Benedicto XVI pide a los obispos de Burkina Faso y Níger dar prioridad a la formación
del clero y elogia las buenas relaciones interreligiosas
Sábado, 20 mar (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia a los obispos
de Burkina Faso y Níger al final de su quinquenal visita ad limina. Una visita ha
dicho el Papa, en su discurso, que es un “signo concreto de unión de las Iglesias
particulares con el Sucesor de Pedro”. “Deseo que el reforzamiento de esta unidad,
también entre vosotros, en el seno de la Iglesia universal, fortifique vuestro ministerio
y aumente la credibilidad del testimonio de los discípulos de Cristo.”
El Pontífice
ha recordado que tras un siglo de evangelización la iglesia de esta parte de África
“ha dado ya frutos abundantes”, pero a pesar de ello, ha pedido “que un nuevo impulso
misionero anime vuestras comunidades con el objetivo de que el mensaje evangélico
sea plenamente acogido y fielmente vivido. La fe siempre tiene necesidad de consolidar
sus raíces para no volver a viejas prácticas, incompatibles con el seguimiento de
Cristo”.
El Santo Padre ha saludado con satisfacción los esfuerzos realizados
en los últimos años para “una sana inculturación de la fe y ha animado a los obispos
a proseguir en los esfuerzos misioneros de solidaridad que están realizando con generosidad
con las Iglesias hermanas del continente africano. El Papa ha recordado que la reciente
Asamblea del Sínodo para África ha invitado a las comunidades cristianas a hacer frente
a los desafíos que presenta la reconciliación, la justicia y la paz.
El Papa
ha manifestado su satisfacción al saber que la Iglesia de Burkina Faso y Níger continúan
luchando contra los males que impiden a la población poder acceder a un auténtico
desarrollo. Y se ha alegrado asimismo por la solidaridad mostrada a los más afectados
por las inundaciones del pasado mes de septiembre en la región. “Esta solidaridad
enraizada en el amor de Dios -ha expresado el Pontífice- debe ser un compromiso permanente
de la comunidad eclesial.
Benedicto XVI ha insistido para que el año sacerdotal
contribuya a subrayar “la grandeza del sacerdocio y a promover una renovación interior
en la vida de los sacerdotes, para que su ministerio sea siempre más intenso y fecundo.
El sacerdote es ante todo un hombre de Dios” y su formación ha de ser constante. Después
de subrayar el papel esencial de los catequistas y de los laicos en el seno de la
Iglesia, el Papa ha invitado a los obispos a prestar una atención particular a “los
dirigentes políticos e intelectuales de los dos países, a menudo enfrentados por ideologías
opuestas a una concepción cristiana del hombre y de la sociedad”.
El Pontífice
finalmente ha saludado el “buen clima existente en las relaciones interreligiosas,
lo que permite profundizar los lazos de estima y amistad, así como la colaboración
entre todas las partes de la sociedad. “Que las relaciones que unen a cristianos y
musulmanes -ha afirmado Benedicto XVI- continúen reforzándose a fin de que progresen
la paz, la justicia y pueda promoverse el bien común, superándose toda tentación a
la violencia o la intolerancia.