Histórica visita de Juan Pablo II a la Sinagoga de Roma hace 24 años
Domingo, 17 ene (RV).- La visita de hoy de Benedicto XVI al Templo Mayor de los judíos
de Roma y a la comunidad judía romana, que es la más antigua de Occidente, es la tercera
de su pontificado a una sinagoga, habiendo visitado ya las de Colonia –en 2005 – y
de Nueva York – en 2008. Además, se enlaza con la histórica y memorable visita que
realizó el Venerable Papa Juan Pablo II. Cuando, el 13 de abril de 1986, fue acogido
por el Rabino Jefe de entonces, Elio Toaff.
En su aplaudido discurso, el Papa
Wojtyla evocó el magisterio del Concilio Vaticano II, en particular, el decreto Nostra
Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia Católica con el Judaísmo. “Algunos de vosotros
habéis venido más de una vez al Vaticano, tanto en ocasión de las numerosas audiencias
que he podido mantener con representantes del Judaísmo italiano y mundial, como desde
antes, en el tiempo de mis predecesores Pablo VI, Juan XXIII y Pío XII”.
Juan
Pablo II hizo hincapié en su profunda gratitud por la acogida recibida y en los antiguos
lazos que unen entrañablemente al Obispo de Roma con la comunidad judía de la Ciudad
Eterna: “Además sé muy bien
que el Rabino Jefe, la noche que precedió la muerte del Papa Juan XXIII, no dudó en
ir a la plaza de San Pedro, acompañado de un grupo de fieles judíos, para rezar y
velar, entremezclado entre la multitud de católicos y otros cristianos, testimoniando
así, de forma silenciosa pero tan eficaz, la grandeza del alma de ese Pontífice, abierto
a todos sin distinción y, en particular a los hermanos judíos”.
Una vez más,
el Papa reiteró palabras de “execración por el genocidio decretado durante la segunda
guerra mundial contra el pueblo judío, que llevó al holocausto a millones de víctimas
inocentes” y ante el cual “nadie puede quedar indiferente”: “Sí, una vez más, por
medio mío, la Iglesia, con las palabras del conocido decreto Nostra Aetate (n. 4)
¡‘deplora los odios, persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo contra
los judíos de cualquier tiempo y persona! Repito: ¡‘de cualquiera’!”.
Evocando
esos años oscuros, el Pontífice recordó que la Iglesia católica abrió sus puertas
de par en par para que se refugiaran los judíos perseguidos: “También la Comunidad
judía de Roma pagó un alto precio de sangre. Y fue ciertamente un gesto significativo
que, en los años oscuros de la persecución racial, las puertas de nuestros conventos,
de nuestras iglesias, del Seminario romano, de edificios de la Santa Sede y de la
misma Ciudad del Vaticano se hayan abierto de par en par para ofrecer refugio y salvación
a tantos judíos de Roma, buscados por sus perseguidores”
Juan Pablo II expresó
el anhelo de que su visita sirviera para impulsar y consolidar las buenas relaciones
entre católicos y judíos, siguiendo las huellas de quienes a lo largo de la historia
no dejan de trabajar con ahínco con este fin, “para superar los viejos prejuicios
y se reconozca cada vez más el vínculo y común patrimonio espiritual que existe entre
judíos y cristianos”: “¡Sois nuestros hermanos
predilectos y, en cierto modo, se podría decir ¡nuestros hermanos mayores!”.