refirió a la formación de los laicos pero en particular a su vocación de santidad.
“Es oportuno- dijo el Pontífice- discernir todas las posibilidades que emanan de la
vocación común de los laicos a la santidad y al compromiso apostólico, a través del
respeto de la distinción esencial entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio
común de los fieles”.
"Todos los miembros
de la comunidad católica, y más aún los fieles laicos, están llamados a testimoniar
abiertamente su fe y a ser fermento de la sociedad, en el respeto de una sana laicidad
de las instituciones públicas y de las otras confesiones religiosas. Tal testimonio
no se puede limitar a un mero encuentro personal, sino asumir también las características
de una proposición pública respetuosa pero legítima, de valores inspirados en el mensaje
evangélico de Cristo".