Intervención de Mons. Matthew Kwasi GYAMFI, Obispo de Sunyani (GHANA)
S. E. R. Mons. Matthew Kwasi GYAMFI, Obispo de Sunyani (GHANA)
En algunas
partes de África, debido a la cultura y a la tradición popular anteriores a la llegada
de la Iglesia, muchos africanos practican, sin culpa, la poligamia. Por este motivo,
a muchas mujeres que frecuentan la Iglesia cristiana se les niegan los sacramentos
del Bautismo, de la Confesión y del Matrimonio. Los intentos de algunas mujeres por
abandonar el matrimonio polígamo, que suelen producirse entre las primeras mujeres
con prole, se han traducido en dificultades económicas y en tensiones sociales. En
los casos en los que las mujeres lo han abandonado sin el consentimiento del marido
y de la familia ampliada, se ha acusado a la Iglesia de injusticia y de inseguridad,
de dividir a las familias, de fomentar la separación y de destruir la unidad social.
En algunos casos, en los que los maridos se han sentido ofendidos por el abandono
de sus mujeres, que han dejado la familia para poder recibir el sacramento del Bautismo,
a estas mujeres y a sus hijos se les ha negado un apoyo y un mantenimiento, lo que
ha provocado que se encontraran con graves dificultades económicas y en unas condiciones
de precariedad. Situaciones como éstas han desanimado a muchas mujeres que querían
divorciarse del marido polígamo para poder recibir el Bautismo. El resultado es que
en algunas partes de África muchas mujeres frecuentan la Iglesia regularmente y participan
activamente en todas las iniciativas eclesiales, pero no pueden recibir los Sacramentos
del Bautismo, de la Confesión y del Matrimonio, por no hablar de la negación de muchos
funerales cristianos porque los difuntos no han sido bautizados.
Es necesario
que la Iglesia afronte esta situación dolorosa y mortificadora de África, concediendo
unos privilegios especiales a las mujeres que han sido las primeras mujeres con prole
y que, sin ser culpa suya, han sido víctimas de matrimonios polígamos, para que puedan
recibir el Bautismo y los demás Sacramentos. Recibir los sacramentos supone para estas
mujeres, que han sufrido tanto, compartir la paz y la reconciliación ofrecidas por
la compasión y la paz de Nuestro Señor Jesucristo, que no ha venido a llamar a los
justos sino a los pecadores.