Intervención de Mons. Zacchaeus OKOTH, Arzobispo de Kisumu (KENIA)
S. E. R. Mons. Zacchaeus OKOTH, Arzobispo de Kisumu (KENIA)
La salvación y
la reconciliación vienen de Dios, sin el Evangelio no se puede obtener nada. Tal y
como la conocemos normalmente, la naturaleza humana, sin la gracia de Dios, es vengativa.
Por lo que no es extraño imaginar que las muchas tribus de Kenia llegaran a pelearse
de nuevo en el futuro en la primera oportunidad de antagonismo que tengan, si no hacemos
de la salvación y de la reconciliación una prioridad. Nuestro país Kenia, ha sido
fraccionado: los vecinos se han puesto en contra de sus vecinos, las hijas contra
sus padres, los hermanos contra hermanos, las madres contra sus hijos, las tribus
contra tribus. En pocas palabras, muchas personas han peleado y han muerto, las mujeres
y niñas han sido violadas, se han perdido las propiedades, los ahorros de toda una
vida y las inversiones se han esfumado en cuestión de días y hasta de horas. Esta
trágica secuencia de gratuita y deliberada destrucción, querida y ejecutada por algunos
sectores de la población, aún está fresca en la memoria de algunos. La Iglesia
en Kenia siente profundamente la necesidad de señalar una dirección clara en el proceso
de reconciliación. Las enseñanzas de la Biblia y la Iglesia nos ofrecen una visión
en el proceso de reconciliación. Es la fe la que nos da lo que Jesús llama los nuevos
principios más elevados que los antiguos (Mateo 5, 20-48). La reconciliación debe
ser un proceso de sanación del inaguantable odio, que puede ser hecha en cinco fases: -
reconocer totalmente los pecados, las malas acciones y las injurias pronunciadas sin
excusa alguna. -lamentar los hechos y prometernos a nosotros mismos no volver a
repetirlos nunca más. - arrepentirnos libremente desde lo más profundo de nuestro
ser. - confesarlos abiertamente y sentir el remordimiento. - reparar el mal
y el daño que nos hemos causado a nosotros mismos, a la comunidad, al entorno y a
Dios.