Intervención de Mons. Matthias N'GARTÉRI MAYADI, Arzobispo de N'Djaména (CHAD)
S. E. R. Mons. Matthias N'GARTÉRI MAYADI, Arzobispo de N'Djaména (CHAD)
La
guerra civil comenzó en Chad en 1965, bajo el régimen del primer presidente, François
Tombalbaye, que era cristiano protestante originario del sur. Desde 1979 hasta hoy,
la fractura entre el norte y el sur se ha consumado bajo los dos regímenes sucesivos:
el de Hissein Habré y el de Idriss Deby Itno, musulmanes y provenientes del norte.
Desde
hace más de 40 años se han hecho innumerables intentos para la reconciliación que
no han logrado ningún resultado y que no pueden lograrlo.
Desde el punto de
vista cultural, la mayor parte de las etnias del norte, tradicionalmente guerreras,
consideran la reconciliación como un acto de debilidad. La consecuencia es que ninguna
reconciliación es posible entre los “Goragnes” (etnia de Hissein) y los “ Zaghawa”
(la de Idriss Deby Itno).
Las sucesivas reconciliaciones del poder con las
distintas rebeliones se realizaron a base de dinero.
El dinero ha sido el único
medio de reconciliación y la rebelión ha terminado convirtiéndose en algo comercial:
hacen la rebelión y después se reconcilian para obtener dinero para su propia familia,
acceder a un puesto de responsabilidad en el gobierno y tener más armas.
La
guerra y la miseria de la mayor parte de la población del Chad son para nosotros los
mayores problemas y desafíos. Además, la situación se agrava con la llegada de los
prófugos sudaneses y centroafricanos, que se han unido a los refugiados del Chad en
nuestro territorio. Esperamos mucho del Sínodo y de la Iglesia universal.
Quizás
un concordato entre el Chad y la Santa Sede podría reforzar más la autoridad de la
Iglesia del Chad en su esfuerzo por la reconciliación, la justicia y la paz y en contra
de lo que el propio Santo Padre ha llamado “virus”, es decir, el fundamentalismo religioso
que amenaza la salud de África en general y la del Chad en particular.
En 2008
la jihad estalló en Kouno, una ciudad al sur de la archidiócesis de N’Djamena “situada
a unos 150 kilómetros de Sarh”. Tenemos que recordar que es necesario subrayar que
algunos fundamentalistas del Chad han sido citados entre los responsables de la jihad
que ha tenido lugar recientemente en el norte de Nigeria, el mes de septiembre de
2009.
Según nuestra constitución, el Chad es un estado laico y nos consiente,
como Iglesia, vivir y desarrollar libremente nuestras actividades, pero ¿hasta cuándo?
Esta laicidad está amenazada y si el Chad se inclina por un régimen islámico, toda
el África central sufrirá las consecuencias.