El Papa invita, durante su visita a la parroquia de S. Juan de la Cruz de Roma, a vivir la Cuaresma corrigiendo algún aspecto de nuestra vida

Domingo, 7 mar (RV).- Por la mañana a las nueve, Benedicto XVI, como obispo de Roma, ha celebrado la santa misa en una de sus parroquias, situada en el sector norte de la capital. Se trata de la parroquia romana de San Juan de la Cruz, que inició su acción pastoral en 1989, pero que sólo hasta hace muy poco no ha podido construir el templo parroquial. En su homilía el Papa ha hecho alusión al Evangelio de hoy. “Jesús -ha dicho- evoca dos episodios de crónica: una represión brutal de la policía romana en el interior del templo, y la tragedia de dieciocho muertos por la caída de la torre de Siloé. La gente interpreta estos hechos como un castigo divino por los pecados de las víctimas, creyéndose al reparo de tales incidentes.

Pero Jesús, ha explicado el Papa, denuncia esta postura como una ilusión, y les dice: “¿Pensáis que aquellos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron pereciendo? Yo os digo que no; y si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis también”. Cristo invita a reflexionar sobre aquellos hechos para un mayor empeño en el camino de la conversión. “En Cuaresma, cada uno de nosotros está invitado por Dios a dar un cambio radical a la propia existencia pensando y viviendo según el Evangelio, corrigiendo alguna cosa en el propio modo de rezar, de actuar, de trabajar, y en la relación con los demás. Jesús nos hace este llamamiento no con severidad, sino porque está preocupado de de nuestro bien, de nuestra felicidad, de nuestra salvación”.

La conclusión del pasaje evangélico, ha terminado diciendo el Santo Padre, “retoma la perspectiva de la misericordia, mostrando la necesidad y la urgencia de renovar el camino hacia Dios”. Aludiendo a la primera lectura, el Papa ha dicho también que “Dios entra en la historia, se hace uno de nosotros. Es un Dios que nos escucha, que no está alejado, que se interesa por nosotros y esto exige nuestra respuesta: que nosotros también le escuchemos y estemos abiertos a la presencia de Dios”.