Audiencia general: el Papa subraya que “todo lo que es racional es compatible con
la fe revelada en las Sagradas Escrituras, puesto que entre fe y ciencia no existe
oposición”
Miércoles, 24 mar (RV).- Benedicto XVI un miércoles más ha presidido esta mañana en
la plaza de san Pedro la Audiencia General cuya catequesis ha dedicado “a uno de los
más grandes maestros de la teología escolástica: San Alberto Magno”. El título de
“grande” ‘magnus’ con el que ha pasado a la historia, ha explicado el Papa, “indica
la vastedad y la profundidad de su doctrina, que asoció a la santidad de la vida”.
Nacido en Alemania, al inicio del siglo XIII, se formó en la universidad de Padua.
Después de la ordenación sacerdotal y de haber entrado en la orden de los
dominicos, sus superiores lo enviaron para que enseñara en varios centros teológicos
anexos a los conventos de los Padres dominicos. Las brillantes cualidades intelectuales
le permitieron perfeccionar sus estudios en la más célebre universidad de su época:
París. De París pasó a Colonia, llevándose con él a un alumno excepcional: Tomás de
Aquino. Entre los dos teólogos se instauró una relación de recíproca estima y amistad.
Sus dotes hicieron que el papa Alejandro IV llamara a Alberto a Roma durante
un tiempo para valerse de sus consejos. El Pontífice lo nombró obispo de Ratisbona.
En 1263, el papa Urbano IV lo envió de nuevo a predicar en Bohemia y luego a enseñar
en Colonia. Siendo hombre de oración, enseñanza y caridad gozaba de gran estima, lo
que hizo que interviniera en varias ocasiones como hombre de reconciliación en distintas
disputas de la Iglesia con instituciones ciudadanas. Se prodigó también en el II Concilio
de Lión, en 1274, convocado por el Papa Gregorio X, para favorecer la unión entre
la Iglesia latina y la griega, tras el cisma de Oriente en 1054. Murió en su celda
del convento de Santa Cruz en Colonia, en 1280.
San Alberto decía que “todo
aquello que es racional es compatible con la fe revelada en las Sagradas Escrituras,
puesto que entre fe y ciencia no existe oposición, al contrario, hay amistad, porque
el mundo natural es un libro escrito por Dios”, ha afirmado Benedicto XVI. “Quien
estudia las ciencias de la naturaleza -como hizo el mismo san Alberto en su juventud-,
puede recorrer un verdadero camino de santidad”.
Benedicto XVI ha recordado
en particular la valoración que hizo san Alberto del pensamiento de Aristóteles, demostrando
una ''apertura mental'' antes impensable, capaz de hacer suya una ''filosofía pagana
y precristiana'' hacia la cual muchos teólogos nutrían aversión. Fue una verdadera
''revolución cultural'' -ha dicho el Pontífice- que ha demostrado como ''todo aquello
que es realmente racional es compatible con lo que han revelado las Sagradas Escrituras''.
Este ha sido el resumen en español de la catequesis, hecho por el mismo Benedicto
XVI.
Queridos
hermanos y hermanas
San Alberto Magno, uno de los más grandes maestros
de la Escolástica, nació en Alemania a comienzos del siglo trece, y profesó como dominico
en Padua. Enseñó en la universidad de París y luego en Colonia, llevando consigo a
Santo Tomás de Aquino. Por sus dotes y preparación, el Papa Alejandro IV lo quiso
como consultor suyo por algún tiempo, y después lo nombró obispo de Ratisbona. Poco
después se le concedió volver a su actividad docente y, en esta condición, contribuyó
al desarrollo del segundo Concilio de Lyon, y también a la clarificación de la doctrina
de Santo Tomás frente a algunas objeciones. Murió en Colonia, en olor de santidad,
en mil doscientos ochenta. En el siglo pasado fue proclamado Doctor de la Iglesia
y nombrado Patrón de los estudiosos de las ciencias naturales. Un título que destaca
su prodigiosa cultura en muchos ámbitos del saber, desde la teología a las ciencias
naturales. Pero que muestra también que no hay oposición entre fe y ciencia, y que
estudiando las leyes de la materia se puede llegar, por analogía, al autor de la creación:
la fe y la razón no se excluyen, sino que se armonizan y complementan.
En
el marco de esta audiencia general, se ha vivido un momento de especial intensidad
y emoción. Pues, como se había anunciado, Benedicto XVI ha bendecido una imagen de
la Virgen del Carmen, que ha regalado a Chile por el Bicentenario de este país y con
el fin de entregar consuelo, esperanza, fortaleza y como signo de afecto del Papa
a los chilenos.
Recordamos que esta imagen de la Virgen del Carmen recorrerá
todo el país, empezando su peregrinación por los lugares más afectados por el terremoto,
junto con el Evangelio de Chile. Llevando la palabra escrita por miles de chilenos,
como testimonio de fe y unidad con el mensaje de Cristo. Estas han sido las palabras
del Papa, en sus saludos en español:
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española, en particular al Cardenal Francisco Javier Errázuriz
Ossa y al Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Alejandro Goić
Karmelić, con la Delegación venida para recibir una imagen de la Virgen del Carmen,
que bendeciré como signo de afecto a los hijos de ese País, que celebra su bicentenario,
y los acompañará en estos momentos de dificultad tras el reciente terremoto sufrido.
Saludo también a los grupos venidos de España, México y otros países latinoamericanos.
Muchas gracias.
Saludando luego a los peregrinos de Polonia, Benedicto
XVI ha recordado que mañana, solemnidad de la Anunciación del Señor, se celebra también
en esta nación la Jornada de la Sacralidad de la Vida. Tras reiterar que el misterio
de la Encarnación revela el particular valor y la dignidad de la vida humana, y haciendo
hincapié en la necesidad de salvaguardar este don, «desde la concepción hasta la muerte
natural», el Papa ha señalado que se une con todo su corazón a aquellos que emprenden
diversas iniciativas en favor del respeto a la vida y en la promoción de una nueva
sensibilidad social en este ámbito tan importante.
También en sus tradicionales
palabras a los diversos grupos de jóvenes, enfermos y recién casados, Benedicto XVI
ha recordado la solemnidad de la Anunciación del Señor, que celebraremos mañana. Con
el anhelo de que sea para todos «una invitación a seguir el ejemplo de María Santísima»,
el Papa ha deseado a los queridos jóvenes que «se traduzca en pronta disponibilidad
a la llamada del Padre», para que sean fermento evangélico en la sociedad.
A
los queridos enfermos, el Santo Padre les ha deseado que sea impulso a renovar la
aceptación serena y confiada de la voluntad divina y a transformar el sufrimiento
en medio de redención de toda la humanidad. Y a los recién casados, que «el sí de
María», suscite en ellos «un compromiso cada vez más generoso, para que puedan construir
una familia fundada en el amor recíproco y en los perennes valores cristianos».