Ángelus: Benedicto XVI manifiesta su afecto y cercanía a Chile y a las poblaciones
afectadas por el terremoto y pide solidaridad internacional
Domingo, 28 (RV).- Benedicto XVI ha recordado hoy especialmente a Chile y a las poblaciones
afectadas por el fuerte terremoto del sábado que ha causado numerosas muertos e ingentes
daños. “Rezo por las víctimas, y estoy cercano espiritualmente a las personas probadas
por tan grave calamidad tan grave. Para ellas imploro de Dios alivio en el sufrimiento
y valor en estas adversidades. Estoy seguro de que no faltará la solidaridad de tantos,
en particular de las organizaciones eclesiales”.
Tras el rezo de la oración
mariana del Ángelus, que hoy se ha centrado en el episodio de la Transfiguración de
Jesús, el Papa ha saludado en español a los peregrinos procedentes de América Latina
y de España, presentes esta mañana en la plaza de San Pedro. Y en esta ocasión el
Santo Padre ha tenido palabras especiales de afecto y consuelo para la población chilena.
Como ya he dicho
en italiano, me siento particularmente cercano a la querida población chilena afectada
por un gran terremoto en su País. En un momento como éste, brota espontáneamente una
plegaria al Señor por las víctimas y un mensaje de aliento a todos para superar esta
gran prueba.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española,
en particular los grupos de Ibiza y Formentera, acompañados por su Obispo diocesano,
y a los de las Parroquias de Cañete de las Torres y de la Trinidad, así como a los
participantes en la pastoral Universitaria de ETEA, de la diócesis de Córdoba. Que
la Transfiguración del Señor, que nos relata el Evangelio de hoy, avive nuestra esperanza
e ilumine el camino cuaresmal hacia la Pascua del Señor. Feliz domingo.
Este
medio día, como cada domingo Benedicto XVI ha rezado, desde la ventana de su estudio
frente a la Plaza de San Pedro, con los numerosos fieles y peregrinos presentes la
oración mariana del Ángelus. En esta ocasión el Pontífice se ha centrado en el episodio
de la Transfiguración de Jesús que predomina en la liturgia de este segundo domingo
de Cuaresma. En este contexto el Papa ha subrayado que precisamente “la Transfiguración
nos recuerda que las alegrías esparcidas por Dios en la vida no son las metas de llegada,
sino luces que Él disemina durante nuestra peregrinación terrena, para que sólo Jesús
sea nuestra Ley, y su Palabra sea el criterio que guíe nuestra existencia”.
El
Santo Padre ha recordado también que ayer se concluyeron en el Palacio Apostólico,
los Ejercicios Espirituales que, como es costumbre, se realizan al inicio de la Cuaresma
en el Vaticano. Y al agradecer a cuantos han estado cerca espiritualmente, el Papa
ha explicado que han sido días de recogimiento y de intensa oración con sus colaboradores
de la Curia Romana, reflexionando sobre la vocación sacerdotal, en sintonía con el
Año que la Iglesia está celebrando.
Refiriéndose a la liturgia de este segundo
domingo de Cuaresma el Papa ha citado la invitación del Maestro presente en el evangelio
de san Lucas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame”. El Santo Padre ha dicho que “este evento extraordinario, es un
aliciente para seguir a Jesús”.
“Lucas no habla de Trasfiguración, sino que
describe cuanto ha sucedido a través de dos elementos: el rostro de Jesús que cambia
y su vestido que se vuelve de una blancura fulgurante, ante la presencia de Moisés
y Elías, símbolo de la Ley y de los Profetas. Los tres discípulos que asisten a la
escena están oprimidos por el sueño: es la actitud de quien, aun siendo espectador
de prodigios divinos, no comprende. Sólo la lucha contra el torpor que les invade
permite a Pedro, Santiago y Juan “ver” la gloria de Jesús”.
“Entonces – ha
proseguido el Pontífice – el ritmo se hace apremiante: mientras Moisés y Elías se
separan del Maestro, Pedro habla y, mientras está hablando, una nube lo cubre a él
y a los demás discípulos con su sombra; es una nube, que, mientras cubre, revela la
gloria de Dios, como sucedió para el pueblo que peregrinaba en el desierto. Los ojos
ya no pueden ver, perro los oídos pueden escuchar la voz que sale de la nube: “¡Éste
es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle!”.
Después de explicar que los discípulos
ya no están frente a un rostro transfigurado, ni ante una vestimenta cándida, ni ante
una nube que revela la presencia divina, sino ante “Jesús solo” (v. 36), Benedicto
XVI ha dicho: “Jesús está solo delante de su Padre, mientras reza, pero, al mismo
tiempo, “Jesús solo” es todo lo que es dado a los discípulos y a la Iglesia de todos
los tiempos: es lo que debe bastar en el camino. Es Él la única voz que hay que escuchar,
el único que hay que seguir, a él, que subiendo hacia Jerusalén entregara la vida
y un día “trasfigurará” nuestro miserable cuerpo para conformarlo a su cuerpo glorioso”.
Al
recordar la expresión estática de Pedro “Maestro, qué bello para nosotros es estar
aquí”, el Papa ha dicho que con frecuencia se asemeja a nuestro deseo de ser consolados
por el Señor: “pero la Transfiguración nos recuerda que las alegrías sembradas por
Dios en la vida no son puntos de llegada, sino luces que Él nos da en la peregrinación
terrenal, para que “Jesús solo” sea nuestra Ley y su Palabra sea el criterio que guía
nuestra existencia.
Antes de rezar el Ángelus, el Papa ha invitado a todos,
en este período cuaresmal, a meditar asiduamente el Evangelio. Además, ha deseado
que en este Año Sacerdotal “los pastores estén verdaderamente imbuidos de la Palabra
de Dios, la conozcan de verdad, la amen hasta el punto de que ella realmente les dé
vida y forme su pensamiento”. Y ha concluido invocando a la Santísima Virgen María,
para que “nos ayude a vivir intensamente nuestros momentos de encuentro con el Señor,
para que podamos seguirlo cada día con alegría”.