Benedicto XVI subraya la necesidad de vivir en el universo digital con corazones de
creyentes para dotar de alma al flujo comunicativo de la Red
Sábado, 24 abr (RV).- Hacia el mediodía el Santo Padre recibió en audiencia, en el
Aula Pablo VI, a los seis mil participantes en el Congreso organizado por la Conferencia
Episcopal Italiana bajo el tema ‘Testigos digitales’. Un encuentro que lleva la finalidad
de actuar una participación de la Iglesia en los nuevos ámbitos comunicacionales multiformes
para la promoción del testimonio pleno del Evangelio y la afirmación de la identidad
y de la pertenencia cristiana mediante el intercambio y la confrontación, de la que
se desprenderá un acercamiento común que difunda la Palabra de Dios en el ámbito de
la cultura digital.
Al encuentro de esta mañana con el Santo Padre se han unido
numerosos habitantes de la localidad de L’ Aquila, en una peregrinación que ha sido
organizada por la Oficina para las Comunicaciones Sociales de esta diócesis italiana,
que hace un año fue asolada por un terremoto de gran magnitud.
El encuentro
dedicado a las formas digitales de comunicación, que ha culminado hoy con el encuentro
del Papa, ha conducido a sus participantes a reflexionar sobre la presencia de la
Iglesia en los modernos medios de información, dando continuidad a un itinerario emprendido
en el año 2002 con otro encuentro, cuyo tema era “Parábolas mediáticas”, promovido
por la Comisión episcopal de la Conferencia Episcopal italiana para la cultura y las
comunicaciones sociales.
En el discurso que les ha dirigido y al saludar al
presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cardenal Angelo Bagnasco, - que instantes
previos a las palabras del Santo Padre había pronunciado un discurso de agradecimiento
– Benedicto XVI ha aludido al tema del encuentro de este año: “Testigos digitales.
Rostros y lenguajes en la era de la encrucijada mediática”, subrayando que el tiempo
en que vivimos conoce una enorme ampliación de las fronteras de la comunicación y
realiza una inédita convergencia entre los diversos medios, haciendo posible la interactividad.
En
efecto, sobre la red informática, el Santo Padre ha dicho que ésta, manifiesta una
vocación abierta, tendencialmente igualitaria y pluralista pero, al mismo tiempo,
marca una separación entre los que están incluidos en ella y los que quedan excluidos,
y a esta separación se unen otros elementos, que alejan a las naciones entre sí y
a la vez dentro de ellas. Así como aumentan los peligros de homologación y de control,
de relativismo intelectual y moral, que son reconocibles en la disminución del espíritu
crítico, en la verdad reducida al juego de opiniones, en las múltiples formas de degrado
y de humillación de la intimidad de la persona.
Se asiste - ha señalado el
Papa en su discurso a los participantes en el Encuentro “Testigos digitales” - a una
contaminación del espíritu, que hace nuestros rostros menos sonrientes y más preocupados,
que nos conduce a no saludarnos, a no mirarnos a la cara”.
Enfatizando el
objetivo de este encuentro, el Papa ha recordado que su objetivo es el de reconocer
los rostros y, por tanto, superar aquellas dinámicas colectivas que pueden hacernos
perder la percepción de la profundidad de las personas. Cuando esto sucede, las personas
permanecen cuerpos sin alma, objetos de intercambio y consumo.
Benedicto XVI
se ha referido a los rostros y lenguajes en la era de la encrucijada mediática, evocando
su Encíclica Caritas in veritate: «¿Cómo es posible, hoy, regresar a estos rostros?
He tratado de indicar también el camino en mi tercera Encíclica. Ésta pasa por aquella
“caritas in veritate” que refulge en el rostro de Cristo. “El amor en la verdad es
un gran desafío para la Iglesia en un mundo en progresiva y expansiva globalización”
(n. 9)».
Los medios pueden convertirse en factores de humanización no sólo
cuando “gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayores posibilidades para la comunicación
y la información, sino sobre todo cuando se organizan y se orientan bajo la luz de
una imagen de la persona y el bien común que refleje sus valores universales” (n.
73), ha recordado asimismo el Papa, citado nuevamente su encíclica.
Añadiendo
luego que “es necesario que los medios de comunicación estén centrados en la promoción
de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por
la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural
y sobrenatural” (n. 73).
Únicamente bajo tales condiciones este pasaje de
época que estamos atravesando puede revelarse rico y fecundo de nuevas oportunidades.
«Sin temores queremos adentrarnos en el mar digital, afrontando la navegación
abierta con la misma pasión que desde hace dos mil años gobierna la barca de la Iglesia.
Más que mediante los recursos técnicos, si bien éstos sean necesarios, queremos cualificarnos
habitando también este universo con un corazón creyente, que contribuya a dar un alma
al ininterrumpido flujo comunicativo de la red».
Benedicto XVI ha destacado
que ésta es la misión irrenunciable de la Iglesia: la tarea de cada creyente que trabaja
en los medios es la de “allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre
la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades
espirituales. Ofreciendo a quienes viven éste nuestro tiempo «digital» los signos
necesarios para reconocer al Señor (Mensaje para la 44a Jornada Mundial de las comunicaciones
sociales, 16 mayo 2010).
El Papa ha destacado - citando el texto de su mensaje
para la cuadragésimo cuarta Jornada Mundial de las comunicaciones sociales, que se
celebrará el próximo 16 de mayo - que en la red, quienes trabajan en los medios de
comunicación están llamados a colocarse como animadores de comunidad, dedicados a
preparar caminos que conduzcan a la Palabra de Dios y expresar una particular sensibilidad
por cuantos han perdido la confianza “preparando los caminos que conducen a la Palabra
de Dios” y a expresar una sensibilidad particular hacia “quienes no creen y desconfían,
pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes”. De esta
manera la red podrá convertirse en una especie de “patio de los gentiles” en el que
se dé espacio “a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido”.
En
calidad de animadores de la cultura y de la comunicación, les ha dicho, sois signo
vivo de cuanto “los nuevos medios de comunicación han entrado desde hace tiempo a
formar parte de los instrumentos ordinarios de expresión y de contacto, mediante los
cuales las comunidades eclesiales se expresan entrando en contacto con el propio territorio,
instaurando en muchos casos, formas de diálogo con mayor alcance”.
Acto seguido
el Papa ha citado algunas voces en este campo presentes en Italia. Ha recordado por
ejemplo el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, la emisora televisiva
TV2000, el circuito radiofónico “in Blu” y la agencia de prensa SIR, junto con los
periódicos católicos, a la red de los semanarios diocesanos y a los numerosos sitios
Internet de inspiración católico.
Casi al final de su discurso ha exhortado
a todos los profesionales de la comunicación a que no se cansen de nutrir en su propio
corazón aquella sana pasión por el hombre, que tienda a un acercamiento cada vez mayor
a sus lenguajes y su verdadero rostro. En esto, el Papa ha indicado como importante
ayuda, la sólida preparación teológica y en particular la profunda y gozosa pasión
por Dios, alimentada en el continuo diálogo con el Señor.
Sin olvidar a las
iglesias particulares y los institutos religiosos, les ha alentado a no dudar en valorizar
los recorridos formativos propuestos por las Pontificias Universidades, por la Universidad
Católica del Sagrado Corazón y otras Universidades católicas y eclesiásticas. Asimismo
ha subrayado la necesidad de que el mundo de las comunicaciones sociales entre de
lleno en la programación pastoral.
Al final de su discurso el Papa ha invitado
a los participantes en este encuentro a recorrer - animados por el valor que infunde
el Espíritu Santo - los caminos del “continente digital”. Nuestra confianza – ha añadido
- no está de forma acrítica puesta en un instrumento de la técnica; nuestra fuerza
está en el ser Iglesia, comunidad creyente, capaz de dar testimonio a todos de la
perenne novedad del Resucitado con una vida que florece en plenitud en la medida
en la cual se abre, entra en relación y se dona con gratuidad.