Las luces y la vida consagrada en la Fiesta de la Presentación del Señor
Jueves, 28 ene (RV).- Benedicto XVI presidirá las Vísperas de la inminente fiesta
de la Presentación del Señor, el próximo 2 de febrero. Con tal motivo el maestro de
las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice, Mons. Guido Marini, en una nota ha
querido ilustrar la importancia de esta celebración, conocida también como la fiesta
de las luces y que tuvo su origen en Oriente con el nombre de “Ipapante”, es decir,
“encuentro”.
Monseñor Marini, explica que en el siglo VI esta fiesta se extendió
a Occidente con distintas orientaciones: en Roma, con un carácter más penitencial
y en la Galia, con la solemne bendición y procesión de las candelas, de donde toma
el nombre popularmente conocido como “la candelaria”.
Los símbolos de la celebración
tomados de las interpretaciones de san Ivón de Chartres y de san Anselmo significan:
la cera, que es obra de la abeja virgen, representa la carne virginal de Cristo, que
al nacer no ha manchado la integridad de la Madre; la mecha, que está dentro de la
cera, es el alma humana de Cristo; mientras que la llama que brilla en la parte superior,
significa la divinidad de Cristo.
El Maestro de las Celebraciones Litúrgicas
del Sumo Pontífice también da una valoración de elementos presentes en la narración
evangélica de la fiesta de la Presentación del Señor como son: la obediencia de José
y de María a la ley del Señor, la pobreza de los esposos santos y la condición virginal
de la Madre de Jesús. Es por ello, que el 2 de febrero se celebra la fiesta de aquellos
que están dedicados al servicio del Señor y de los hermanos que forman parte de las
distintas formas de Vida Consagrada.
En cuanto a la celebración de este año,
Mons. Marini aclara que a diferencia de los últimos años, este año no está prevista
la celebración de la misa en la basílica vaticana presidida por el cardenal Franc
Rodé, prefecto de la Congregación para los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades
de Vida Apostólica sino que tendrá lugar la celebración de las Vísperas presididas
por el Santo Padre.
Como ya es habitual, se celebrará permaneciendo en el
marco de la adoración eucarística. La celebración concluirá con la adoración y la
bendición eucarística. Servirán al altar como ministrantes los estudiantes religiosos
de la Orden de san Agustín. Algunos espacios de silencio, que se producirán tras
el Canto de los Salmos y después de la homilía del Santo Padre, pretenden subrayar
la dimensión del recogimiento orante, como parte integral de la celebración litúrgica.