Intervención de Mons. Désiré TSARAHAZANA, Obispo de Toamasina (MADAGASCAR)
S. E. R. Mons. Désiré TSARAHAZANA, Obispo de Toamasina (MADAGASCAR)
Intervención
consignada por escrito, pero no leída en el Aula.
Lo que sucede en
nuestro continente africano interpela a nuestra conciencia cristiana. Muchos de los
Padres Sinodales han señalado ya que las causas de la pobreza de los conflictos, a
menudo homicidas, son múltiples y no voy a insistir en ello, pero me gustaría dirigirme
principalmente a nuestros discípulos de Cristo llamados a ser la sal de la tierra
y la luz del mundo: ¿Acaso no hay un desequilibrio entre la fe y la vida que llevamos?
Esta cuestión se dirige, no solamente a nuestros dirigentes, a nuestros políticos,
sino a todos nosotros miembros de la Iglesia.
Cada año, en nuestra Asamblea
plenaria, los Obispos de Madagascar empezamos nuestra reunión compartiendo aquello
que se vive en cada diócesis. Ello nos ha llevado en 2007 a celebrar un Sínodo nacional
sobre la vida de los sacerdotes. Hemos notado que nuestros sacerdotes necesitan ser
sostenidos, ayudados, para que su predicación se traduzca en acto. La palabra, también
importante en sí misma, es insuficiente sin el testimonio de una vida, como decimos
nosotros; la palabra puede suscitar entusiasmo, pero es sobre todo el testimonio lo
que atrae.
Así, entre las diferentes resoluciones que se han tomado, figuran:
Un
mayor entendimiento en la elección y en la formación de los futuros sacerdotes;
La
creación de un Centro nacional para la formación permanente de los sacerdotes;
La
participación de la familia en la formación de los sacerdotes;
Sin olvidar
la insistencia sobre el acompañamiento moral de los sacerdotes.
Igualmente,
los esfuerzos para ayudar a los laicos a vivir su fe en la política, deben ser una
gran preocupación de la Iglesia. El cambio de mentalidad y la conversión de corazón,
he aquí el gran desafío para África, para que su desarrollo sea palpable, para que
reinen la justicia y la paz.