2010-03-08 17:40:45

Gratitud del pueblo chileno a Benedicto XVI por sus oraciones, aliento y bendiciones, a la Iglesia universal y a las personas de buena voluntad


Lunes, 8 mar (RV).- El arzobispo de Santiago de Chile presidió ayer la Santa Misa por el eterno descanso de los fallecidos en el terremoto y por los miles de damnificados. En su homilía, el cardenal Francisco Javier Errázuriz expresó la profunda gratitud del pueblo chileno al Santo Padre Benedicto XVI por sus oraciones, aliento y bendiciones, extendiendo asimismo su agradecimiento a la Iglesia universal y a todas las personas de buena voluntad.

Introduciendo la celebración, ante una Catedral metropolitana repleta de fieles, el cardenal arzobispo de Santiago de Chile encomendó a la misericordia del Señor, de una manera muy especial a todas las personas que han fallecido en esta gran desgracia que azotó a esta nación. Y alentó a elevar los corazones a Dios Padre, porque habiendo demostrado Jesucristo su cercanía a los chilenos son tantas las personas que han sido sumamente solidarias.

El purpurado chileno señaló que es hora de duelo, hora de solidaridad, hora de conversión. Refiriéndose a la tragedia que enlutó a Chile a causa de la furia del reciente terremoto y del consiguiente tsunami, en los que muchas familias y numerosas poblaciones sufrieron la pérdida de personas entrañablemente queridas, el cardenal Errázuriz, subrayó que «el duelo es de todos; es el sufrimiento de esa gran familia que somos. Es realmente un duelo nacional».

Luego, el arzobispo de Santiago de Chile destacó las diversas iniciativas de solidaridad que surgieron en todo el país y fuera de él para ir en ayuda de los damnificados y la labor de los medios de comunicación. Tras referirse a la unidad manifestada también por la presidenta saliente y el presidente electo que, sosteniendo ambos la bandera nacional, hicieron ver y sentir que ante la tragedia, Chile se une y solidariza, olvidando todas las diferencias y las luchas.

¡Bendito sea Dios! enfatizó el cardenal Errázuriz, destacando también el espíritu solidario de las Fuerzas Armadas y del Orden; de los Bomberos y otras instituciones así como de los jóvenes voluntarios. Sin olvidar a las comunidades parroquiales y a las de otras confesiones que han tomado valiosas iniciativas.

Hora de conversión. Al referirse al Evangelio de ayer, tercer domingo de Cuaresma, el Cardenal Arzobispo de Santiago de Chile recordó las palabras de Jesús al que le preguntaba: ‘¿Quién peca para que esto sucediera?’. Y cómo la respuesta de Jesús no se deja esperar: «esto no sucede por el pecado de las víctimas».

Hay acontecimientos dolorosos que se deben a la decisión de quienes se erigen como señores de la sangre, Herodes en su tiempo, o bien, a tragedias imprevistas, como la torre de Siloé que cayó sobre los obreros que la construían». «Dios no es un Dios de muertos. Él es un Dios de vivos», hizo hincapié el cardenal Errázuriz, señalando que «por eso, así como en los versículos anteriores, Jesús nos pide aprender a leer ‘los signos de los tiempos’. Ahora nos invita a leer los signos de estas tragedias para sentir desde el fondo del corazón la única llamada importante: conviértanse y vivirán. Es decir, vuelvan sus corazones a Dios, que es la fuente de la vida, del amor y la paz y vuelvan sus corazones a sus hermanos, cuyo rostro nos habla de Cristo».

En el momento del Evangelio, fue llevado al altar el ‘Evangelio de Chile’, obra en la que participaron más de 8 mil chilenos, como un regalo al país en su Bicentenario.

Y al referirse a la entronización del Evangelio de Chile, el cardenal señaló que «con ello queremos expresar la decisión de hombres y mujeres de fe que piden la gracia del Espíritu Santo para construir sus vidas sobre el fundamento sólido de la Palabra de Dios».

«La vida no se acaba, se transforma». Terminada la misa, el cardenal presidió un responso por todos los fallecidos durante el terremoto. Luego, en declaraciones a la prensa, se dirigió a quienes perdieron a familiares y seres queridos y les dijo: «Recuerden con cariño a las personas que partieron. Fueron un regalo de Dios para ustedes. Sin lugar a dudas que fueron muchos los dones que ustedes recibieron de ellos».

«Cómo no recordar con mucha gratitud a las personas que partieron y saber que partieron a la Patria, que partieron al Cielo, al lugar donde Dios los está esperando y quiere compartir con nosotros su amor, su felicidad y su paz», reiteró el arzobispo de Santiago de Chile, recordando que «nosotros somos peregrinos, vamos hacia allá. La vida no se acaba, la vida se transforma, continúa en la Patria con tantos seres queridos. Alegrémonos por el día en el cual nos vamos a encontrar con todos ellos».







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