2009-11-03 13:48:18

El Papa reza por “las víctimas de la guerra y de toda forma de violencia, para que su sacrificio apresure una era de fraternidad y de paz”


Martes, 3 nov (RV).- Ayer a las seis de la tarde, en el día en que la Iglesia conmemoraba a los fieles difuntos, Benedicto XVI descendió a las grutas vaticanas para detenerse en un momento de oración privada, en sufragio de los pontífices difuntos. El Papa también rezó por todos los difuntos. En su oración, el Santo Padre dijo:

“En estas Grutas Vaticanas encomendamos a la misericordia del Padre a quienes tienen aquí su sepulcro y esperan la resurrección de la carne, en particular el Papa Juan Pablo II y los demás Sumos Pontífices que han desarrollado el servicio de pastores de la Iglesia universal, para que sean partícipes de la eterna liturgia del cielo. Señor, que sufriendo la pasión haz destruido nuestros pecados, ten piedad de nosotros”.

El Santo Padre pidió también a Dios que escuche “la oración que la comunidad de creyentes le eleva en la fe del Señor resucitado” y que “confirme en nosotros la bienaventurada esperanza de que junto a nuestros hermanos resucitaremos en Cristo a vida nueva”.

Mientras en la oración de los fieles, se pidió por los pastores de la Iglesia que se han adormecido en el Señor, para que sean eternamente beatos junto a las hermanas y hermanos que guiaron hacia la vida eterna.

De la misma manera se pidió por “las víctimas de la guerra y de toda forma de violencia, para que su sacrificio apresure una era de fraternidad y de paz”. “Por toda la familia humana, para que sean consolados los afligidos, liberados los oprimidos, y reunidos los dispersos”. Y por “la Iglesia peregrina en el mundo y aquí presente, para que difunda hasta los confines de la tierra la beata esperanza que resplandece en Cristo, vencedor del pecado y de la muerte”.

Las grutas vaticanas, recordamos, se sitúan debajo de la Basílica de San Pedro. Allí se encuentran las tumbas de varios Papas, entre ellos, Benedicto XV, Pablo VI, Juan Pablo I, y Juan Pablo II. La tumba del Siervo de Dios Karol Wojtyla es una de las que actualmente congrega a más fieles y ocupa el lugar en el que estuvo enterrado, durante treinta años, el beato Juan XXIII, cuyos restos fueron trasladados poco después de su beatificación al altar de san Jerónimo, para permitir la mayor afluencia de los fieles devotos.

Junto a la tumba de Pablo VI, en cambio, se encuentra el lugar que los arqueólogos establecieron como el sitio exacto de la tumba del apóstol San Pedro, primer obispo de Roma, precisamente debajo del altar mayor de la Basílica. Asimismo cabe destacar que no todos los restos de los Papas descansan en las grutas vaticanas. Algunos de ellos pidieron disposiciones especiales, como León XIII, fallecido en 1903, quien eligió como lugar de sepulcro la basílica de san Juan de Letrán. Además, en las Grutas vaticanas se custodian algunos sarcófagos paleocristianos.








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