El cardenal Bertone señala prudencia, sabiduría y discernimiento, como virtudes necesarias
en el ministerio de representantes del Papa
Sábado, 16 ene(RV).- «También en los contextos políticos nacionales e internacionales,
tan a menudo marcados por confusión, desorientación y relativismo, debemos hacer resonar
la palabra límpida del Evangelio, que desde Roma, Pedro sigue proclamando, afianzada
en la promesa de indefectibilidad en la fe, recibida por el mismo Salvador». Es la
exhortación del cardenal Secretario de Estado de Benedicto XVI, que presidió, en la
tarde de ayer, en la Pontificia Academia Eclesiástica, las vísperas de la celebración
de san Antonio Abad, patrono de esta institución donde se forman los representantes
y colaboradores del Santo Padre.
Percibiendo la cercanía en la oración
y en la comunión fraterna también de cuantos se encuentran en varias partes del mundo
en el desarrollo de su misión en las representaciones pontificias, «en contacto con
una notable variedad de situaciones sociales y eclesiales a menudo entusiasmantes,
y a veces difíciles y exigentes, con el comprometido menester de acompañar con discreción
y con amor el camino de las Iglesias particulares y el de las naciones a las que han
sido enviados», el cardenal Tarcisio Bertone dirigió en nombre de todos «un pensamiento
lleno de filial gratitud al Santo Padre».
«Las virtudes de la prudencia,
de la sabiduría y del discernimiento, tan necesarias en nuestro ministerio de colaboradores
del Papa nunca son fruto de improvisación, sino que se derivan de una sintonía cultivada
cotidianamente con el modo de pensar y de actuar de Dios, que se ha manifestado en
Cristo», señaló el cardenal Bertone, poniendo de relieve luego que «no tenemos ante
el mundo otra sabiduría, otro consejo, otra diplomacia, que la voluntad de Dios revelada
en su Hijo. Ello es lo que rinde particularmente autorizada la palabra y el ministerio
de un representante del Papa y de un colaborador suyo»
Tras hacer hincapié
en que «indudablemente, en nuestro trabajo cotidiano necesitamos contar con muchas
competencias, debemos servirnos de la ayuda de expertos para profundizar mejor en
las dinámicas de este mundo complejo. Sin embargo, la familiaridad con el pensamiento
de Cristo permanece el criterio de orientación imprescindible, que hace que nuestra
palabra sea autorizada y libre de condicionamientos mundanos».