En su última audiencia del 2009, el Papa desea que Cristo nos acompañe cada día del
nuevo año, invitando al estudio y la enseñanza del mensaje cristiano
Miércoles, 30 dic (RV).- Con sus mejores deseos para el nuevo año, en su última audiencia
general de este 2009, Benedicto XVI ha reiterado la importante actualidad de «conservar
la doctrina cristiana de forma íntegra y unitaria». Invitando a todos los fieles y,
en particular, a los teólogos y a los sacerdotes, en especial en este Año Sacerdotal,
el Papa ha hecho hincapié en que el Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio
nos ofrecen el cuadro completo de la Revelación cristiana y ha alentado también a
las comunidades cristianas a aprovechar estos instrumentos para conocer y profundizar
en el contenido de nuestra fe.
«De este modo, podremos percibir en nuestra
fe una maravillosa sinfonía que nos habla de Dios y de su amor y que solicita nuestra
firme adhesión y nuestra respuesta activa», ha enfatizado Benedicto XVI, que ha proseguido
sus catequesis sobre la cultura cristiana de la Edad Media, centrándose hoy en la
figura de Pedro Lombardo. Citando a este destacado teólogo del siglo XII, que, en
1159, un año antes de su muerte, fue nombrado Obispo de París, el Papa ha recordado
que en la narración bíblica del nacimiento de la mujer, él veía ‘una prefiguración
del misterio de Cristo y de su Iglesia’.
Tras señalar que «Dios creó a Eva
de una costilla de Adán. Y no, por ejemplo, de su cabeza», el Santo Padre ha subrayado
que Dios ha querido que la mujer fuera ‘compañera del hombre’. No su ‘esclava’. Y
tampoco su ‘dominadora’.
El Papa ha invitado a que, «siguiendo las enseñanzas
de Pedro Lombardo, reconozcamos la importancia de los sacramentos en nuestra vida
cristiana. Pues ¡son el tesoro de la Iglesia!».
En su resumen en nuestro idioma,
el Papa dijo:
Queridos hermanos
y hermanas: Hoy quisiera hablar de Pedro Lombardo, un teólogo del siglo doce de
gran notoriedad, pues una de sus obras, las Sentencias, fue adoptada como manual en
todas las escuelas de teología durante muchos siglos. Se le llama Lombardo porque
nació en una región del norte de Italia, ocupada entonces por los longobardos. De
familia modesta, estudió en Bolonia, Reims y París, donde fue profesor y, casi al
final de su vida, nombrado Obispo. Su gran aportación fue el haber recogido, además
del texto bíblico, el pensamiento de los grandes Padres de la Iglesia y de otros notables
pensadores cristianos, disponiendo todo en un cuadro sistemático y bien trabado. En
efecto, una de las características de la teología es organizar de manera unitaria
el patrimonio de la fe, presentándola de modo claro y coherente en todas sus partes,
pues las diversas verdades que contiene se iluminan recíprocamente, ofreciendo así
una visión de la riqueza y armonía del plan salvador de Dios. Ante el riesgo de fragmentación
en la verdad de nuestros días, el testimonio de Pedro Lombardo es una llamada al estudio
y a la enseñanza íntegra, sugerente y orgánica del mensaje de Cristo.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España, México y otros
países latinoamericanos. Invito a todos a afianzar e iluminar la fe mediante una lectura
pausada y atenta del mensaje cristiano, como se ofrece en el Catecismo de la Iglesia
Católica. Muchas gracias.