2010-02-06 15:51:53

El Papa alaba el esfuerzo de Guatemala por consolidar el Estado de derecho, que implica eliminar la corrupción y reformar la justicia, para erradicar la sensación de impunidad


Sábado, 6 feb (RV).- Lucha contra la pobreza y la corrupción, defensa de la vida y de la familia y promoción de la democracia han sido los temas principales subrayados por Benedicto XVI al nuevo embajador de Guatemala con motivo de la presentación de las Cartas credenciales.

Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia al embajador de Guatemala ante la Santa Sede, Alfonso Roberto Matta Fahsen, para la presentación de las cartas credenciales. En su discurso al diplomático el Santo Padre ha recordado la atención que la Santa Sede presta a Guatemala, cuya historia desde hace siglos ha sido fecundamente permeada y enriquecida por la sabiduría que brota del Evangelio.

El pueblo guatemalteco, con su variedad de etnias y culturas, tiene muy arraigada la fe en Dios, una entrañable devoción a María Santísima y un amor fiel al Papa y a la Iglesia. Esto, ha recordado Benedicto XVI se corresponde con las estrechas y fluidas relaciones que su país mantiene desde hace tiempo con la Santa Sede, y que alcanzaron relieve con la creación de la Nunciatura Apostólica en Guatemala. Es de esperar que la conmemoración del 75 aniversario de este importante acontecimiento, en el año 2011, dé nuevos impulsos a la cooperación existente en su patria entre el Estado y la Iglesia, fundada en el respeto y la autonomía de las distintas esferas que les son propias, y se progrese en el diálogo leal y honesto para fomentar el bien común de toda la sociedad guatemalteca, que ha de otorgar una atención especial a los más desfavorecidos.

En este contexto el Santo Padre ha manifestado su cercanía con quienes sufren las consecuencias de los fenómenos climáticos que, también en Guatemala, contribuyen a aumentar la sequía y favorecen la pérdida de las cosechas, produciendo desnutrición y pobreza. A este punto el Papa ha puesto de relieve la labor de cooperantes y voluntarios que están intentado paliar el dolor, el hambre y la indigencia de tantos hermanos y ha expresado asimismo su gratitud a los distintos organismos y agencias de cooperación internacional, así como a la Iglesia en Guatemala, que están haciendo todo lo posible por mitigar la carestía de amplios sectores de la población.

Los numerosos valores humanos y evangélicos que atesora el corazón de los ciudadanos de su país, como el amor a la familia, el respeto a los mayores, el sentido de responsabilidad y, sobre todo, la confianza en Dios, representan importantes motivos para la esperanza. De este copioso patrimonio espiritual, ha señalado Benedicto XVI, se pueden sacar las fuerzas necesarias para contrarrestar otros factores que deterioran el tejido social guatemalteco, como el narcotráfico, la violencia, la emigración, la inseguridad, el analfabetismo, las sectas o la pérdida de referencias morales en las nuevas generaciones.

Por eso, a las iniciativas que ya se están llevando a cabo en su nación para salvaguardar e incrementar esta inestimable riqueza, se habrán de añadir nuevas soluciones, que han de buscarse, ha puntualizado el Santo Padre: “a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad”.

Después, el obispo de Roma ha manifestado su reconocimiento por las acciones que se están llevando a cabo en Guatemala para consolidar las garantías de un verdadero Estado de derecho. Este proceso ha de ir acompañado por una firme determinación, que nace de la conversión personal del corazón, de eliminar cualquier forma de corrupción en las instituciones y administraciones públicas y de reformar la justicia, para aplicar justamente las leyes y erradicar la sensación de impunidad con respecto a quienes ejercen cualquier tipo de violencia o desprecian los derechos humanos más esenciales.

En el acerbo cultural de su patria, en la historia reciente de pacificación de la sociedad guatemalteca, o en la formulación jurídica de sus leyes, hay realidades que determinan la identidad específica de su pueblo y que pueden repercutir de modo benéfico en la estabilidad política y social de la zona centroamericana. A este respecto, es digna de mención, ha manifestado Benedicto XVI, la clarividencia con que la Constitución de Guatemala garantiza la defensa y protección legal de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Exhorto a todos los agentes sociales de su País, en particular a los representantes del pueblo en las instituciones legislativas, a mantener y reforzar este elemento básico de la “cultura de la vida”, que contribuirá sin duda a engrandecer el patrimonio moral de los guatemaltecos.

Al finalizar su discurso Benedicto XVI ha asegurado al embajador la completa disponibilidad de sus colaboradores para el fructuoso desempeño de la misión que ahora inicia, y ha ofrecido sus augurios a los amados hijos e hijas de Guatemala, por cuya prosperidad y paz elevó fervientes plegarias al Altísimo, por intercesión de Nuestra Señora del Rosario, “celestial Patrona de esa bendita tierra”.
DISCURSO COMPLETO DE BENEDICTO XVI
Señor Embajador:
1. Recibo complacido de sus manos las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Guatemala ante la Santa Sede. Le doy la cordial bienvenida en el momento que da comienzo a la alta responsabilidad que le ha sido encomendada, a la vez que agradezco las gentiles palabras que me ha dirigido y el deferente saludo que me transmite de parte de Su Excelencia, Ingeniero Álvaro Colom Caballeros, Presidente de Guatemala. Le ruego que tenga la bondad de hacerle llegar mis mejores deseos para él y su Gobierno, que acompaño con mis oraciones por su Patria y sus nobles gentes.
 
2. Bien conoce Vuestra Excelencia la atención que la Santa Sede presta a Guatemala, cuya historia desde hace siglos ha sido fecundamente permeada y enriquecida por la sabiduría que brota del Evangelio. En efecto, el pueblo guatemalteco, con su variedad de etnias y culturas, tiene muy arraigada la fe en Dios, una entrañable devoción a María Santísima y un amor fiel al Papa y a la Iglesia. Esto se corresponde con las estrechas y fluidas relaciones que su País mantiene desde hace tiempo con la Santa Sede, y que alcanzaron especial relieve con la creación de la Nunciatura Apostólica en Guatemala. Es de esperar que la conmemoración del 75 aniversario de este importante acontecimiento, en el año 2011, dé nuevos impulsos a la cooperación existente en su Patria entre el Estado y la Iglesia, fundada en el respeto y la autonomía de las distintas esferas que les son propias, y se progrese en el diálogo leal y honesto para fomentar el bien común de toda la sociedad guatemalteca, que ha de otorgar una atención especial a los más desfavorecidos.
3. En este contexto, no puedo olvidar a quienes sufren las consecuencias de los fenómenos climáticos que, también en su País, contribuyen a aumentar la sequía y favorecen la pérdida de las cosechas, produciendo desnutrición y pobreza. Esta situación extrema ha llevado recientemente al Gobierno nacional a declarar el “estado de calamidad pública” y a solicitar la ayuda de la comunidad internacional. Deseo manifestar mi afecto y cercanía espiritual a los que padecen estas graves contrariedades, así como el reconocimiento a las instituciones de su Patria que con dedicación se esfuerzan por aportar soluciones a estos problemas tan serios. También se ha de mencionar en estos momentos la magnanimidad de los cooperantes y voluntarios, así como la de todas las personas que con sus desvelos y sacrificios están intentado paliar el dolor, el hambre y la indigencia de tantos hermanos suyos. Asimismo, quiero expresar mi gratitud a los distintos organismos y agencias de cooperación internacional, que están haciendo todo lo posible por mitigar la carestía de amplios sectores de la población. Y, en particular, pienso en los amados hijos de la Iglesia en Guatemala, Pastores, religiosos y fieles que, una vez más, tratan de imitar el modelo evangélico del Buen Samaritano, asistiendo pródigamente a los más menesterosos.
 
Conseguir que todos puedan disponer del alimento necesario es un derecho básico de toda persona y, por tanto, un objetivo prioritario. Para ello, además de recursos materiales y decisiones técnicas, hacen falta hombres y mujeres con sentimientos de compasión y solidaridad, que se encaminen hacia la consecución de esta meta, dando muestras de esa caridad que es fuente de vida, y que todo ser humano necesita. Trabajar en esta dirección es promover y dignificar la vida de todos, especialmente la de aquellos más vulnerables y desprotegidos, como los niños que, sin una adecuada alimentación, ven comprometido su crecimiento físico y psíquico y, a menudo, se ven abocados a trabajos impropios de su edad o inmersos en tragedias, que constituyen una violación de su dignidad personal y de los derechos que de ella se derivan (Cf. Mensaje para la Jornada mundial de la Alimentación 2007, 3).
 
4. Los numerosos valores humanos y evangélicos que atesora el corazón de los ciudadanos de su País, como el amor a la familia, el respeto a los mayores, el sentido de responsabilidad y, sobre todo, la confianza en Dios, que reveló su rostro en Jesucristo, y al que invocan en medio de sus tribulaciones, representan importantes motivos para la esperanza. De este copioso patrimonio espiritual se pueden sacar las fuerzas necesarias para contrarrestar otros factores que deterioran el tejido social guatemalteco, como el narcotráfico, la violencia, la emigración, la inseguridad, el analfabetismo, las sectas o la pérdida de referencias morales en las nuevas generaciones. Por eso, a las iniciativas que ya se están llevando a cabo en su Nación para salvaguardar e incrementar esta inestimable riqueza, se habrán de añadir nuevas soluciones, que han de buscarse “a la luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad” (Caritas in veritate, 32). En esta empresa tan decisiva, las Autoridades de su País podrán contar siempre con la solícita colaboración de la Iglesia en su intento constante por abrir “caminos nuevos y creativos” para responder a los desoladores efectos de la pobreza y cooperar a la dignificación de todo ser humano (cf. Documento conclusivo de la V Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 380-546).
 
5. Deseo manifestar también mi reconocimiento por las acciones que se están llevando a cabo en Guatemala para consolidar las garantías de un verdadero Estado de derecho. Este proceso ha de ir acompañado por una firme determinación, que nace de la conversión personal del corazón, de eliminar cualquier forma de corrupción en las instituciones y administraciones públicas y de reformar la justicia, para aplicar justamente las leyes y erradicar la sensación de impunidad con respecto a quienes ejercen cualquier tipo de violencia o desprecian los derechos humanos más esenciales. Esta labor de fortalecimiento democrático y de estabilidad política ha de ser constante, y es imprescindible para poder avanzar en un verdadero desarrollo integral de la persona, que repercuta de manera positiva en todos los ámbitos de la sociedad, ya sea el económico, cultural, político, territorial o religioso (cf. Caritas in veritate, 41).
 
6. En el acerbo cultural de su Patria, en la historia reciente de pacificación de la sociedad guatemalteca, o en la formulación jurídica de sus leyes, hay realidades que determinan la identidad específica de su pueblo y que pueden repercutir de modo benéfico en la estabilidad política y social de la zona centroamericana. A este respecto, es digna de mención la clarividencia con que la Constitución de Guatemala garantiza la defensa y protección legal de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Exhorto a todos los agentes sociales de su País, en particular a los representantes del pueblo en las instituciones legislativas, a mantener y reforzar este elemento básico de la “cultura de la vida”, que contribuirá sin duda a engrandecer el patrimonio moral de los guatemaltecos.
 
7. Señor Embajador, tenga la seguridad de la completa disponibilidad de mis colaboradores para el fructuoso desempeño de la misión que ahora inicia, a la vez que le ruego formule mis mejores votos a las Autoridades que se la han confiado y a los amados hijos e hijas de Guatemala, por cuya prosperidad y paz elevo fervientes plegarias al Altísimo, por intercesión de Nuestra Señora del Rosario, celestial Patrona de esa bendita tierra.
Vaticano, 6 de febrero de 2010
 
Discurso de S.E. el Sr. Alfonso Alberto MATTA FAHSEN
Embajador de Guatemala ante la Santa Sede con motivo de la Presentación de Credenciales a Su Santidad Benedicto XVI — 6 de febrero de 2010
 
Santidad,
 
Es un alto honor dirigirme a Su Santidad, con motivo de hacerle entrega de las cartas credenciales que me acreditan como nuevo embajador de la República de Guatemala ante la Santa Sede, cargo que, como católico, me enorgullece sobremanera y se suma a una intensa emoción: la valiosa oportunidad de poder servir no solo a mi país, sino a la Iglesia, en la cercanía del Vicario de Cristo, además de hacerme sentir muy honrado por la confianza que deposita en mí el Gobierno de Guatemala.
 
Guatemala, a través de su historia, ha sufrido los avatares de diversos cambios políticos, lo que ha dado lugar a procesos de reformas políticas y sociales qua han ido favoreciendo la irrupción de las mesas y sus organizaciones en la vida política nacional. A partir de ello nuestra historia ha estado marcada por diferentes cambios culturales, políticos, sociales y económicos, trayendo consigo progreso para el país en múltiples aspectos como la creación de escuelas y universidades públicas y privadas, actividad comercial, bancaria, industrial, la producción agrícola y un apreciable crecimiento demográfico que se refleja en un crecimiento de la clase media. Pero con ello también han crecido las desigualdades sociales y la pobreza existentes en Guatemala. A este proceso hay que sumar varios problemas más, no siendo el único país en padecerlos.
 
A raíz del cambio climático que afecta a nuestro planeta, Guatemala ha sufrido los embates de la Naturaleza con la pérdida de vidas humanas y elevados daños a su economía, que es mayoritariamente agrícola. Los efectos del cambio climático han afectado a nuestro país en diversas formas, dando paso a que otros problemas existentes se desarrollen y estos a su vez creen otros, convirtiéndose así en problemas exponenciales. En la actualidad hay varias regiones del país azotadas por la sequía, que ha provocado situaciones extremes en sus pobladores, habiendo implementado el Gobierno un plan de emergencia especial, así como un llamado internacional al que la Santa Sede no ha sido ajena y que agradezco en nombre de mi Gobierno. Es un valioso y constante apoyo que seguimos recibiendo a través de los múltiples canales de cooperación de la Iglesia católica.
 
Debido al conflicto armado quo azotó a nuestro país por un espacio de casi treinta años, se creó un éxodo migratorio de familias enteras a países vecinos. Grades a Dios hemos alcanzado la paz y se ha logrado el retorno de los emigrados, incorporándolos así a la vida económica, política y social del país, no sin costos. Con la firma de los acuerdos de Paz, los sucesivos gobiernos de Guatemala, han realizado múltiples y continuados esfuerzos para corregir las deficiencias institucionales, principalmente las relacionadas con las entidades de la administración de justicia y observancia de los derechos humanos, esfuerzos qua han sido reconocidos por la comunidad internacional.
 
Esto ha permitido que se hayan podido llevar a cabo transformaciones y modificaciones profundas en tópicos tan importantes como la vida democrática del país, los patrones de inversión pública, las políticas y prácticas fiscales, reforma y modernización del Estado, habiendo terminado, además, con la exclusión política. La inversión pública que se limitaba a los centros urbanos ha cambiado y ahora se construye e invierte en caminos, telecomunicaciones, energía eléctrica, etc., pero en áreas rurales. Los presupuestos de los Ministerios de Educación y de Salud se han incrementado sensiblemente. Se crearon instituciones pare el financiamiento de compra de tierras, así como de asistencia legal.
 
Hoy día el motivo de la emigración es otro. La causante, que es conocida por todos: “1a coyuntura económica internacional, ha ocasionado estragos incluso, en las economías más grandes. Esto ha afectado a la población guatemalteca que en busca de un ingreso, se ha visto obligada a emigrar. La política del Gobierno del Presidente Alvaro Colom sostiene un apoyo integral y participativo a este sector de la población, buscando propiciar condiciones para que no se vean obligados a emigrar, y lo que han emigrado tengan un constante apoyo a través de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores vía los consulados, que efectúan servicios y jornadas especiales debidamente programados con antelación, desplazándose fuera de su sede. Otro factor a tener en cuenta es nuestra ubicación geográfica, que nos hace no solo país de paso, sino de espera para los migrantes de terceros países que llegan ya sea a pie o por cualquier otro medio de transporte, ocasionando otros problemas de complicada y costosa solución.
 
Desde abril de 2008, el Gobierno del Presidente Colom ha iniciado un programa que tiene como objetivos específicos educación, salud y nutrición, especialmente diseñado para ayudar a las familias más pobres. El éxito de este programa no se ha hecho esperar, en 2009 se beneficiaron cerca de 480 mil familias y se prestó asistencia médica y sanitaria a cerca de 500 mil niños de O a 5 años. Y en educación se han beneficiado cerca de 1 millón de niños en edad escolar.
 
Con mucha fe y cariño esperamos los guatemaltecos la próxima visita de Su Santidad a tierras de América Latina, con esperanza porque estaríamos agradecidos muy singularmente si Guatemala estuviera dentro de Vuestro itinerario, para lo que mi Gobierno esta incondicionalmente a Vuestra disposición
 
Santidad, tened la certeza de mi dedicación y colaboración en aras de esa difícil pero encantadora misión de la pastoral que realiza la Iglesia en Guatemala en favor de los más necesitados. De igual manera en toda aquella situación que se preste para incrementar el dialogo y la cooperación entre la Santa Sede y Guatemala.
 
Humildemente Os pido Santo Padre, Vuestra Bendición Apostólica para el Presidente Alvaro Colom, su familia, su Gobierno y el Pueblo de Guatemala, así como para los miembros de mi Embajada y sus familias, para mi familia y para mí mismo. 







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