Audiencia general: el Papa pide un rápido regreso de los miles de desplazados por
la guerra en Sri Lanka, paz y respeto de los derechos humanos
Miércoles, 11 nov (RV).- Antes de concluir la audiencia general con el rezo del Padre
Nuestro, en el Aula Pablo VI del Vaticano, Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a
la comunidad internacional para que acelere el retorno a sus casas de los miles de
desplazados en Sri Lanka.
"Han pasado casi
seis meses desde el final del conflicto que ha ensangrentado Sir Lanka. Se notan con
satisfacción los esfuerzos de aquellas Autoridades que, en estas semanas, están facilitando
la vuelta a casa de los desplazados por la guerra. Animo vivamente a acelerar este
compromiso y pido a todos los ciudadanos que se esmeren de forma activa en favor de
una rápida pacificación, en el respeto pleno de los derechos humanos, y por una justa
solución política de los desafíos que esperan todavía al País. Deseo finalmente, que
la Comunidad internacional trabaje en favor de las necesidades humanitarias y económicas
de Sir Lanka, y elevo mi oración a la Virgen Santa de Madhu, para que continúe a vigilar
sobre aquella amada tierra".
“Todos los que quieren de corazón y defienden
un auténtico humanismo y el futuro de Europa, sepan redescubrir, apreciar y defender
el rico patrimonio cultural y religioso” del continente, que ha acompañado su historia
durante siglos, y en particular durante el siglo XII, marcado por la presencia de
la Orden de Cluny. Es la petición que ha hecho Benedicto XVI esta mañana, en la catequesis
de la Audiencia General, en el aula Pablo VI del Vaticano.
8 mil fieles y
peregrinos de todo el mundo han escuchado las palabras del Papa en su catequesis,
en distintas lenguas, que ha dedicado enteramente “a la contribución preciosa aportada
por la reforma cluniacense “al proceso de formación de la identidad europea” que hace
mil años estaba “en pleno desarrollo”. Una realidad monástica -ha recordado el Papa-
que tuvo gran importancia y una gran difusión. Supo apartar las “ingerencias” de las
autoridades civiles, que en otras partes imponían su control en las abadías; favoreció
largos períodos de paz; exaltó la “Europa del espíritu y el primado de Dios”, favoreció
en las instituciones la promoción de los valores humanos y supo promover también la
economía y la cultura.
Cuando la Orden de Cluny estaba en plena expansión,
ha explicado el Papa, ayudó “en el proceso de larga gestación de la identidad de nuestro
continente” y llevó a que se reconocieran de manera clara dos elementos fundamentales
para la construcción de la sociedad: “el valor de la persona humana y el bien primario
de la paz”. Dando nueva vitalidad a la Regla de san Benito, la Orden de Cluny contribuyó
a renovar la vida monástica, garantizando el papel central que la liturgia ocupa en
la vida cristiana y acentuando la importancia del silencio para proteger y alimentar
la oración.
Numerosos monasterios siguieron el ejemplo de Cluny. “El éxito
de esta reforma -ha precisado el Santo Padre- fue debido a la alta espiritualidad,
pero también al estímulo que dieron los Papas a los ideales que se perseguían para
la purificación y el despertar de la vida monástica”. La reforma aportó grandes beneficios
a la vida sacerdotal en la Iglesia. Permitió el desarrollo de las obras de caridad
y, en un mundo profundamente marcado por la violencia, instituyó “la tregua de Dios”
y “la paz de Dios”. En la conciencia de los pueblos de Europa, la reforma de Cluny
permitió un reconocimiento más claro del valor de la persona humana.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua, presentes en el Aula Pablo VI, que han participado en
la audiencia: Queridos hermanos
y hermanas: Esta mañana quisiera hablaros de la Orden de Cluny,
un movimiento monástico de gran importancia en la Edad Media, que restauró la observancia
de la Regla benedictina. Puso la celebración litúrgica en el centro de la vida cristiana,
ensalzándola con la música sacra, la arquitectura y el arte, convencidos de que es
participación en la liturgia celestial. Enriqueció también el calendario litúrgico,
añadiendo, por ejemplo, la conmemoración de los fieles difuntos, que hemos celebrado
hace unos días. Cluny, fundado precisamente hace mil cien años, adquirió muy pronto
fama de santidad, y dio origen a casi mil doscientos monasterios en diversos países
de Europa. Su portentosa difusión fue debida también a su dependencia directa del
Romano Pontífice, que liberaba a los monasterios de las injerencias de las autoridades
locales. Así pudieron oponerse eficazmente a la simonía en la concesión de los oficios
eclesiásticos, y a fomentar mayor estima por el celibato y la moralidad de los sacerdotes.
Además, los monjes de Cluny se ocupaban de los necesitados, de la educación y la cultura,
cuando no había instituciones para ello, y a crear espacios de paz, en una época de
mucha violencia. Todo esto abrió las puertas al reconocimiento del valor de la persona
humana y a la necesidad de la paz. Saludo a los peregrinos
de lengua española, en particular a los venidos de España, El Salvador, Argentina
y otros países latinoamericanos. Que sepamos apreciar y cultivar los bienes del espíritu
y el verdadero humanismo de los monjes de Cluny. Muchas gracias
por vuestra atención.
Dirigiéndose a los peregrinos de lengua polaca, el
Santo Padre les ha manifestado lo siguiente. “En el día de la fiesta nacional de vuestra
patria, consentidme volver a evocar las palabras del Siervo de Dios Juan Pablo II:
“el beso dado sobre la tierra polaca tiene para mi un significado particular. Es como
un beso dado en las manos de la madre, ya que la Patria es nuestra madre terrena.
Su historia es difícil... ha sufrido mucho... y también tiene derecho a un amor especial”
(Varsovia, 16.06.1983). Esta descripción de la patria sea para vosotros motivo de
gratitud por su libertad y empuje para trabajar con solicitud por su futuro. Que el
Señor bendiga Polonia y a cada uno de vosotros.
Antes de finalizar, como siempre,
el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados.
Queridos jóvenes, especialmente a vosotros alumnos de la escuela “Santa Teresa del
Niño Jesús” de Santa Marinella, mirad el ejemplo de san Martín, del que hoy celebramos
la fiesta, para un compromiso de generoso testimonio evangélico. Que vosotros, queridos
enfermos, como él confiad en el Señor, que no nos abandona en el momento de la prueba.
Y vosotros, queridos recién casados, animados por la fe que distinguió a san Martín,
sabed respetar y servir siempre la vida, que es don de Dios.