Intervención de Mons. Matthias SSEKAMANYA, Obispo de Lugazi (UGANDA)
S. E. R. Mons. Matthias SSEKAMANYA, Obispo de Lugazi, Presidente de la Conferencia
Episcopal (UGANDA)
Tenemos razones para agradecer a Dios las positivas contribuciones
de nuestros sacerdotes, religiosos y fieles laicos, que dan testimonio de la Iglesia
de ser la sal de la Tierra y la luz del mundo. Muchos de ellos sirven como agentes
de reconciliación, justicia y paz. Así, un buen número de Iglesias, escuelas y hospitales,
atraen a mucha gente, incluso no cristianos, por la calidad de sus servicios, basados
en la justicia, el amor y el espíritu de la reconciliación cristiana. En toda diócesis
dada, hay laicos, hombres y mujeres, que dedican sus vidas como animadores y líderes
de hermandades de fieles laicos, en los consejos parroquiales o en organizadas asociaciones
de laicidad. De todos modos, a pesar de las contribuciones positivas de muchos
miembros dedicados del clero que contribuyen al aumento constante de los cristianos
en la Iglesia en África, esto todavía no va acompañado de una fe más profunda y una
mayor espiritualidad por parte de los cristianos africanos. Como nota triste, las
esperanzas de un aumento de la autodeterminación han sido debilitadas, tanto por la
extendida pobreza como por la insuficiente formación de nuestros fieles, con el resultado
de serios problemas económicos en muchas áreas de la vida de la Iglesia. Así, la rápida
urbanización es una experiencia común a muchos lugares de África. La gente joven emigra
desesperadamente a las ciudades y pueblos, buscando cualquier tipo de trabajo para
sobrevivir. Pero al mismo tiempo, la urbanización está haciendo que muchos africanos
pierdan el sentido de la solidaridad natural y de la colaboración en la familia. Esto
lleva a un deterioro de la salud en las prácticas Cristianas. La mentalidad individualista,
la pérdida del natural sentido de pertenencia y de los mayores, impactan en la juventud.
Este tipo de vida en aislamiento conduce a mucha gente joven a la promiscuidad sexual,
la adicción a las drogas y la violencia de todas clases. Los pastores en África
están seriamente llamados a usar diferentes vías para proclamar la Palabra de Dios,
de modo que se convierta para muchos en sal y luz, de manera que los lleve a la práctica
de la reconciliación, justicia y paz. Hay una necesidad a todos los niveles de una
formación seria en las Enseñanzas Sociales de la Iglesia, y una profunda implementación
de la inculturación en la catequesis.