Benedicto XVI recuerda a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida, que
la ley natural reafirmada por la Iglesia, es una barrera a legislaciones lesivas de
la vida
Sábado, 13 feb (RV).- En ocasión de la Asamblea general de la Pontificia Academia
para la Vida, que reflexiona sobre la relación entre bioética y ley moral natural,
Benedicto XVI ha recordado en un discurso pronunciado esta mañana ante los miembros
de esta Academia, que la vida del hombre tiene dignidad propia.
“De hecho, desde el
primer instante, la vida del hombre se caracteriza por ser vida humana, y por
este motivo posee siempre, en todo lugar, y a pesar de todo, dignidad propia. De otro
modo estaríamos siempre ante la presencia del peligro de un uso instrumental de la
ciencia, con la inevitable consecuencia de caer fácilmente en el arbitrio, en la discriminación,
y en el interés económico del más fuerte”.
La defensa de la dignidad de la
persona ha sido el tema central del discurso del Papa, evidenciando la necesidad de
un proyecto pedagógico integral que permita afrontar las temáticas relacionadas con
la bioética en una visión positiva, equilibrada y constructiva, sobre todo en la relación
entre fe y razón.
“Precisamente el reconocimiento
de la dignidad humana, en cuanto derecho inalienable, encuentra su primer fundamento
en esa ley no escrita por el hombre, sino inscrita por Dios Creador en el corazón
del hombre que todo ordenamiento jurídico está llamado a reconocer como inviolable,
y toda persona está llamada a respetar y promover”.
En este sentido el Santo
Padre ha señalado la necesidad de repetir con firmeza, que “no existe una comprensión
de la dignidad humana ligada sólo a elementos externos como el progreso de la ciencia,
la gradualidad en la formación de la vida humana, o la piedad fácil ante situaciones
límites”. Por todo ello Benedicto XVI ha exhortado a que “cuando se invoque el respeto
por la dignidad de la persona, es fundamental que éste sea pleno”.
Benedicto
XVI ha reconocido después las contradicciones en este campo en el contexto actual,
que podrían desembocar en una deriva relativista, como lo demuestra la historia. De
ahí que la ley moral natural permita eliminar este peligro y sobre todo, “ofrecer
a los legisladores la garantía de un auténtico respeto de la persona.”
Por
último el Pontífice ha recordado a los miembros de la Pontificia Academia para la
Vida, su papel fundamental en el mundo actual: “Ilustres miembros
de la Pontificia Academia para la Vida, en el contexto actual vuestro compromiso se
vuelve siempre más delicado y difícil, pero la creciente sensibilidad en relación
a la vida humana, anima a proseguir siempre con mayor ímpetu y valentía, en este importante
servicio a la vida y a la educación en los valores evangélicos de las futuras generaciones”.