En la persona del sacerdote está presente junto al enfermo el mismo Cristo
Martes, 13 oct (RV).- El Año Sacerdotal que estamos celebrando ha sido el motivo de
inspiración de la carta del presidente del Pontificio Consejo para los agentes sanitarios
Monseñor Zygmunt Zimowski dirigida a los enfermos y a los que sufren en el mundo.
Al
subrayar que “este año es una ocasión para promover el compromiso de renovación interior
de todos los sacerdotes para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más
intenso e incisivo”, Monseñor Zimowski recordó que a la cabecera del enfermo, el sacerdote
representa al mismo Cristo, Médico Divino, que no es indiferente ante la suerte del
que sufre.
El presidente del dicasterio para la pastoral de la salud
recalcó que a través de los sacramentos de la Iglesia, que administra el sacerdote,
Jesucristo ofrece al enfermo una curación mediante la reconciliación y el perdón de
los pecados, por medio de la unción con el óleo sagrado y finalmente en la Eucaristía.
Por tanto, en la persona del sacerdote está presente junto al enfermo el mismo Cristo
que perdona, cura, consuela, toma de la mano y dice: «Yo soy la resurrección y la
vida”.
Monseñor Zimowski hizo presente que el año sacerdotal concluirá
en el mes de junio de 2010, año en que el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios
celebrará el XXV aniversario de su institución. Y en razón de esta coincidencia manifestó
su cercanía a cada enfermo y los exhortó a redescubrir la belleza de la oración del
Santo Rosario en beneficio espiritual de los sacerdotes, en particular modo en el
mes de octubre. En ese sentido, hizo presente que al orar por los sacerdotes, en este
Año sacerdotal se pueden obtener indulgencias especiales.
Al concluir,
monseñor Zimowski a los enfermos y los que sufren les confía la Iglesia que tiene
necesidad de sus oraciones y sufrimientos, la persona del Santo Padre Benedicto XVI
y todos los obispos y sacerdotes del mundo, y todos los que trabajan diariamente por
su santificación. La carta concluye con una oración escrita por Juan Pablo II para
que puedan recitarla cada día.
TEXTO COMPLETO
CARTA
DEL PRESIDENTE DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS, CON OCASIÓN DEL
AÑO SACERDOTAL, A LOS ENFERMOS Y A LOS
QUE SUFREN EN EL MUNDO
Queridos
Hermanos y Hermanas Enfermos
Venerados Hermanos Obispos y Sacerdotes,
responsables de la pastoral de los enfermos
Estimadas Asociaciones
de Enfermos
A todos vosotros que prestáis el precioso servicio a los
Enfermos
Estamos en pleno desarrollo
del Año Sacerdotal convocado por Benedicto XVI el 19 de junio de 2009 con ocasión
del 150° aniversario del nacimiento de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos
los párrocos del mundo. En la Carta para la convocación del Año Sacerdotal el Santo
Padre escribe: «Este año es una ocasión para promover el compromiso de renovación
interior de todos los sacerdotes para que su testimonio evangélico en el mundo de
hoy sea más intenso e incisivo». En este tiempo de gracia toda la comunidad cristiana
está llamada a redescubrir la belleza de la vocación sacerdotal y, por tanto, a orar
por los sacerdotes.
A la cabecera del enfermo, el sacerdote representa
al mismo Cristo, Médico Divino, que no es indiferente ante la suerte del que sufre.
Antes bien, a través de los sacramentos de la Iglesia, que administra el sacerdote,
Jesucristo ofrece al enfermo una curación mediante la reconciliación y el perdón de
los pecados, por medio de la unción con el óleo sagrado y finalmente en la Eucaristía,
en el viático en el cual, como acostumbraba decir San Juan Leonardi, Él mismo se convierte
en «el fármaco de la inmortalidad por el que “somos confortados, nutridos, transformados
en Dios y partícipes de la naturaleza divina” (cf. 2Pt 1,4)». Por tanto, en la persona
del sacerdote está presente junto al enfermo el mismo Cristo que perdona, cura, consuela,
toma de la mano y dice: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25).
El
Año Sacerdotal se concluirá en el mes de junio de 2010, año en que el Pontificio Consejo
para los Agentes Sanitarios celebrará el XXV aniversario de su institución. En efecto,
el Siervo de Dios Juan Pablo II, de venerada memoria, instituyó este Dicasterio Pontificio
el 11 de febrero de 1985, en la fiesta de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, para
manifestar «la solicitud de la Iglesia para los enfermos, ayudando a quienes realizan
un servicio para con los que están enfermos y los que sufren, con el fin de que el
apostolado de la misericordia, al que se dedican, responda cada vez mejor a las nuevas
exigencias» (Pastor Bonus, art. 152).
En razón de esta providencial
conmemoración, estoy cerca a cada uno de vosotros y os invito, queridos hermanos y
hermanas enfermos, a dirigir incesantemente vuestras oraciones y el ofrecimiento de
los sufrimientos al Señor de la vida en favor de la santidad de vuestros amados sacerdotes,
a fin de que desempeñen con entrega y caridad pastoral el ministerio que Cristo Médico
del cuerpo y del alma les ha confiado. Os exhorto a redescubrir la belleza de la oración
del Santo Rosario en beneficio espiritual de los sacerdotes, en particular modo en
el mes de octubre. Además de esto, cada primer jueves y cada primer viernes del mes,
dedicados a la devoción eucarística y al Sagrado Corazón respectivamente, son días
particularmente oportunos para participar en la Santa Misa y en la adoración del Santísimo
Sacramento.
Quisiera hacerles presente que, al orar por los sacerdotes,
se pueden obtener este año indulgencias especiales. El Decreto de la Penitenciaría
Apostólica dispone:
«A los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos
que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido
de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las
tres acostumbradas condiciones, en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento,
en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes
y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades
y los malestares de su vida. Por último, se concede la indulgencia parcial a todos
los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco
padrenuestros, avemarías y glorias, y otra oración aprobada específicamente, para
que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida».
Quisiera
confiar también a vuestras oraciones la peregrinación de los capellanes hospitalarios
que, con ocasión del XXV aniversario de la institución del Pontificio Consejo, se
llevará acabo el mes de abril próximo, primero en Lourdes y luego en Ars. De hecho,
existe una profunda vinculación entre estas dos ciudadelas francesas. Hablando precisamente
de este nexo providencial en su Carta para la convocación del Año Sacerdotal, Benedicto
XVI ha recordado la observación del beato Papa Juan XXIII que escribió: «“Poco antes
de que el Cura de Ars terminase su carrera tan llena de méritos, la Virgen Inmaculada
se había aparecido en otra región de Francia a una joven humilde y pura, para comunicarle
un mesaje de oración y de penitencia, cuya inmensa resonancia espiritual es bien conocida
desde hace un siglo. En realidad, la vida de este sacerdote cuya memoria celebramos,
era anticipadamente una viva ilustración de las grandes verdades sobrenaturales enseñadas
a la vidente de Massabielle” (…). El Santo Cura recordaba siempre a sus fieles que
“Jesucristo, cuando nos dio todo lo que nos podía dar, quiso hacernos herederos de
lo más precioso que tenía, es decir, de su Santa Madre”».
A vosotros,
pues, queridos hermanos y hermanas que estáis enfermos y a los que sufrís confío la
Iglesia que tiene necesidad de vuestras oraciones y sufrimientos, la persona del Santo
Padre Benedicto XVI y todos los obispos y sacerdotes del mundo, y todos los que trabajan
diariamente por vuestra santificación. Os pido una oración especial por los sacerdotes
enfermos y probados en el cuerpo que cada día experimentan como vosotros el peso del
dolor, junto a la fuerza de la gracia salvífica que consuela y resana el alma. Asimismo,
orad por la Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II. Orad con
insistencia por las santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Al respecto, os propongo
una bella oración de Juan Pablo II que podeis recitar cada día. ¡Orad también por
mí! También yo como sacerdote y obispo confío en vosotros y en el ofrecimiento de
vuestros sufrimientos a fin de que desempeñe en el modo mejor y en el temor de Dios
la tarea como Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, que me
ha sido confiada por el Santo Padre. Por mi parte, os aseguro mi oración por vosotros,
junto con mis colaboradores del Pontificio Consejo, cada día en la hora del “Angelus”
con las palabras de Benedicto XVI:
Oremos por todos
los enfermos,
especialmente por los más graves,
que
de ningún modo pueden proveer a sí mismos,
sino dependen totalmente
de los cuidados de los demás:
que cada uno de ellos experimente,
en
la soledad de quien le está al lado,
el poder del amor de Dios y la
riqueza de su gracia que salva.
¡María, salud de los enfermos, ruega
por nosotros! (Angelus, 8.02.2009)
Con este espíritu
de oración recíproca imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y a los que se
ocupan de vosotros mi bendición: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.