Intervención del Card. Péter ERDŐ, Arzobispo de Esztergom-Budapest (HUNGRÍA)
S. Em. R. Card. Péter ERDŐ, Arzobispo de Esztergom-Budapest, Presidente del Consilium
Conferentiarum Episcoporum Europae (C.C.E.E.) (HUNGRÍA)
Hemos escuchado con
atención la comunicación del Cardenal Polycarp Pengo, Presidente de la SCEAM (SECAM).
Vemos claramente que nuestros hermanos Obispos africanos demandan apoyo para reforzar
su comunión interna y su organización continental. Propongo iniciar acuerdos con el
Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) sobre las posibilidades de
reforzar la colaboración entre los Obispos africanos, también a través de acciones
conjuntas con la CCEE. Entre las instituciones de la Iglesia se mencionan, en los
números 123-126 del Instrumentum Laboris, las Comisiones de Justicia y Paz. Y se añade
que es necesario comprender mejor la misión de dichas comisiones. Es una experiencia
general de la Iglesia, que después del Concilio Vaticano II nació una verdadera riqueza,
una multitud de organizaciones para realizar la misión y la actividad de los cristianos
en el mundo en los diferentes campos de acción. Pero en los últimos decenios, se han
esclarecido también las ventajas de las organizaciones eclesiales: se ha precisado
la naturaleza de las asociaciones de fieles, y se han distinguido bien las personas
jurídicas privadas de las personas jurídicas públicas en la Iglesia. Se ha subrayado
que solamente estos últimos pueden actuar en nombre de la Iglesia, como también las
estructuras públicas de la organización jerárquica de la Iglesia misma. Para evitar
que ciertas “Comisiones” de Justicia y Paz, constituidas quizá sólo según el derecho
de Estado o como asociaciones privadas, se conviertan en instrumento de grupos políticos,
parece útil evidenciar que la Comisión Nacional de Justicia y Paz es, normalmente,
un órgano de la propia Conferencia Episcopal. De esta manera, podemos asegurar que
la actividad de estas comisiones sea una expresión auténtica de la misión de la Iglesia
en el mundo.