Audiencia general: el Papa subraya que la historia no es el resultado de un destino
ciego sino “obra del Espíritu Santo que suscita el diálogo de los hombres con Dios”
Miércoles, 25 nov (RV).- “Para quien conoce el sentido de la historia descrito en
la Biblia, las historias humanas aparecen marcadas por la Providencia divina, según
un propio diseño bien ordenado”. Benedicto XVI en la catequesis de la Audiencia General
de esta mañana en el Aula Pablo VI ha afirmado que “una visión teológica de la historia
pone en evidencia la intervención sorprendente y salvífica de Dios, pero siempre salvaguardando
la libertad y la responsabilidad del hombre”.
“La historia -ha explicado el
Papa- no es el resultado de un destino ciego, o de un caso absurdo”. Al contrario
en ella “obra el Espíritu Santo, que suscita un maravilloso diálogo de los hombres
con Dios, su amigo y Señor”. Esta reflexión ha sido propuesta por el Papa a partir
de las páginas escritas por Hugo de San Víctor, monje de esta abadía fundada en París,
a principios del siglo XII por Guillermo Champeaux.
“De manera original respecto
a sus contemporáneos -ha comentado el Pontífice- Hugo insistió sobre la importancia
del sentido histórico-literal de las Sagradas Escrituras, por lo que antes de descubrir
el valor simbólico y la enseñanza moral de los textos bíblicos, es necesario conocer
y profundizar sobre el significado de la historia narrada por la Escritura”. En caso
contrario -ha observado el Santo Padre, citando al monje- “se puede acabar, por ejemplo,
como los estudiosos de gramática que desconocen el alfabeto”.
Para Benedicto
XVI, de Hugo de san Víctor la Iglesia de hoy debería aprender a valorizar “con sabiduría
pastoral, los signos propios de los ritos sacramentales, cuidando atentamente la catequesis,
para que la celebración de los sacramentos sea vivida por todos los fieles con devoción,
intensidad y alegría espiritual.
Cómo cambiaría el mundo, si en las familias,
en las parroquias, o en otras comunidades, las relaciones fueran vividas siguiendo
siempre el ejemplo de las tres Personas divinas, que viven no solamente “con” las
otras, sino “para” las otras y “en” las otras dos. Sólo el amor nos hace felices
y es el amor el que cumple este incesante milagro: como en la vida de la Santísima
Trinidad, la pluralidad se recompone en unidad, donde todo es complacencia y alegría”.
“La
contemplación -ha dicho el Pontífice, citando luego a Ricardo de San Víctor, que
fue alumno de Hugo- es el resultado final de un arduo camino, que comporta el diálogo
entre fe y razón, es decir, un discurso teológico”, que “parte de la verdad, objeto
de la fe, pero que intenta profundizar sobre el conocimiento, con el uso de la razón”.
Solamente cuando el hombre alcanza el equilibrio y madurez humana en este campo, está
preparado para acceder a la contemplación”, que Ricardo de San Víctor definió “una
mirada profunda y pura del alma sobre las maravillas de sabiduría, asociada a un sentido
estático de estupor y de admiración”.
Este ha sido el resumen que de su catequesis
ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua, presentes
en el Aula Pablo VI, que han participado en la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas: En estas últimas audiencias estoy presentando
algunas figuras ejemplares, que han mostrado la íntima unión que existe entre fe y
razón. Hoy me detengo en la vida de dos monjes, que ejercieron su magisterio en la
Abadía de San Víctor, en París, que desde el siglo doce contaba con una importante
escuela de teología monástica y teología escolástica. En este contexto,
nos encontramos con Hugo de San Víctor, del que sabemos muy poco sobre sus orígenes.
En la citada abadía, primero fue alumno y luego maestro, alcanzando una notable fama,
hasta el punto de ser llamado un “segundo San Agustín”, por su dedicación a las ciencias
profanas y la teología. Inculcaba a sus discípulos un constante deseo por conocer
toda verdad. Entre sus alumnos destaca el escocés Ricardo de San Víctor, que ejerció
durante años como Prior de la mencionada Comunidad. En sus enseñanzas invitaba a los
fieles a un continuo ejercicio de las virtudes para alcanzar una estable madurez humana,
y poder acceder así a la contemplación y a la admiración de las maravillas de la sabiduría. Queridos
amigos, autores como Hugo y Ricardo de San Víctor nos mueven a la contemplación de
las realidades celestes y a la admiración de la Santísima Trinidad como modelo perfecto
de comunión. ¡Cuánto cambiaría el mundo si en las familias, en las parroquias y en
cualquier comunidad, las relaciones tuvieran como modelo las tres Personas divinas,
que no sólo viven con las otras, sino para las otras y en las otras! Saludo
a los fieles de lengua española, en particular a los peregrinos provenientes de España,
Costa Rica y otros países de Latinoamérica. A todos os invito a profundizar en la
contemplación divina para crecer en la caridad y en la comunión fraterna. Muchas gracias.
Antes
de finalizar la audiencia general, como siempre, el Santo Padre se ha dirigido a los
jóvenes a los enfermos y a los recién casados. “El próximo domingo, comienza el tiempo
de Adviento. Os exhorto a vosotros, jóvenes, a vivir este “tiempo fuerte” con vigilante
plegaria y generoso compromiso evangélico. Os animo a vosotros, enfermos, a sostener
con la ofrenda de vuestros sufrimientos el camino de preparación a la Santa Navidad
del pueblo cristiano. Deseo a vosotros, recién casados, ser testigos del Espíritu
de amor que anima y sostiene a toda la Familia de Dios.