Intervención de Rodolphe ADADA, Invitado Especial en el Sínodo
INTERVENCIÓN DEL INVITADO ESPECIAL RODOLPHE ADADA, EX REPRESENTANTE ESPECIAL CONJUNTO
DEL SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS Y DEL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE LA
UNIÓN AFRICANA EN DARFUR (SUDÁN): Introducción
Para
mí es un honor inmenso poder dirigirme, en presencia de Vuestra Santidad, a este areópago
de Príncipes de la Iglesia, reunidos en este recinto sagrado.
Como sabéis,
ya no estoy a cargo de la MINUAD (Misión de las Naciones Unidas y de la Unión Africana
en Darfur) y las opiniones que expreso son responsabilidad mía. El debate sobre el
Darfur está tan polarizado que es difícil mantener una posición objetiva. Es lamentable,
sobre todo porque sólo un enfoque neutral puede garantizar unas soluciones duraderas.
Delante
de Vuestra Santidad, querría dar un testimonio lo menos parcial posible. Sé que puedo
hablar con toda serenidad, porque la Iglesia es una fuerza de paz y que la paz exige
la verdad.
A fines del año 2005, el Congo fue elegido miembro no permanente
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el periodo 2006-2007 y en enero
de 2006, el Presidente Denis Sassou-Nguesso fue elegido Presidente en funciones de
la Unión Africana. Estas dos decisiones hicieron del Ministro de Asuntos Exteriores
del Congo -que entonces era yo-, un observador privilegiado de los grandes problemas
que sacudían a África, el primero de los cuales era la crisis del Darfur.
De
manera que pude seguir la evolución de este dossier más de cerca. Después de que el
Secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y el Presidente de la Comisión
de la Unión Africana, Alpha Oumar Konaré, me eligieran para dirigir la primera Misión
híbrida Naciones Unidas/Unión Africana, y el Presidente Denis Sassou-Nguesso manifestara
su acuerdo, me sentí honorado por una triple confianza. Era mi deber merecerla.
El
conflicto
Se afirma en general que el conflicto del Darfur estalló
en febrero de 2003 cuando un grupo rebelde, el “Ejército de Liberación de Sudán” -
SLA, por sus siglas en inglés - dirigido por Abdulwahid Mohammed Al Nur atacó Gulu,
la capital de Jebel Marra. Más tarde, en abril, este grupo atacó el aeropuerto de
EI Fasher, capital del Darfur. A continuación se creó un segundo grupo conocido con
el nombre de “Movimiento Justicia e Igualdad” - JEM - dirigido por Khalil lbrahim.
La
respuesta del Gobierno sudanés toma entonces la forma de lo que algunos han calificado
de “contra-insurrección a la baja”, extremadamente violenta, que explota las rivalidades
étnico-sociológicas y emplea a los “Janjaweeds”, de nefasta reputación.
Las
consecuencias son espantosas: cientos de miles de muertos, millones de personas desplazadas
(IDP y refugiados), innumerables violaciones de los derechos humanos, una crisis humanitaria
sin precedentes.
A menos de 10 años después del genocidio en Ruanda, la crisis
del Darfur ha planteado en seguida la cuestión del “genocidio”. Conocéis bien la controversia
respecto de este punto sensible.
Éste podría ser un resumen rápido de la situación.
Sin embargo, un análisis más profundo mostraría que el conflicto de Darfur hunde sus
raíces en la historia de Sudán. Hay que tomar en consideración tanto la historia,
como la marginalización de las regiones periféricas y su subdesarrollo, y el degrado
del ecosistema. Se trata de una “crisis de Sudán en Darfur”. Esta crisis también está
relacionada con la historia del Chad, país vecino. Por ejemplo, el FROLINAT (Frente
de Liberación Nacional del Chad) creado en los años 60 para luchar contra el Presidente
François Tombalbaye del Chad, fue fundado en Nyala, en Darfur, y no es casual que
el primer mediador en ese conflicto fuera el Presidente chadiano, Idriss Deby. El
largo conflicto del Tehad también se ha atribuido a hacer afluir armas ligeras en
Darfur.
Se ha dicho que “el Darfur de 1990 carecía de agua, pero en cambio
estaba inundado de fusiles”.
En realidad, la crisis actual comenzó mucho antes
de 2003 por una guerra civil entre los fur y los árabes, en la que cada bando acusaba
al otro de intento de genocidio.
He aquí algunas citas:
1. “La guerra
sucia que se nos ha impuesto comenzó como una guerra económica, pero en seguida tomó
el carácter de un genocidio, que tenía como objetivo expulsarnos de nuestra tierra
ancestral (...). Su objetivo es un holocausto total y (...) la aniquilación completa
del pueblo fur y de todo lo que es fur”.
2. “Nuestra tribu árabe y los fur
han coexistido pacíficamente durante toda la historia del Darfur; pero la situación
se ha desestabilizado hacia finales de los años 70, cuando los fur lanzaron el eslogan
“Darfur a los fur” .... Los árabes eran considerados extranjeros que debían ser expulsados
de Darfur .... Son los fur quienes, en su afán de expansión del supuesto “cinturón
africano” quieren expulsar a todos los árabes de esta tierra”.
Estas palabras
cargadas de odio fueron pronunciadas en la Conferencia de Reconciliación, que tuvo
lugar en El Fasher del 29 de mayo al 8 de julio de 1989.
Sin embargo, esta
dimensión étnica no es más que la punta del iceberg. Este conflicto es mucho más complejo
que la descripción maniquea que habitualmente se difunde.
La respuesta
de la Comunidad internacional
Además de las organizaciones humanitarias,
que siguen realizando un trabajo admirable al servicio del pueblo sudanés de Darfur,
la Unión Africana fue la primera en reaccionar. En abril de 2004 organizó las negociaciones
que acabaron en la firma del Acuerdo de alto el fuego humanitario de N’Djamena entre
el Gobierno de Sudán y los dos movimientos rebeldes, a saber, la SLA de Abdulwahid
EI Nur y el JEM de Khalil Ibrahim. Este acuerdo permitió la creación de la MUAS (Misión
de la Unión Africana en Sudán), con el apoyo de numerosos donadores, entre los cuales
es justo citar por lo menos a la Unión Europea, los Estados Unidos de América y Canadá.
La
MUAS comenzó con 60 observadores y una fuerza de protección de 300 soldados, que más
tarde aumentó a 7.000 hombres. Era la primera misión de mantenimiento de la paz organizada
por la Unión Africana y no fue la más fácil.
La MUAS fue objeto de numerosas
críticas por parte de los medios de comunicación occidentales. Estas críticas son
injustificadas e injustas.
Esta misión ha realizado un enorme trabajo y merece
todos los elogios. En unas condiciones que nadie más quería asumir, estos africanos
han asegurado con abnegación y dedicación la presencia de la Comunidad internacional
en Darfur.
Han dado testimonio de la compasión humana. Han sentado las bases
de lo que hoy es la MINUAD. Sesenta y uno (61) de ellos han realizado el sacrificio
supremo. Les debemos respeto.
De la MUAS a la MINUAD
Desde
finales de 2005 resultó difícil para la Unión Africana, ante la complejidad de los
problemas de toda índole que planteaba la gestión de la MUAS, seguir asumiendo esta
responsabilidad. La Unión Africana tomó entonces la decisión de transferir esta carga
a la ONU, a quien correspondía la misión. El gobierno sudanés se opuso firmemente
a esta decisión. Durante todo el año 2006 se intentó convencer al gobierno de Sudán
de que era necesario traspasar esa responsabilidad.
No fue hasta el 16 de noviembre
de 2006 que el Secretario general de la ONU, Kofi Annan, que en aquel momento estaba
concluyendo su mandato, hizo la propuesta de una Misión híbrida. El gobierno sudanés
aceptó y fue el acto que dio nacimiento a la MINUAD, la Misión de las Naciones Unidas
y de la Unión Africana en Darfur.
La MINUAD fue formalmente creada por la Resolución
1769 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a través del Informe conjunto
del Secretario general de las Naciones Unidas y del Presidente de la Comisión de
la Unión Africana. Está previsto que comprenda 20.000 militares, 6.000 policías y
6.000 civiles, convirtiéndose de ese modo en la mayor fuerza de mantenimiento de la
paz del mundo. Debería estar dotada de todos los equipamientos necesarios para cumplir
su mandato, según el capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas. Y, de hecho, debía
ir precedida de dos “módulos de apoyo” (“light support package” y “heavy support
package”) a la MUAS para reforzarla antes de traspasar la autoridad.
La MINUAD
tiene como mandato:
- contribuir al restablecimiento de las condiciones de
seguridad necesarias para la aportación de ayuda humanitaria,
- asegurar la
protección de la población civil,
- seguir y verificar la aplicación de los
distintos acuerdos de alto el fuego y
- contribuir a la puesta en práctica
del Acuerdo de paz de Abuja y de cualquier acuerdo posterior.
El despliegue
de la MINUAD ha supuesto un gran desafío. Se trata de la mayor misión del mundo en
la región más enclavada del mayor país de África. En África, el punto más alejado
del mar se encuentra en Darfur. Las infraestructuras de transporte son inexistentes.
La MINUAD reemplaza a la MUAS que no se ha podido beneficiar de los “módulos de apoyo”
prometidos. Todo ello ha constituido una serie de obstáculos que ha habido que superar.
La
reticencia, si no la resistencia del gobierno sudanés a la presencia de una misión
de las Naciones Unidas en Darfur también ha sido un problema que ha habido que afrontar.
Las condiciones del debate internacional sobre el Darfur habían estigmatizado al gobierno
de Sudán que, por su lado, no veía en la “comunidad internacional” más que a una fuerza
cuyo objetivo era provocar la caída del régimen. Pero, con la ayuda de la Unión Africana,
fue posible disminuir la suspicacia hacia la MINUAD. Para ello ha sido necesario trabajar
estrechamente con el gobierno. Creo que hoy el gobierno sudanés está convencido de
que la MINUAD es una fuerza de paz y no la vanguardia de una fuerza de invasión. Se
ha creado una Comisión tripartita (ONU-UA y gobierno de Sudán) para resolver cualquier
problema relativo al despliegue de la MINUAD.
Este compromiso por mi parte
con el gobierno sudanés no siempre ha sido bien visto o comprendido.
La mayoría
de las misiones de mantenimiento de la paz están desplegadas en “estados en quiebra”,
en los que el gobierno es, o bien inexistente, o bien impotente (Bosnia, Kosovo, Timor,
etc...). En esos casos, la Misión de la ONU se convierte en un verdadero gobierno
y el Representante especial, casi equivale al Jefe de gobierno. No es el caso de Sudán.
Las Naciones Unidas deben realizar, sobre este punto, una verdadera “revolución cultural”. En
la actualidad, se puede considerar que el núcleo de las tropas estará sobre el terreno
hacia finales de año. No obstante, cabe observar que algunos medios técnicos prometidos
después de los “módulos de apoyo” todavía no se han proporcionado, de modo particular,
los helicópteros militares que permitirían un incremento de la movilidad en un territorio
del tamaño de Francia. Es una de las inconsecuencias de las decisiones de la “comunidad
internacional”.
Igualmente la MINUAD ha tenido que hacer frente al recelo y
a la misma hostilidad de los desplazados. Hacer aceptar la MINUAD a estos desplazados
y a los movimientos armados ha sido bastante difícil. Muchos de ellos rechazan su
“carácter africano”.
Por otra parte su hostilidad al Acuerdo de Abuja, cuya
puesta en práctica la MINUAD debería asegurar, complica todavía más la situación.
Pero, nuestra acción sobre el terreno y, sobre todo, su crisis en el campo de Kalma,
donde una “operación policial” ha conducido a la muerte de 38 desplazados, la expulsión
de trece ONG internacionales y los combates Muhajeriya et Umm Baru entre la JEM y
las fuerzas gubernamentales, la MINUAD ha ofrecido asistencia a los heridos de dos
campos, siempre protegiendo a los millares de civiles que habían encontrado refugio
en ella y, como decía, nuestra acción sobre el terreno ha convencido a los desplazados
de la imparcialidad de la MINUAD en la puesta en práctica de su tarea. Aquéllos elaboraron
una conmovedora carta que consideramos una verdadera condecoración.
Hoy la
MINUAD está presente por todas partes en Darfur. Todos los componentes de la Misión,
los militares, la policía, los civiles (acciones políticas, relaciones civiles, Derechos
del Hombre y el DDDC (Diálogos y Consultaciones Darfur-Darfur), mantienen relaciones
regulares con todas los sectores y con la sociedad civil, así como con toda la población.
Ellos observan la situación cotidianamente y bien pueden rendir cuenta de ésta. Participan
también con éxito a la resolución de las peleas locales.
La situación
actual en Darfur
Durante los veintiséis meses que he pasado en
Darfur como dirigente de la MINUAD, he podido observar un mejoramiento gradual de
la situación relacionada con la seguridad de Darfur, a pesar de la persistencia de
dos importantes situaciones de riesgo: por una parte, las continuas operaciones militares
entre la JEM y las fuerzas gubernamentales, por otra, el deterioro de las relaciones
entre Chad y Sudán. A esto conviene añadir los enfrentamientos intertribales y el
aumento del bandidaje, causado sobre todo por el brusco descenso de la ley y el orden.
La
criminalidad y el bandidaje son actualmente las preocupaciones principales en relación
a la seguridad. Observamos además una nueva tendencia al rapto de las personas a cambio
de rescates. La estrategia de la MINUAD para proteger los civiles tiene por objeto
atacar todas las causas de peligro para la inocente población civil. Para la MINUAD,
se trata de reforzar su presencia en los campos de refugiados (ahora presente las
24 horas del día en los 15 campos) y de multiplicar el número de patrullas policiales
y militares en las ciudades y pueblos.
Dicho esto, sin embargo, la situación
se ha modificado radicalmente después del intenso periodo del 2003-2004 en que decenas
de miles de personas fueron asesinadas. Hoy, en términos puramente numéricos, podemos
decir que el conflicto del Darfur es un conflicto de baja intensidad. No quisiera
insistir sobre la contabilidad macabra que apasiona a los medios de comunicación;
un muerto es un muerto de más y las cifras que he citado al Consejo de Seguridad eran
sólo para ilustrar el análisis.
¡Esto no permite en ningún caso afirmar que
el conflicto de Darfur se haya resuelto! Porque, efectivamente, el conflicto de Darfur
continúa. Los civiles siguen corriendo riesgos inaceptables. Millones de personas
todavía viven en los campos de desplazados o son refugiados. Debido a la inseguridad,
estas personas no pueden volver a sus casas para retomar una vida normal. No se ha
encontrado todavía ninguna solución frente a las graves injusticias y crímenes cometidos,
de manera particular a los acaecidos durante las hostilidades entre 2003-2004.
El
progreso que observamos en el terreno debe consolidarse mediante un acuerdo de paz
que debería ser inclusivo. Éste deberá comprender no solamente los Movimientos armados,
sino también el conjunto de componentes de la sociedad de Darfur, incluyendo la sociedad
civil, los desplazados los refugiados, sin olvidar a los Árabes que con frecuencia
suelen asimilarse a los Janjaweeds. En efecto, sólo un acuerdo político, aceptado
y compartido por todos, puede traer consigo una paz duradera en la región de Darfur.
En
realidad, lo que más falta hace al MINUAD en la actualidad es un acuerdo de paz. En
efecto, la misión para mantener la paz, no tiene paz que mantener.
No puede
haber una solución militar al problema de Darfur porque simplemente no es posible.
Nadie tiene los medios para ganar militarmente. Así, la única opción es un acuerdo
político y dicho acuerdo deberá tener cuenta de todos los aspectos del problema, locales,
regionales, políticos, socioeconómicos, sin olvidar la grave problemática humanitaria.
Las
diferentes tentativas de negociación después de 2003, no consiguieron encontrar una
solución. El Acuerdo de Abuja, firmado el 5 de mayo de 2006, no ha sido inclusivo
y ha sido rechazado por una gran parte de la población de Darfur. La mediación actual
de la UA-NU deberá considerar y buscar la participación de todos.
Los próximos
dos años son cruciales para Sudán. Las elecciones generales han sido previstas para
abril de 2010 y, en el año 2011, se llevará a cabo también un Referéndum sobre la
autodeterminación del Sur de Sudán. Es necesario que en Darfur participe en unas elecciones
justas y transparentes y para que el ejercicio de la autodeterminación del Sur se
desarrolle en buenas condiciones, debe ser resuelto el problema de Darfur. Y es poco
decir que el tiempo apremia.
Paz, justicia y reconciliación
Todavía
no han sido tratadas las terribles violaciones de los Derechos Humanos que han sido
cometidas en Darfur, especialmente entre 2003 y 2004. La Paz y la Justicia son las
dos caras de una misma moneda. Y el problema no es saber si la Justicia debe pasar,
sino cómo.
El Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) ha solicitado y
obtenido la expedición de un mandato de arresto del Presidente de Sudán.
La
MINUAD ha insistido siempre sobre el hecho de que esta cuestión estaba fuera de su
mandato y nunca ha comentado dicha decisión de justicia. Sin embargo, este problema
domina todo el debate y todo el proceso para tratar el problema de Darfur. La Unión
Africana, que ha precisado que no tolera caso alguno de impunidad, ha solicitado que
ese mandato de arresto sea pospuesto para dar la posibilidad de conseguir la paz,
pero el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha alcanzado un acuerdo sobre
la aplicación del artículo 16 del Estatuto de Roma. Esto ha llevado a la Unión Africana
a solicitar a sus miembros que no ejecuten el mandato de arresto.
Expresándome
de manera estrictamente personal, considero que hoy estamos frente a un estancamiento
de la situación. La ejecución de un mandato de arresto contra un Jefe de Estado en
ejercicio no es nada fácil, y por eso se puede entender la reticencia a negociar,
expresada por parte de algunos movimientos armados: “Por qué negociar con un criminal
en proceso de arresto?”.
La Unión Africana ha decidido nombrar una Comisión
de Alto Nivel (AU High level Panel on Darfur) presidida por el presidente Thabo Mbeki
(ex-presidente del Sudáfrica) que comprende, entre otros, al presidente Abdusalami
Aboubakar (ex- presidente de Nigeria) y Pierre Buyoya (ex-presidente del Burundi),
para analizar el problema de la paz, de la justicia y de la reconciliación y elaborar
propuestas. La Comisión está compuesta por eminentes expertos y conocedores de los
problemas de Darfur, del Sudán y de la justicia. He sido escuchado por dicha Comisión,
así como más de 3000 personas. La MINUAD y, más precisamente, su componente DDDC (Darfur-Darfur-Dialogue
and Consultations), ha brindado todo su apoyo para sostener la Comisión.
La
Comisión ha debido presentar su Informe ayer, 8 de octubre. Este Informe debería incluir
las líneas programáticas para salir del estancamiento. La comunidad internacional
debería considerar este Informe con objetividad y espíritu constructivo. La Iglesia,
fuerza de paz, autoridad moral superior, podría interesarse por el trabajo de esta
Comisión. ,Tal vez, podríamos encontrar una salida a este estancamiento.
Conclusion
La
MINUAD es un instrumento extraordinario de la paz , único en su género, habiendo nacido
por la voluntad de dos organizaciones: la Unión Africana y las Naciones Unidas. Es
responsabilidad de la Comunidad internacional hacer buen uso de ésta. Hubo una época
en la que el hibridismo era sinónimo di bastardía y de defecto pero hoy, cuando se
habla de automóvil híbrido, se está en la cúspide del progreso.
La MINUAD representa
a la Comunidad Internacional en su conjunto y no a uno u otro miembro.
Por
esto se necesita reforzar la MINUAD y otorgarle todos los medios de los cuales tiene
necesidad y, sobre todo, el Acuerdo de paz. Los hombres y las mujeres que sirven a
la Comunidad Internacional en este frente no dejan de demostrar su dedicación y abnegación.
Lo
más importante es que la cooperación entre los promotores de la MINUAD, la Unión Africana
y las Naciones Unidas, siga siendo sincera. El carácter híbrido de la MINUAD, que
ha sido un verdadero visado de ingreso de las Naciones Unidas en Darfur, no debe aparecer
como una simple astucia, como un “caballo de Troya”. La Unión Africana no debe ser
un “sleeping partner”, sino que debe desarrollar toda su función. De otra manera,
se asegura la derrota.
Sudán es el más grande país africano. Es un punto de
unión de dos mundos: África y el Mundo árabe. Limita con nueve (9) países africanos.
Puede decirse que desde su Independencia (1 enero de 1956) ha conocido la paz solo
esporádicamente.
El Acuerdo global de paz (CPA) que puso fin a más de 20 años
de guerra civil entre el Norte y el Sur, ha suscitado muchas esperanzas. Por primera
vez se comienza a vislumbrar un Sudán democrático.
En el momento en el cual
la violencia parece mermar en Darfur, preocupa observar que justamente ahora en el
Sur han vuelto a haber masacres. ¿Quizás es la paz “la roca de Sísifo” que, para
mayor desgracia de los sudaneses, vuelve a caer después de haber alcanzado la cima
de la montaña?
Sudán es uno. Se necesita que la comunidad internacional piense
en un “Sudán” y no en “Darfur y el Sur”. En esta visión holística, la Iglesia tiene
un papel importantísimo a favor de un Sudan plural, entre el Sur cristiano y animista
y el norte musulmán, donde está Darfur.
Fue el sueño de un gran sudanés, John
Garang, el sueño de una nuevo Sudán, en paz, al interior de una África en paz.