En su mensaje para la JMJ, que cumple 25 años, Benedicto XVI anima a la juventud del
mundo a no desalentarse y no renunciar a sus sueños
Lunes, 15 mar (RV).- Se ha hecho público hoy el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada
Mundial de la Juventud 2010, que se celebrará el 28 de marzo, Domingo de Ramos, que
coincide con el XXV aniversario de la institución - «querida por el venerable Juan
Pablo II, de esta cita anual de los jóvenes creyentes del mundo entero» - y que, además,
este año «representa una etapa hacia el próximo Encuentro Mundial de la Juventud,
que tendrá lugar en agosto de 2011, en Madrid».
Destacando esta «iniciativa
profética», de su amado predecesor, que «ha brindado frutos abundantes, permitiendo
a las nuevas generaciones cristianas encontrarse, ponerse a la escucha de la Palabra
de Dios, descubrir la belleza de la Iglesia y vivir experiencias fuertes de fe, que
han llevado a muchos a entregarse totalmente a Cristo», Benedicto XVI recuerda la
cita en la capital de España, para el próximo año, añadiendo que espera que acudan
numerosos jóvenes a «este evento de gracia». Y «para prepararnos a esta celebración,
el Papa propone algunas reflexiones sobre el tema de este año: «Maestro bueno, ¿qué
debo hacer para heredar la Vida eterna?» (Mc 10,17).
Tema - tomado del
episodio evangélico del encuentro de Jesús con el joven rico – que ya había sido tratado,
en 1985 por Juan Pablo II en una bellísima Carta, dirigida por primera vez a los jóvenes,
recuerda Benedicto XVI, en su Mensaje para este año, que lleva la fecha del 22 de
febrero, Solemnidad de la Cátedra de Pedro, de 2010.
Este mensaje pontificio
se subdivide en 7 puntos. «Jesús encuentra a un joven». «Jesús lo miró con amor».
«El descubrimiento del proyecto de vida». «¡Ven y sígueme!». «Orientados hacia la
vida eterna». «Los mandamientos, camino del amor auténtico». Y «Tenemos necesidad
de vosotros».
«Jesús encuentra a un joven». Precisamente evocando ese encuentro,
el Santo Padre hace hincapié en la gran atención de Jesús hacia los jóvenes - sus
expectativas y esperanzas – mostrando cuán grande es el anhelo de encontrarlos personalmente
y de abrir un diálogo con cada uno de ellos. Benedicto XVI afirma que con este episodio
evangélico, su predecesor quería exhortar a «desarrollar el propio coloquio con Cristo,
un coloquio que es de importancia fundamental y esencial para un joven».
Tras
animar a la juventud de todo el mundo a no desalentarse. A que, a pesar de las dificultades
«¡nunca renuncien a sus sueños!», Benedicto XVI exhorta a los jóvenes a seguir cultivando
en sus corazones «grandes anhelos de fraternidad, de justicia y de paz». «Si lo queréis,
el futuro está en vuestras manos» y en vuestros corazones plasmados por el encuentro
con Cristo «¡para brindar auténtica esperanza al mundo!».
Recordando, como
en su reciente Encíclica sobre el desarrollo humano integral - Caritas in veritate
- algunos de los grandes desafíos actuales, que son urgentes y esenciales para la
vida en este mundo, Benedicto XVI señala el empleo de los recursos de la tierra y
el respeto de la ecología. La justa distribución de los bienes y el control de los
mecanismos financieros. La solidaridad con los países pobres, en el marco de la familia
humana. La lucha contra el hambre en el mundo. La promoción de la dignidad del trabajo
humano, el servicio a la cultura de la vida. La construcción de la paz entre los
pueblos. El diálogo interreligioso y el buen uso de los medios de comunicación social.
Ante esos desafíos, que los jóvenes están llamados a responder para construir
«un mundo más justo y fraterno», Benedicto XVI reitera que «no se trata de cumplir
gestos heroicos, ni extraordinarios, sino de actuar desarrollando con provecho los
propios talentos y posibilidades, comprometiéndose en progresar constantemente en
la fe y en el amor».
«En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida
de los santos, en particular la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios los ha guiado
y que han encontrado su camino, día tras día, precisamente en la fe, en la esperanza
y en el amor», hace hincapié el Papa, reiterando luego que Cristo llama a cada joven
para construir la civilización del amor. Benedicto XVI concluye su Mensaje encomendando
a la juventud del mundo a la Virgen María y asegurando sus oraciones y su bendición
con gran afecto.