Intervención da Hna. Marie-Bernard ALIMA MBALULA, Secretaria de la Commissión Justicia
y Paz de la Conferencia Episcopal del Congo, Oyente
Rev.da Hna. Marie-Bernard ALIMA MBALULA, Secretaria de la Commissión Justicia y Paz
de la Conferencia Episcopal del Congo (C.N.E.C.O.) y de la Associación de Conferencias
Episcopales de África Central (A.C.E.A.C.), Kinshasa (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
Dios
ha dotado a la mujer de dones específicos para que pudiera cuidar la vida. De hecho,
el saber acoger, la gratuidad, el darse a sí misma, la compasión, la ternura, la paciencia,
la solidaridad, la atención, la bondad, la comprensión, etc... son otros tantos valores
presentes en la mujer e indispensables para dar vida.
La conciencia de estos
dones se vuelve entonces una misión, una tarea que es el testimonio específico que
la sociedad espera particularmente de ella. En todos los sectores a los que es llamada
a trabajar, es decir en la familia, en la Iglesia, en política, en la sociedad, en
la lucha, su aporte es el de poner en el centro de todas las preocupaciones la vida
humana. Las mujeres están llamadas a enriquecer todos estos campos con los valores
humanos con su presencia eficaz y eficiente.
Desgraciadamente, a menudo no
se perciben los efectos de esta presencia, sobretodo en campo político. Es legítimo
entonces preguntarnos: ¿Dónde están las mujeres comprometidas en política cuando los
dirigentes africanos adoptan leyes que destruyen a África? El silencio de las mujeres
en cuestiones vitales debería preocuparnos.
La misión de la mujer es exigente,
porque requiere espíritu de iniciativa, creatividad, inventiva y coraje para ir contra
la corriente respecto a la cultura de muerte y de violencia que deploramos. Esta obliga
a cambiar a las organizaciones sociales, desde dentro, aportando un toque femenino.
En
la realización de esta delicada misión, las mujeres necesitan la colaboración de los
hombres para que juntos, hombres y mujeres, cada uno pueda dar su propio aporte para
la humanización de la sociedad.