2009-10-10 15:14:42

Intervención de Dom Albert VANBUEL, Bispo de Kaga-Bandoro (REPÚBLICA CENTRO-AFRICANA)


S. E. R. Dom Albert VANBUEL, S.D.B., Bispo de Kaga-Bandoro (REPÚBLICA CENTRO-AFRICANA)



En estos últimos años, en los diferentes momentos de las crisis socio-políticas vividas en la República Centro Africana, no hemos dejado nunca de recordar los valores humanos y cristianos necesarios para alcanzar una vida en paz. En todo momento la Iglesia estuvo presente y fue solidaria con las alegrías y los sufrimientos del pueblo, para el cual desea la felicidad y la auténtica redención. Los Obispos de Centro África no han cesado de ver el alba y el adviento de un tiempo propicio de paz, de justicia y de reconciliación entre todos.

Nuestra Iglesia toma cada vez más conciencia de las zonas de sombra que existen internamente, y anhela con todo su ser la paz y la comunión en el seno de la Iglesia-Familia. Lamentablemente, algunos ven en esto un motivo de desánimo o una ocasión para rendirse. Es cierto que algunos malentendidos, algún gesto percibido como ofensa, han hecho sufrir los unos a los otros. Sin embargo ha llegado el momento de mostrarnos a la altura de los desafíos del mundo actual. En un momento en que la injusticia, la corrupción, el egoísmo, las rebeliones... son rechazadas unánimemente, nuestra Iglesia está llamada a dar testimonio según el Evangelio, que es Palabra de Vida: un testimonio de reconciliación, de justicia y de paz, pero sobretodo un testimonio de comunión.

En los últimos meses hemos deplorado las manifestaciones de división entre los sacerdotes, entre los sacerdotes y los Obispos, entre sacerdotes y laicos; no es éste el Evangelio que debemos anunciar, ciertamente. Hemos sido llamados a construir una Iglesia unida por el Espíritu de Dios que nos guía. No podemos, al mismo tiempo, lacerar el cuerpo de Cristo.

El año sacerdotal que el Santo Padre nos regala, puede inspirarnos y ofrecernos una orientación: fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote y fidelidad de todo bautizado.

Existe una aspiración general por un tiempo de paz, de justicia y de reconciliación. Los acontecimientos que hemos vivido y que continuamos viviendo en este tiempo nos demuestran que existe siempre una razón de esperanza y que en la noche en la que vivimos se anuncian la aurora y el día.

Cada uno de nosotros es débil, pecador; pero juntos tenemos que escuchar la Palabra de Dios, tenemos que vivirla, para construir en la comunión nuestra Iglesia-Familia.

¡Que Dios nos bendiga y nos dé la fuerza de la perseverancia de un testimonio auténtico!








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