Intervención de Mons. Robert MUHIIRWA, Obispo de Fort Portal (UGANDA)
S. E. R. Mons. Robert MUHIIRWA, Obispo de Fort Portal (UGANDA)
Hablo del gran
desafío de la pobreza que veo en mi país, Uganda y, en particular, en mi diócesis
de Fort Portal, que tiene una población de aproximadamente un millón de católicos.
Tenemos alrededor de 2000 catequistas. Creo que mi diócesis, como muchas otras en
África, tienen un gran potencial. Ejemplo de ello es la cantidad de buena tierra de
las áreas rurales, de las ciudades pequeñas y grandes. Sin embargo, con la actual
situación financiera no estamos en condiciones de hacer que esta tierra sea productiva
y de sostenernos económicamente. Ésta es la razón por la que seguimos pidiendo ayudas
financieras a nuestras Iglesias hermanas en Europa, América y otros países desarrollados
para poder construir iglesias, rectorías para nuestras parroquias, conventos, y para
tener medios de transporte que nos permitan llevar a cabo nuestras tareas pastorales,
etc. Estamos realmente agradecidos por la ayuda que recibimos. Sin embargo, si
queremos ser una Iglesia madura, una iglesia viva que sea autosuficiente y se propague,
entonces necesitamos también ser más autónomos y depender de los recursos que nosotros
mismos logremos recabar. Ello nos situará en una posición tal que nos permitiría sostener
los programas de la Iglesia y pagar unas retribuciones justas a nuestros catequistas,
religiosos e incluso a los sacerdotes, ya que esto podría ayudarles a no abandonar
voluntariamente nuestras diócesis para buscar pastos más verdes en otros lugares.
Además, tenemos que elaborar programas para los jóvenes con objeto de que no sean
captados por los musulmanes y las iglesias pentecostales, que están invirtiendo millones
de dólares en nuestros países para acercarlos a sus religiones. ¿Podremos tener
un mayor diálogo sobre el modo en que nuestras Iglesias y diócesis hermanas en el
mundo desarrollado nos asisten? ¿Por ejemplo, ayudando a las diócesis hermanas y a
las conferencias en lo que se refiere a las posibilidades de hacer inversiones para
lograr nuestra autonomía, de tal modo que estemos en condiciones de pagar un sueldo
a nuestros agentes de pastoral, en especial a los catequistas y demás? ¿Conseguiremos
crear con nuestros propios medios algunos programas pastorales, superando la síndrome
de dependencia que hace que algunos de nuestros donadores se hayan cansado? Dejad
que la sabiduría de este dicho popular resuma mi intervención: “Dad a un hombre un
pez y volverá a vosotros todos los días, pero dadle un anzuelo y él mismo pescará
cada día”.