2009-10-10 15:19:01

Intervención de Dom Joseph KUMUONDALA MBIMBA, Arcebispo de Mbandaka-Bikoro (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)


S. E. R. Dom Joseph KUMUONDALA MBIMBA, Arcebispo de Mbandaka-Bikoro (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)



Desde la implantación de la Iglesia en África y más especialmente en la República Democrática del Congo, la educación escolar se ha beneficiado de una singular atención por parte de la Iglesia. Por ello, las escuelas de todos los niveles, así como los Institutos Superiores y las Universidades, constituyen lugares de apostolado. La Iglesia ha invertido en ello para asegurar una formación integral del hombre según la visión evangélica, a fin de garantizar su florecimiento y de hacerla apta para poner sus talentos al servicio de la comunidad.

Sin embargo, la crisis multiforme, ligada a las guerras continuas, ha originado unas consecuencias deplorables en el sector de la educación. Dichas consecuencias deplorables amenazan con perdurar demasiado si no las tomamos en cuenta. Porque una educación mal asentada compromete el futuro de las jóvenes generaciones y sacrifica las potencialidades que hubieran servido a toda la nación. Lo que es injusto y no garantiza la paz. Porque los jóvenes frustrados están a merced de los pescadores en aguas turbulentas.

En un clima de complacencia engendrado por las prácticas deshonestas, la calidad de la enseñanza no está asegurada. Los organizadores, los gestores y los padres son conscientes de que los diplomas entregados no representan el nivel intelectual y moral apropiado a las exigencias del mundo científico y del trabajo. Naturalmente, la Iglesia, que sigue invirtiendo una buena parte de su personal, no está para nada satisfecha de tales resultados.

Para mejorar los servicios de la Iglesia en el ámbito escolar, proponemos:

1. Imaginar un sistema de gestión escolar que garantice la libertad de la Iglesia para una formación cualitativa de la juventud.

2. Solicitar una colaboración directa entre los organismos internacionales (UNESCO) y la Iglesia para que los medios adjudicados a la formación de los jóvenes puedan servir de provecho de forma real y directa a la educación de los mismos.

3. Que las Congregaciones que tengan como carisma la educación inviertan en las escuelas, velando sobre todo por los hijos de los pobres, para impedir el surgimiento de diferencias de clase.

4. Que la formación asegure el acceso a los puestos de trabajo.

Haciendo esto, estamos persuadidos de que la Iglesia en África podrá cumplir su misión en un medio donde se pueda inventar un porvenir; estará entonces en condiciones de garantizar a todos los jóvenes las mismas oportunidades y las mismas ocasiones para un porvenir de justicia y de paz.








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