Intervención de Mons. Ignatius CHAMA, Obispo de Mpika (ZAMBIA)
S. E. R. Mons. Ignatius CHAMA, Obispo de Mpika (ZAMBIA)
Quisiera subrayar
aquí la crisis económica local que yo y mi pueblo vivimos en nuestra diócesis rural
en el nordeste de Zambia. Es la crisis de las cosechas de nuestros incansables agricultores
que no logran alcanzar los mercados y obtener el precio justo. Es la crisis percibida
cuando los
inversores extranjeros abastecen sus supermercados con cosechas
importadas del exterior de Zambia. Es la crisis causada por ciertas prácticas comerciales,
sea propias o internacionales, que traen como consecuencia el que significativas mercancías
subvencionadas que llegan de Europa limiten la competencia leal con los productos
locales.
Además, hoy en Zambia, nuestras zonas rurales deben también afrontar
el problema del campo con respecto a la adopción del modelo de agricultura genéticamente
modificado, algo criticado, justamente, en el n.58 del Instrumentum laboris.
Estas
dinámicas inicuas son una señal de la profunda diferencia que existe entre el campo
y la ciudad, hoy esto es en su conjunto una amenaza al desarrollo integral y sostenible
de Zambia. Nuestro mismo gobierno nos dice que mientras que el índice de pobreza urbana
en los últimos años ha disminuido, la pobreza de las zonas rurales aumentó significativamente.
Pero ¿Qué es lo puede hacer un Sínodo con respecto a todo esto? Quiero, simplemente,
recordar a mis hermanos Obispos, que en el Sínodo del año 1994 se escuchó una petición
de justicia económica en la invitación que les fue dirigida para sostener el Jubileo
del campo para la cancelación de la deuda externa de los países africanos en dificultad.
La Iglesia escuchó la petición y habló en favor de la cancelación de la deuda, que
resultó, para Zambia y también para otros países , un importante paso hacia la humanización
del orden económico. Hoy tenemos la necesidad de un apelo a la justicia semejante
a ése, por ejemplo, para afrontar las cuestiones de política comercial, como los
Acuerdos de Colaboración Económica (ECA) entre África y Europa y las preocupaciones
ambientales como el calentamiento global.
Pido, por lo tanto, que nuestra Asamblea
dé su apoyo a las peticiones para un orden económico más justo que salvaguarde los
derechos y el futuro de nuestras poblaciones rurales.