Benedicto XVI elogia el papel de los voluntarios de Protección Civil, “personas que
verdaderamente contribuyen a delinear el rostro humano y cristiano de la sociedad”
Sábado, 6 mar (RV).- Benedicto XVI ha recibido pasado el mediodía en el aula Pablo
VI del Vaticano a los voluntarios de Protección Civil italiana acompañados por las
autoridades y los responsables de este organismo que contribuye, con su servicio altruista
y desinteresado, a la asistencia de primera mano en ocasión de las grandes emergencias
naturales, como terremotos, o a la actividad de apoyo durante los grandes acontecimientos
nacionales, como pueden ser los juegos olímpicos, cumbres internacionales o “la Jornada
Mundial de la Juventud del año 2000”, que el Papa ha recordado en el discurso que
ha dirigido a los más de 7 mil representantes presentes.
“Gracias por lo que
habéis hecho, y sobre todo con el amor con que lo habéis hecho”, ha subrayado el Santo
Padre, agradeciendo la labor y el compromiso de los voluntarios de Protección Civil.
“Vosotros representáis -ha dicho- una de las expresiones más actuales y maduras de
la larga tradición de solidaridad que echa sus raíces en el altruismo y en la generosidad
del pueblo italiano. El voluntariado de Protección Civil se ha convertido en un fenómeno
nacional, que ha asumido características de participación y organización propias y
que hoy comprende casi un millón 300 mil personas, subdivididas en 3 mil organizaciones.
Los términos “protección” y “civil” representan coordinadas precisas y expresan
de manera profunda vuestra misión, diría vuestra “vocación”: proteger a las personas
y a su dignidad -bienes centrales de la sociedad civil- en los trágicos casos de calamidades
y emergencia que amenazan la vida y la seguridad de familias o de enteras comunidades.
Esta misión, ha explicado el Pontífice, “no consiste sólo en la gestión de
la emergencia”, va más allá y “contribuye a la realización del bien común, el cual
representa siempre el horizonte de la convivencia humana sobre todo en los momentos
de las grandes pruebas”. La dúplice dimensión de protección, que se expresa durante
y después de la emergencia -ha señalado Benedicto XVI- recuerda la figura del Buen
Samaritano: “un personaje que demuestra tener caridad y humildad, asistiendo a los
desventurados en el momento de máxima necesidad. Y esto cuando los demás –algunos
por indiferencia, otros por dureza de corazón- se desinteresan.
Como nos
enseña la página evangélica el amor al prójimo no puede delegarse: el Estado y la
política a pesar de las necesarias premuras por el bienestar, no pueden sustituir
el amor. Como he escrito en la encíclica Deus caritas est: “el amor será siempre necesario
incluso en la sociedad mas justa. No existe ningún ordenamiento estatal justo que
pueda hacer superfluo el servicio del amor. Quien quiere desembarazarse del amor se
dispone a desembarazarse del hombre en cuanto hombre.
“Siempre habrá sufrimiento,
necesidad de consolación y de ayuda. Siempre habrá soledad”, ha afirmado el Papa.
“Siempre existirán situaciones de necesidad material, en las cuales es indispensable
una ayuda, la expresión de amor al prójimo”. Por eso ha dicho el Pontífice: “los voluntarios
no son “apaños” de la red social, sino personas que verdaderamente contribuyen a
delinear el rostro humano y cristiano de la sociedad. Sin voluntariado el bien común
y la sociedad no podrían durar por mucho tiempo, porque su progreso y dignidad dependen,
en larga parte, de las personas que hacen más que su propio deber”.
Además
de vigilantes del territorio, sed cada vez más imágenes vivas del Buen Samaritano,
atendiendo al prójimo, recordando la dignidad del hombre y suscitando esperanza. Cuando
una persona no se limita solamente a cumplir el propio deber en la profesión y en
la familia, sino que se compromete por los demás, su corazón se dilata. Quien ama
y sirve al otro como prójimo vive y actúa según el Evangelio y toma parte en la misión
de la Iglesia, que siempre mira al hombre en su totalidad y quiere hacerle escuchar
el amor de Dios.