Jueves, 25 mar (RV).- El próximo lunes 29
de marzo, el Santo Padre Benedicto XVI presidirá en la Basílica Vaticana, la Santa
Misa por el quinto aniversario de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II. El programa
de hoy lo queremos dedicar precisamente este importante acontecimiento, acaecido el
2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado
en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina. Desde aquella noche hasta
el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de
tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24
horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.
Juan Pablo II
ejerció su ministerio con incansable espíritu misionero, movido por la caridad abierta
a toda la humanidad, lo que le llevó a realizar 104 viajes apostólicos fuera de Italia,
y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las
333 parroquias romanas. Y es que este incasable Papa se encontró, más que cualquier
otro de sus predecesores, con el Pueblo de Dios, con los fieles de los cinco continente,
pero sobre todo, acercó a los jóvenes a la Iglesia fundando para ellos, la Jornada
Mundial de la Juventud, un evento que su sucesor, Benedicto XVI ha querido continuar,
acudiendo a la cita de Colonia (Alemania) y convocando la siguiente en Sydney (Australia),
y en 2011 en Madrid (España).
Pero sus numerosos viajes y su ajetreada agenda
no impidieron a Juan Pablo II llevar a cabo documentos de gran valor como son sus
14 Encíclicas, sus 15 Exhortaciones apostólicas, sus 11 Constituciones apostólicas
y sus 45 Cartas apostólicas, publicando también cinco libros como doctor privado.
Juan
Pablo II se calificó siempre como un trabajador de la mies, y de hecho en su primer
discurso como Papa en 1978 pedía ayuda a todos los fieles para servir a Cristo. “¡No
tengáis miedo!” exclamaba, un grito repetido en sus mensajes, durante sus viajes,
en sus escritos en sus audiencias, llamando a abrir de par en par las puertas a Cristo.
De este modo saludaba el nuevo Papa a los fieles de lengua española en su primera
homilía que daba inicio a su Pontificado, el 22 de octubre de 1978, y con estas palabras
le queremos también nosotros recordar.