El Papa señala a la Congregación para la Doctrina de la Fe, que la Iglesia contribuye
a la formación de la conciencia de cuantos buscan la verdad
Viernes, 15 ene (RV).- La unidad de la fe, el testimonio común de todos los cristianos
y la inalienable dignidad humana de toda persona -con especial referencia a la bioética-
han sido los temas destacados por Benedicto XVI, este medio día en su discurso a los
participantes en la plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Poniendo
de relieve su alegría por este encuentro y su profunda gratitud y aprecio por el trabajo
que esta Congregación desarrolla al servicio del Sucesor de Pedro -en su ministerio
de confirmar a los hermanos en la fe, de la que el Papa es ‘el primer custodio y defensor’-
Benedicto XVI ha reiterado que, en obediencia al deber que le confirió Cristo, es
un servicio inderogable, del cual depende la eficacia de la acción evangelizadora
de la Iglesia hasta el final de los siglos.
Por lo que el Obispo de Roma proclama
constantemente que “Jesús es el Señor”: “Para que la Verdad
que es Cristo siga resplandeciendo en su grandeza y resonando para todos los hombres
en su integridad y pureza, con el fin de que haya un solo rebaño, reunido alrededor
de un solo Pastor”.
El Santo Padre ha hecho hincapié en que “el logro del testimonio
común de fe de todos los cristianos constituye por lo tanto la prioridad de la Iglesia
de todo tiempo”, para “conducir a todos los hombres al encuentro con Dios”: “En este espíritu confío
en particular en el compromiso de vuestro Dicasterio para que se superen los problemas
doctrinales, que aún permanecen, para el logro de la comunión plena con la Iglesia,
de parte de la Fraternidad San Pío X”.
Expresando su alegría por el empeño
cumplido en favor de la plena integración en la vida de la Iglesia Católica, de parte
algunos fieles individuales anglicanos, según lo establecido por la Constitución Apostólica
Anglicanorum coetibus, Benedicto XVI ha recordado que “la fiel adhesión de estos grupos
a la verdad recibida por Cristo y propuesta por el Magisterio de la Iglesia de ninguna
manera es contraria al movimiento ecuménico, sino que muestra su meta, que consiste
en la plena y visible comunión de los discípulos del Señor”.
Luego, el Papa
ha dedicado gran parte de su discurso al precioso servicio y ayuda, que la Congregación
para la Doctrina de la Fe ofrece al Vicario de Cristo también en otros temas de suma
importancia en la actualidad. Como la publicación de la Instrucción Dignitas personae,
sobre algunas cuestiones de bioética: “En temas tan delicados
y actuales, como los que se refieren a la procreación y a las nuevas propuestas terapéuticas
que conllevan la manipulación del embrión y del patrimonio genético humano, esta Instrucción
ha recordado que ‘el valor ético de la ciencia biomédica se mide en referencia tanto
al respeto incondicional debido a cada ser humano, en todos los momentos de su existencia,
como a la tutela de la especificidad de los actos personales que transmiten la vida’
(N. 10)”.
De este modo, la Iglesia quiere ofrecer su propia contribución a
la formación de la conciencia no sólo de los creyentes, sino de cuantos buscan la
verdad y se proponen escuchar argumentaciones que provienen de la fe y de la razón,
ha recordado Benedicto XVI ,añadiendo luego que, en este contexto se brinda una respuesta
a la mentalidad difusa, que presenta a la fe como obstáculo a la libertad y a la investigación
científica.
Ante esta conducta, “que tiende a sustituir la verdad con el consenso,
frágil y fácilmente manipulable, la fe cristiana ofrece una contribución también en
el ámbito ético y filosófico”. El Papa ha señalado que hay “determinados contenidos
de la revelación cristiana que iluminan problemáticas bioéticas”: “El valor de la vida
humana, la dimensión relacional y social de la persona, la conexión entre el aspecto
unitivo y el procreativo de la sexualidad, la centralidad de la familia fundada sobre
el matrimonio de un hombre y una mujer”.
“Estos contenidos, inscritos en el
corazón del hombre, son comprensibles también racionalmente como elementos de la ley
natural y pueden recibir acogida también de parte de aquellos que no se reconocen
en la fe cristiana”, ha recordado una vez más el Papa, refiriéndose a la ley moral
natural: “Fundada en la misma
naturaleza humana y accesible a toda criatura racional, la ley moral natural constituye
así la base para entrar en diálogo con todos los hombres que buscan la verdad y, en
general, con la sociedad civil y secular. Esta ley inscrita en el corazón de todo
hombre, toca uno de los nudos esenciales de la misma reflexión sobre el derecho e
interpela igualmente la conciencia y la responsabilidad de los legisladores”.