Con el anhelo de que se siga avanzando en el camino de apertura y diálogo el Papa
reitera al nuevo embajador de Cuba ante la Santa Sede la cercanía de la Iglesia Católica
al pueblo cubano
Jueves, 10 dic (RV).- Benedicto XVI ha dado su cordial bienvenida al nuevo embajador
de Cuba, reiterando la cercanía de la Iglesia Católica al pueblo cubano - con especial
atención a la dignidad humana de la persona, en su integridad y a los más necesitados
- con el anhelo de que se siga avanzando en el camino de apertura y de diálogo.
«Que
Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra
a Cuba». Evocando este llamamiento que pronunció el Siervo de Dios Juan Pablo II,
a su llegada a La Habana, el 21 de enero de 1998, en su histórico viaje a la Isla,
Benedicto XVI ha reflexionado sobre la realidad cubana.
Tras señalar que «entre
ilusiones y dificultades, Cuba ha logrado un decidido protagonismo, principalmente
en el contexto económico y político del Caribe y América Latina», el Papa ha dicho
que «por otra parte, algunos signos de distensión en sus relaciones con el vecino
Estados Unidos dejarían presagiar nuevas oportunidades para un acercamiento mutuamente
beneficioso, en el pleno respeto de la soberanía y el derecho de los Estados y de
sus ciudadanos».
Refiriéndose a las consecuencias de la grave crisis mundial
que, como otros muchos países, sufre también Cuba, «añadida a los devastadores efectos
de los desastres naturales y al embargo económico, que golpea de manera especial a
las personas y familias más pobres», el Papa ha señalado que en «esta compleja situación
general, se aprecia cada vez más la urgente necesidad de una economía que, edificada
sobre sólidas bases éticas, ponga a la persona y sus derechos, su bien material y
espiritual, en el centro de sus intereses. En efecto, el primer capital que se ha
de salvaguardar y salvar es el hombre, la persona en su integridad» (cf. Caritas in
veritate, 25).
«Es importante que los Gobiernos se esfuercen por remediar los
graves efectos de la crisis financiera, sin desatender por ello las necesidades básicas
de los ciudadanos», ha afirmado una vez más Benedicto XVI, recordando luego que «la
Iglesia Católica en Cuba, que en estos momentos, y como siempre, se siente cercana
a la población, quiere contribuir con su modesta y efectiva ayuda».
Destacando
asimismo «cómo la mayor cooperación alcanzada con las Autoridades» de Cuba «ha permitido
la realización de importantes proyectos de asistencia y reconstrucción, especialmente
con ocasión de las catástrofes naturales», Benedicto XVI ha afirmado que espera «que
se sigan multiplicando los signos concretos de apertura al ejercicio de la libertad
religiosa, tal como se ha venido haciendo en los últimos años».
Como, por ejemplo,
«la oportunidad de celebrar la Santa Misa en algunas cárceles, la realización de procesiones
religiosas, la reparación y devolución de algunos templos y la construcción de algunas
casas religiosas, o la posibilidad de contar con seguridad social para los sacerdotes
y religiosos. Así la comunidad católica ejercerá con más soltura su específica tarea
pastoral».
«Con vistas a avanzar en este camino, sobre todo en beneficio de
los ciudadanos cubanos, sería también deseable que se pudiera continuar dialogando
para fijar conjuntamente - siguiendo formas similares a las que se establecen con
otras Naciones y respetando las características propias» de la nación cubana - «el
marco jurídico que defina convenientemente las relaciones existentes y nunca interrumpidas
entre la Santa Sede y Cuba, y que garantice el desarrollo adecuado de la vida y la
acción pastoral de la Iglesia en esa Nación».
Ante la intensa preparación que
está realizando la Iglesia Católica en Cuba, para la celebración, en el año 2012,
del Cuarto Centenario del hallazgo y presencia de la bendita imagen de la Virgen de
la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de los cubanos - «símbolo luminoso de la religiosidad
del pueblo cubano y de las raíces cristianas de su cultura», Benedicto XVI ha hecho
hincapié en que «la Iglesia, que no se puede confundir con la comunidad política (cf.
Gaudium et spes, 76), es depositaria de un extraordinario patrimonio espiritual y
moral que ha contribuido a forjar de manera decisiva el “alma” cubana, dándole carácter
y personalidad propia».
«A este respecto, todos los hombres y mujeres y, en
especial, los jóvenes, necesitan hoy, como en cualquier otra época, redescubrir aquellos
valores morales, humanos y espirituales, como por ejemplo el respeto a la vida desde
su concepción hasta su ocaso natural, que hacen la existencia del hombre más digna».
En este sentido - ha recordado nuevamente el Papa - «el principal servicio que la
Iglesia presta a los cubanos es el anuncio de Jesucristo y su mensaje de amor, perdón
y reconciliación en la verdad. Un pueblo que recorre este camino de concordia es un
pueblo con esperanza de un futuro mejor».
Benedicto XVI se ha referido también
a las numerosas iniciativas de asistencia social que - aunque de reducidas dimensiones,
llegan a muchos enfermos, ancianos y desvalidos - la Iglesia ha puesto en marcha en
Cuba, «consciente de que su misión quedaría amputada sin el testimonio de la caridad
que brota del Corazón de Cristo».
«Muestra elocuente de este amor es también
la vida y labor de tantas personas que se han dejado iluminar y transformar por el
mensaje de Cristo, como el Beato José Olallo Valdés, a cuya beatificación, la primera
que se ha realizado en suelo cubano, asistió el Presidente de los Consejos de Estado
y de Ministros», ha recordado Benedicto XVI afirmando que confía «en que este clima,
que ha posibilitado a la Iglesia dar su modesta contribución caritativa, favorezca
también su participación en los medios de comunicación social y en la realización
de tareas educativas complementarias, de acuerdo a su específica misión pastoral y
espiritual».