Ángelus: la historia tiene un sentido, porque está “habitada” por la Sabiduría de
Dios cuyo designio es un proyecto de amor que genera libertad
Domingo, 3 ene (RV).- “¡En este Domingo –segundo después de Navidad y primero del
año nuevo- estoy muy contento de renovar a cada uno mis deseos de todo bien en el
Señor! Problemas no faltan ni en la Iglesia ni en el mundo, así como en la vida cotidiana
de las familias. Pero, gracias a Dios, nuestra esperanza no tiene en cuenta sus improbables
pronósticos ni tampoco, siendo importantes, las previsiones económicas”. Con estas
palabras Benedicto XVI ha comenzado su breve alocución previa al rezo mariano del
Ángelus ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de san Pedro del
Vaticano.
“Nuestra esperanza
está en Dios, no en el sentido de una genérica religiosidad, o de un fatalismo encubierto
de fe. Nosotros confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de manera completa
y definitiva su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, para guiarnos
a todos a su Reino de amor y de vida. Ésta es la gran esperanza que anima y a veces
corrige nuestras esperanzas humanas”.
Y refiriéndose después a las tres lecturas
bíblicas que la liturgia de este segundo domingo después de Navidad nos propone, Benedicto
XVI ha subrayado que estos textos afirman que Dios no solamente es el creador del
universo –aspecto común también para otras religiones- sino que es Padre, que “nos
eligió antes de la creación del mundo … predestinándonos a ser hijos adoptivos suyos”
(Ef 1,4-5) y que por esto ha llegado al punto inconcebible de hacerse hombre: “el
Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). El misterio de la Encarnación
de la Palabra de Dios, ha proseguido el Papa, ha sido preparado en el Antiguo testamento,
en particular allí donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley mosaica.
“Queridos amigos, ésta
es la verdadera razón de esperanza de la humanidad: la historia tiene un sentido,
porque está ‘habitada’ por la Sabiduría de Dios. Y sin embargo, el designio divino
no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad
y pide libertad. El Reino de Dios viene ciertamente, es más, ya está presente en la
historia y gracias a la venida de Cristo, ha vencido ya la fuerza negativa del maligno.
Pero cada hombre y mujer es responsable de acogerlo en la propia vida, día a día.
Por esto, también el 2010 será más o menos ‘bueno’ en la medida en la que cada uno,
según la propia responsabilidad, sabrá colaborar con la gracia de Dios”.
El
Santo Padre ha pedido a todos los fieles, presentes en la Plaza de San Pedro que se
dirijan a la Virgen María, para aprender de Ella este planteamiento espiritual. “El
Hijo de Dios ha tomado carne de Ella con su consentimiento”. Por lo que cada vez que
el Señor quiera dar un paso hacia adelante, con nosotros, hacia la “tierra prometida”,
llama primero a nuestro corazón, espera, por decirlo de alguna forma, nuestro “sí”,
en las cosas pequeñas y en las grandes opciones.
“¡Que María –ha exhortado
el Papa- nos ayude a acoger siempre la voluntad de Dios, con humildad y valentía,
para que también las pruebas y los sufrimientos de la vida cooperen a acelerar la
venida de su Reino de justicia y de paz”.
Tras el rezo del Ángeles y el responso
por los fieles difuntos Benedicto XVI ha saludado en varias lenguas. Éstas han sido
sus palabras en español: “Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. El Evangelio
de hoy nos recuerda el grandioso acontecimiento del misterio de la Navidad: la Palabra
de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros, para que podamos contemplar su gloria
y ser hijos de Dios, si creemos en su nombre. En ese nombre se ha abierto hace pocos
días en Santiago de Compostela la puerta del Año Santo, puerta por la que pasan desde
hace muchos siglos multitud de peregrinos en busca de la luz de la fe y la gracia
del perdón, tras contemplar el majestuoso «Pórtico de la Gloria» del templo que guarda
una particular memoria del Apóstol Santiago el Mayor, en los extremos confines de
Europa continental. Invito a todos a dejarse iluminar por Cristo, luz del mundo, y
renacer así a la esperanza, a una nueva vida y a un mundo nuevo, lleno de paz y concordia.
Feliz domingo”.