2009-10-27 17:36:04

Santa Sede/ONU: el derecho a la libertad religiosa continúa siendo violado


Martes, 27 oct (RV).- Hoy se hizo pública la Declaración del observador permanente de la Santa Sede en la 64.a Asamblea General de la ONU sobre Promoción y protección de derechos humanos, que se llevó a cabo el pasado 21 de este mes. El nuncio apostólico, arzobispo Celestino Migliore recordó que las Naciones Unidas han examinado desde hace algún tiempo la noción de la libertad de conciencia con respecto a la religión y de la libertad de su expresión. Esto se ha manifestado especialmente en el contexto de la promoción y la protección de derechos humanos y las libertades fundamentales universal reconocidas, diversidad cultural, y la eliminación de todas las formas de intolerancia religiosa en el mundo. El arzobispo Migliore constató que el derecho a la libertad religiosa, a pesar de las proclamas de la comunidad internacional así como su presencia en la constitución de la mayoría de los estados, continúa hoy siendo violado.



El observador permanente de la Santa Sede recordó que no hay religión en el planeta que esté libre de la discriminación. Los actos de intolerancia, y las violaciones de la libertad religiosa, continúan siendo perpetrados en muchas formas. De hecho, los casos llaman cada vez más la atención de las cortes o de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos. Con el aumento de la intolerancia religiosa en el mundo, se ha documentado con suficiencia que el cristiano es el grupo religioso mayormente discriminado. Su número se calcula en más de 200 millones, de diversas confesiones, que se encuentran en situaciones de dificultad debido a las estructuras legales y culturales que llevan a su discriminación.



Durante los últimos meses en algunos países asiáticos y de Oriente Medio se han visto comunidades cristianas atacadas, dejando mucha destrucción y muerte. Iglesias y hogares han sido arrasados. Tales acciones fueron perpetradas por extremistas en respuesta a acusaciones contra personas, percibidas - de acuerdo a las leyes de anti-blasfemia como irrespetuosas de otras creencias.



En este contexto, el nuncio apostólico, arzobispo Celestino Migliore, subrayó que la delegación de la Santa Sede saluda y apoya el compromiso del gobierno de Pakistán de repasar y enmendar tales leyes. Las leyes de la blasfemia son ocasión demasiado fácil para que los extremistas persigan a los que no creen lo que ellos creen. Tales leyes se han utilizado para fomentar injusticia, violencia sectaria y violencia entre las religiones. Los gobiernos deben tratar las causas originales de la intolerancia religiosa y abrogar aquellas leyes que sirvan como instrumentos de abuso. La legislación que restringe la libertad de expresión no puede cambiar actitudes.



Los estados deben detenerse de adoptar restricciones en la libertad de expresión que han llevado a menudo a abusos por parte de las autoridades y a silenciar voces disidentes, particularmente de individuos que pertenecen a minorías étnicas y religiosas, dijo el arzobispo Migliore, para continuar señalando que la libertad de expresión auténtica puede contribuir a un mayor respecto de todos, así como puede proporcionar la oportunidad de hablar claramente contra violaciones tales la como intolerancia y racismo religioso, y promover la dignidad de todas las personas. La defensa del odio y de la violencia hacia religiones específicas que persiste en varios lugares sugiere a un estado de ánimo caracterizado por la intolerancia.



Por esta razón es imprescindible que la gente de las diversas tradiciones de fe trabaje unida para crecer en el entendimiento mutuo. Aquí hay necesidad de un cambio auténtico de mentes y de corazones. Esto se puede hacer de una mejor manera con la educación, comenzando por los niños y la gente joven, en la importancia de la tolerancia y del respeto por la diversidad cultural y religiosa, puntualizó e observador permanente de la Santa Sede en su discurso. La cooperación entre religiones -finalizó- es un requisito previo para la transformación de la sociedad, y debe llevar a un cambio de mentes y de corazones para poder construir de verdad una cultura de la tolerancia y coexistencia pacífica.








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