Haití/Pontificio Consejo Cor Unum: es necesario restituir esperanza a la población
Viernes, 22 ene (RV).- Prosigue incesante en Haití la movilización de la Iglesia en
ayuda de la población devastada por el terremoto. En total, las agencias internacionales
católicas, han abierto doce centros para la distribución de ayuda. La nunciatura se
ha convertido en el punto de referencia para cualquier tipo de petición de ayuda.
La obra de asistencia está coordinada, en los lugares del desastre, por Catholic
Relief Services, la agencia internacional de desarrollo y auxilio de los obispos
estadounidenses, en contacto directo con Pontificio Consejo Cor Unum.
"Se trata
de un compromiso -ha asegurado en una entrevista al Osservatore Romano el cardenal
presidente del dicasterio, Paul Josef Cordes- que proseguirá incluso cuando todo haya
terminado. La Iglesia permanecerá al lado de las personas también cuando su sufrimiento
no sea ya noticia, y nadie corra para prestar ayuda". Diez días después del fortísimo
seísmo que ha destruido Haití y ha diezmado al pueblo haitiano, “la situación permanece
trágica, las emergencia son muchas”, dice el purpurado.
“El número de muertos
continúa aumentando, incluso entre nuestros sacerdotes. Unos 30 seminaristas prosiguen
todavía hoy desaparecidos. Miles de cuerpos están siendo sepultados en fosas comunes.
Entre las ruinas aún se rescatan personas vivas que han permanecido sepultadas días
enteros”. “Personalmente -ha declarado el cardenal Cordes-, he quedado muy impresionado
por las declaraciones de una superviviente que ha dicho que ha rezado durante horas
bajo los escombros para que Dios le salvara la vida, ya que es hija única y quería
evitar el dolor a sus padres”.
Por lo que se refiere a las emergencias, el
presidente del Pontificio Consejo Cor Unum ha afirmado que después de los iniciales
problemas de coordinación en la distribución de ayudas, ahora se han normalizado las
entregas de agua, comida y medicinas. Sin embargo, todavía existen muchas vidas que
hay que salvar, enfermedades que evitar y sobre todo ayudar al pueblo haitiano a que
construya el futuro con esperanza.
Después del llamamiento de Benedicto XVI
tras la catástrofe, señala el purpurado, la movilización y la respuesta han sido inmediatas
y prosiguen infatigables. Se han movilizado iglesias locales lejanas como algunas
en Rusia, Taiwán o Corea, organizaciones eclesiales como Caritas, la Orden de Malta,
la Conferencia de san Vicente de Paúl, la Cross International Catholic Outreach, o
el Jesuit Relief Services, solo por citar algunas, que han enviado personal a Haití
y han prestado asistencia concreta, explica el cardenal Cordes.
El Pontificio
Consejo en contacto cotidiano con el Catholic Relief Services, tiene 300 personas
coordinando las ayudas a los damnificados. Las reuniones con los obispos locales y
con distintas agencias caritativas católicas son constantes para mantener puesta al
día la situación y actuar de manera ordenada y puntual, dice el cardenal. También
el nuncio está en contacto directo con la población y baja a la calle a menudo para
llevar a la gente el consuelo del Papa, una palabra de esperanza. “Nos mantiene informados
constantemente. Hay necesidad de todo –dice-, de una infinidad de cosas esenciales:
agua, radio para comunicar, ambulancias. El nuncio nos sugiere que las ayudas recogidas
por Cor Unum sean utilizadas para comprar medicinas, agua y alimentos. Pero sobre
todo nos informa que hay necesidad de restituir esperanza a la gente, y para ello,
todos debemos rezar”.