2009-10-13 11:28:36

Intervención de Mons. Egidio NKAIJANABWO, Obispo de Kasese (UGANDA)


S. E. R. Mons. Egidio NKAIJANABWO, Obispo de Kasese (UGANDA)



Se ha mencionado muchas veces en nuestros discursos que nosotros, líderes religiosos, deberíamos hacer frente a nuestros Gobiernos y protestar contra el mal gobierno. Lo hemos hecho frecuentemente, pero no parece que hayamos tenido mucho éxito. Cuando protestamos, muchas veces critican que estamos interfiriendo en la política y que deberíamos limitarnos solamente a asuntos religiosos. Piensan que estamos apoyando a uno u otro partido político de la oposición. Deberíamos, por esto, dejar bien claro que los asuntos religiosos incluyen la defensa de los derechos de las personas.

La Madre Iglesia, en su sabiduría, nos ha dado una vía para mostrar que no estamos hablando políticamente cuando criticamos el mal gobierno. En el Código de Derecho Canónico de la Iglesia, se prohíbe a los clérigos tomar partido político o aceptar cargos públicos. Esto comprometería nuestra independencia y libertad (n° 285 y 287). Los gobiernos y sus órganos deberían entender entonces que hablamos como hombres de Dios, defendiendo los derechos del pueblo de Dios.

Hemos sido enviados, como el profeta Jeremías, para hablar en contra de sus malas prácticas. Dios dijo a Jeremías: “adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte” (Jer. 1,7-8).

Otro modo en que podemos realizar este cambio es, como se ha dicho, instruir a nuestros cristianos más profundamente en su fe y en la doctrina social de la Iglesia, para que sigan las enseñanzas del Evangelio.

Cuando se conviertan en cristianos convencidos y conozcan también los derechos humanos, se movilizarán a todos los niveles. Nuestro objetivo principal son los Consejeros (representantes políticos) a nivel local y los Miembros del Parlamento, a nivel nacional, de modo que todos juntos podamos tratar de eliminar la corrupción en nuestros países.

Esto no debería ser imposible, especialmente en un país que posee gran población cristiana. Después de todo, muchos de los funcionarios corruptos son nuestros cristianos.








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