Intervención del Sr. Ermelindo Rosário MONTEIRO, Secretario General de la Commissión
Episcopal Justicia y Paz (MOZAMBIQUE), Oyente
Sr. Ermelindo Rosário MONTEIRO, Secretario General de la Commissión Episcopal Justicia
y Paz, Maputo (MOZAMBIQUE)
La Iglesia en África tiene muchos desafíos por enfrentar.
En Mozambique, por ejemplo, durante y después de la guerra civil, la Iglesia Católica
colaboró, de diversas maneras, para concienciar a las personas para el perdón y la
reconciliación nacional y de esa forma recuperar el tejido humano y social del pueblo,
para lograr la paz. Organizó la unión de todas sus fuerzas vivas (laicos, religiosos,
sacerdotes) para movilizar la opinión pública para el perdón y la reconciliación.
Promovió la educación del pueblo para la paz, a través de pronunciamientos públicos
de sus Obispos en cartas, comunicados y exhortaciones pastorales. Los mismos Obispos
fueron los protagonistas de encuentros sistemáticos de diálogo con las autoridades
gubernamentales y con los responsables del movimiento de Resistencia Nacional para
destacar que no eran las armas sino el diálogo la vía más correcta para alcanzar la
paz. La Iglesia además formó más de 2000 Integradores sociales (Animadores de reconciliación)
que llevaron a todo el país el mensaje de perdón y reconciliación para la paz. Los
viernes se dedicaban a la oración por la paz. En otras ocasiones se hacía oración
ecuménica e interreligiosa para la paz. Frente a las nuevas realidades y nuevos
desafíos actuales se deben tener en cuenta también los aspectos internos de la Iglesia
que pueden constituir un testimonio en contra de la reconciliación y la justicia dificultando
así la construcción de la paz. Por todo esto y por mucho más, querría sugerir a
nuestros pastores que sigan perseverando en el anuncio de la verdad y en la denuncia
de todo lo que pueda herir la reconciliación, la justicia y la paz en África, porque
vuestro compromiso abnegado, señores Obispos, es un ejemplo que se va a multiplicar
en cada uno de los fieles que os sean confiados. Sugiero también a nuestros pastores
que potencien cada vez más y mejor las comisiones de Justicia y Paz para que contribuyan
más eficazmente, como sal de la tierra y luz del mundo, al servicio de reconciliación,
justicia y paz.