Relacione presentada por Mons. Denis Komivi AMUZU-DZAKPAH, Arzobispo de Lomé (TOGO)
S. E. R. Mons. Denis Komivi AMUZU-DZAKPAH, Arzobispo de Lomé (TOGO)
Este segundo
sínodo debe tener en cuenta el primero, en el que se inscribe, manteniendo como objetivo
divulgar los frutos que ha producido a partir de su conclusión en las respectivas
diócesis de África, entre todos los agentes de evangelización (sacerdotes, religiosos,
religiosas, catequistas), sin olvidar a los jóvenes. Para tener la seguridad de
que sea bien acogido, el Mensaje del Sínodo debe ser sencillo, comprensible y accesible
al mayor número posible de personas. El sínodo debe orientar la pastoral y la acción
pastoral. Los retos y los problemas planteados en el sínodo no pertenecen sólo
a África, y sus resoluciones y recomendaciones sin duda serán válidas también para
otros continentes. La desestabilización del continente africano se debe a los numerosos
corazones heridos por muchos males y por las injusticias que han sembrando la rebelión.
Este es el motivo por el que los padres sinodales lanzan un llamamiento a la conversión
y a la purificación de la memoria y de los corazones. El nº 66 del Instrumentum
laboris hace referencia "a la alienación cultural y a la discriminación racial que,
a lo largo de la historia, han generado un complejo de inferioridad, el fatalismo
y el miedo": es hora de que algo cambie en nosotros y a nuestro alrededor, dicen los
obispos, porque tenemos que ser los artífices y los protagonistas de nuestro destino.
Tenemos que redescubrir nuestra cultura. El primer sínodo fue un sínodo de esperanza
y de resurrección; el de ahora debe proseguir en este sentido y ser también un sínodo
de compromiso y de valentía. Es necesario seguir un programa equilibrado de espiritualidad
para reforzar la fe en nuestras sociedades. Hay que realizar un esfuerzo respecto
a la celebración comunitaria y a la práctica regular del Sacramento de la Reconciliación.
Los países y las diócesis deben establecer unas comisiones de justicia y paz, intermediarias
fiables para la reconciliación. La educación de los jóvenes al respeto de los demás,
al amor de la verdad y a la búsqueda de la reconciliación es una prioridad, como lo
son la formación de los laicos y el apostolado de los responsables de la sociedad.
Es fundamental contemplar unas medidas de tutela y de salvaguardia de la familia,
a través de un programa de "educación a la vida y al amor". La promoción de la dignidad
de la mujer necesita también unas medidas concretas. Para desarrollar la espiritualidad
eucarística ha sido propuesta la celebración de un congreso eucarístico continental.