Mons. Marchetto: los emigrantes y refugiados menores de edad
Viernes, 15 ene (RV).- Benedicto XVI aborda este año el tema “los emigrantes y los
refugiados menores de edad”, en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y
del Refugiado” que se celebra este domingo.
De hecho los niños son los más
vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz. Precisamente para hablar
de las causas que inducen a los menores a abandonar sus patrias, hemos preguntado
al arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Pontificio Consejo que se ocupa de
éste ámbito, cuáles son las dificultades a las que se enfrentan los emigrantes y los
refugiados menores de edad. “Obviamente todas las
dificultades que encuentran los adultos que han abandonado su patria y se encuentran
en un país extranjero (con idioma, costumbres, comida, clima y también culturas y
religiones diversos) son asimismo experimentadas por los menores de edad. Sin embargo,
existen dificultades inherentes a ellos. Quien, por ejemplo, inmigra de forma irregular,
quizá con el fin de ayudar a la familia, siente el peso psicológico de no poder fallar
en este empeño. Por ello está dispuesto a sufrir injusticias, violencia y maltratos
a fin de obtener el permiso de residencia o tal vez una formación académica superior,
con el fin de ser productivo y enviar después ayuda económica a casa. En cambio quien
emigra con su familia se encuentra en la situación de tener que vivir y crecer “entre
dos culturas”, como se suele decir: entre la de los padres y la cultura del país que
lo acoge. En estos casos, la integración es particularmente delicada y difícil. Aquí
es necesario que exista un acompañamiento paciente, atento y competente”.
Mons.
Marchetto nos explicó también qué hace la Iglesia para acompañar a los menores en
esta difícil situación. “Como es sabido, el
nuestro es el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes,
y, por tanto, con visión pastoral, subrayo el diálogo entre la Iglesia local de origen
y la de llegada de estos menores, de modo que un sacerdote y/u otros agentes pastorales,
religiosos y laicos, provenientes de sus países - que conocen por tanto no sólo el
idioma sino también la cultura, las costumbres y las tradiciones de los niños - los
atiendan en la tierra de inmigración. La atención pastoral pretende acompañar a estos
menores, con amor y respeto, en su itinerario personal, en su búsqueda de respuestas
a las más profundas preguntas existenciales que se planteen. Obviamente, ésta incluye
la primera acogida, el compromiso de procurar cuanto sea necesario para su vida cotidiana,
así como la defensa de su dignidad y de sus derechos humanos. En su Mensaje para la
Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de este año, el Santo Padre manifiesta
por ello gratitud “a las parroquias y a las numerosas asociaciones católicas que,
animadas por espíritu de fe y de caridad, realizan grandes esfuerzos para salir al
encuentro de las necesidades de estos hermanos y hermanas nuestros”. Al mismo tiempo
Benedicto XVI invita “a todos los cristianos a tomar conciencia del desafío social
y pastoral que plantea la condición de los menores emigrantes y refugiados”.