Ángelus: Benedicto XVI recuerda que Cristo vino al mundo para liberarnos del pecado
y de la fascinación ambigua de proyectar nuestra vida prescindiendo de Dios
Domingo, 21 feb (RV).- El rito de las cenizas celebrado el pasado miércoles, dio paso
al inicio de la Cuaresma, tiempo de renovación espiritual que prepara a la celebración
de la Pascua. El Santo Padre Benedicto XVI ha iniciado su alocución previa al rezo
mariano del Ángelus respondiendo a la pregunta de qué significa éste itinerario cuaresmal.
Pregunta a la que precisamente responde el evangelio del primer domingo de Cuaresma,
con la narración de las tres tentaciones de Jesús en el desierto.
El Pontífice
ha explicado a los cientos de fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano,
que esas tentaciones no fueron un simple incidente en el recorrido de Jesús, sino
que fueron “la consecuencia de la elección de Jesús de seguir la misión que el Padre
le confió, de vivir hasta el final su realidad como Hijo amado, que confía plenamente
en Él”. “Cristo vino al mundo
para liberarnos del pecado y de la fascinación ambigua de proyectar nuestra vida prescindiendo
de Dios (…) Éste ejemplo vale para todos: el mundo se mejora comenzando por uno mismo,
cambiando, con la gracia de Dios, lo que no va en nuestra vida”.
Analizando
las tres tentaciones a las que fue sometido Jesús, el Papa ha recordado que representan
la necesidad material –el hambre-, el engaño del poder –la promesa de todos los reinos-,
y la obediencia a Dios, que nunca hay que poner a la prueba. “Ésta es una enseñanza
fundamental para nosotros: si llevamos en la mente y en el corazón la Palabra de Dios,
si ésta entra en nuestra vida, si confiamos en Dios, podemos rechazar todo tipo de
engaño del Tentador”.
En este sentido, la Cuaresma se convierte en un lugar
de “retiro” durante el que cada uno de nosotros entra en uno mismo y escucha la voz
de Dios, para vencer las tentaciones del maligno y encontrar la verdad. “Un tiempo, podemos
decir, de ‘entrenamiento’ espiritual para vivir junto a Jesús, no con orgullo y presunción,
sino usando las armas de la fe, es decir, la oración y la escucha de la Palabra de
Dios y la penitencia. De este modo podremos celebrar la Pascua en verdad, preparados
a renovar las promesas de nuestro Bautismo”.
Por último Benedicto XVI ha invocado
a la Virgen María para que ayude a cada uno a vivir con felicidad este tiempo de gracia,
y para que interceda en particular por él y por sus colaboradores en la Curia Romana
que hoy inician sus ejercicios espirituales.
Y tras el rezo mariano del Ángelus
y el responso por los fieles difuntos, el Pontífice ha saludado como es tradicional,
en varias lenguas, éstas han sido sus palabras en español: “Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. En este inicio
del itinerario cuaresmal, la liturgia nos va introduciendo poco a poco en un clima
de mayor austeridad y recogimiento para propiciar en los fieles una reflexión profunda
sobre el fin último de nuestra existencia y su dimensión eminentemente sobrenatural.
Es Cristo el que se nos ofrece como única riqueza que perdura, como el verdadero alimento
de vida eterna y la plenitud para nuestras almas. Confiemos a las manos maternas de
María Santísima la vivencia humilde y fructífera de este tiempo de preparación para
la Pascua. Muchas gracias y feliz domingo”.