2009-10-20 15:54:55

Santa Sede/ONU: comida y acceso al agua deben ser derechos humanos universales


Martes, 20 oct (RV).- Con un llamamiento a las empresas a respetar el ambiente de forma responsable y a la comunidad internacional para impulsar el desarrollo integral de los pueblos indígenas, el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino precisamente en la 64 sesión de la Asamblea general de Naciones Unidas, dedicada a los derechos de estos pueblos.

Tema que «no es un mero ejercicio intelectual para la Santa Sede», señaló el arzobispo Celestino Migliore, puesto que está enlazado con un prolongado compromiso en favor de «las necesidades sociales, personales y espirituales del mundo indígena, que abarca a más de 370 millones de personas».

«Es también necesario cultivar una conciencia pública que reconozca la comida y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinción o discriminación», recomendó Mons. Migliore poniendo de relieve luego que «el derecho a la comida así como el derecho al agua, tienen un lugar importante para el respeto de los otros derechos, empezando por el derecho fundamental a la vida».

Señalando la necesidad de revitalizar el ‘Segundo Decenio de los Pueblos Indígenas del Mundo’, adoptado por la Asamblea General de la ONU, Mons. Migliore reiteró la convicción de la Santa Sede de que «las iniciativas pertinentes deben estar guiadas por los principios del respeto de la identidad y de la cultura de las poblaciones indígenas», para poder fomentar una mayor interacción y cooperación entre estos mismos pueblos y los gobiernos.

Lamentando que continúen las violaciones de los derechos humanos de los indígenas y que no se haya implementado aún la Declaración de sus derechos, adoptada en 2007 por Naciones Unidas, Mons. Migliore hizo hincapié en que «el reconocimiento de la dignidad fundamental de toda persona y la promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más efectiva para su desarrollo integral».

«En estos tiempos de cambios y de crisis económica, no podemos olvidar a los indígenas», enfatizó el Observador Permanente ante la ONU, haciendo hincapié en que se debe detener la destrucción del ambiente, garantizando el uso de la tierra y del agua y luchando contra las explotaciones ambientales que causan graves daños y que se perpetran con el fin de obtener ganancias inmediatas.

También las redes tradicionales de solidaridad deben aumentar sus esfuerzos en la promoción de las iniciativas indígenas en defensa de sus propios derechos. Mons. Migliore destacó que «el concepto de movilidad del trabajo ha dado lugar a una creciente migración, desembocando en situaciones de declive humano y creando nuevas formas de inestabilidad psicológica y de gran degradación. Por lo que es necesario impulsar el diálogo intercultural, en contra de la dominación o la subyugación.

«Para afrontar el problema de la inseguridad alimentaria es necesario adoptar perspectivas a largo plazo, eliminando sus causas estructurales y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres», subrayó también Mons. Migliore, recordando que «la reforma agrícola, que tenga en cuenta a las poblaciones indígenas, requiere mayor inversión en infraestructuras rurales, sistemas de irrigación, transporte y organización rurales de mercados así como de mayor acceso a la tecnología agrícola».

En el marco del día del Internacional de los indígenas del mundo 2009, centrado en los temas relacionados con el SIDA, Mons. Migliore alentó a reforzar la atención y la educación sanitaria apropiadas para la prevención, teniendo en cuenta en especial a los niños y a las mujeres. Implicando en cada paso a las comunidades locales y respetando los valores morales basados en la naturaleza humana.

«Las comunidades indígenas se arraigan profundamente en culturas, tradiciones y prácticas de respeto de la tierra, de la creación y de la vida humana y su apertura a la vida ha sido, desde antaño, centro de su espiritualidad», recordó Mons. Migliore al concluir su intervención y puso de relieve que «si se pierde la sensibilidad personal y social hacia la aceptación de una nueva vida, también se marchitarán otras formas de aceptación importantes para toda sociedad».








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